Lo que no se ve

Todos tenemos nuestras propias dobleces. Eso que mostramos y aquello que no se ve. Los rincones donde no dejamos entrar a todo el mundo. Por temas de trabajo últimamente tengo más trato –del que me gustaría, confieso– con esas nuevas figuras mediáticas llamadas ‘influencers’. Los famosos de este siglo XXI. El caso es que conozco a gente de este mundillo, a algunos sólo vía ‘email’, otros por teléfono y a otros con un trato más directo en persona. Y a base de ir a eventos y de ver a este tipo de gente en acción te das cuenta de que no es oro todo lo que reluce. La gente sólo cuelga en sus redes sociales la cara bonita de la historia. No va a contar cuando está triste, decepcionado, o cuando le han echado del trabajo. Hasta ahí estamos de acuerdo. Pero no hay que olvidar que siguen siendo personas, que sienten y padecen, que les va bien, pero que muchas otras veces también les va mal. Cuento esto porque hace poco se ha suicidado Celia Fuentes. Había sido concursante del programa presentado por Sara Carbonero, ‘Quiero Ser’. Pero su trabajo era ser ‘influencer’ y trabajar con diversas marcas, entre ellas una de mi empresa. Tuvimos bastante trato con ella, y la verdad es que la noticia nos heló la sangre. Suelo pensar que todo influencer tiene un lado oscuro que no es tan divertido. De hecho creo que son personas que no se dejan ser del todo. No todos, pero a muchos se les ve que están cansados, agotados de la pose para la foto, de ir a eventos en los que no les apetece estar, pero la pela es la pela. De Celia decían que tenía depresiones, pero que nunca pensaron que podría llegar a algo así. Tenía 27 años. Era joven, guapa, se supone que se dedicaba a algo a lo que muchos aspiran. ¿Realmente merece la pena? En este mundo en el que todos se ponen la careta, ¿no sería mejor decir verdades y buscar ayuda? Celia tenía miles de seguidores, si en algún momento hubiese mostrado debilidad, alguien la hubiese podido ayudar. O no… pero no está de más reflexionarlo.