Lo que la boina esconde

L.N.C.
21/01/2020
 Actualizado a 21/01/2020
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Vivir con la gorra. Sasi el de Mondreganes, el mayor inventor vivo y manco, cuando le piden algún invento para una necesidad que parece irresoluble se te queda mirando, se rasca la cabeza y, de repente, se le enciende una chispa en los ojos: «Esto lo hago yo con la gorra».

Chuchi el de La Robla, el último carlista con 16 apellidos vascos que recita como los mandamientos pero en más complicado, riñe hasta con furia a todos aquellos que se cruzan en su camino con gentes que llevan gorras que a él le parecen madrileñas o de otras tierras. «Me da igual que abriguen, un paisano de León lleva boina o calvicie».

No le faltará razón.

Si llegas a un pueblo en busca de historias, de filandones de barra, párate a hablar con uno que traiga boina o, en su defecto, madreñas. Al calor de esta tapadera siempre bullen muchas historias.

Y ahora te encuentras con zapatillas y mallas que te parece que te ubican en días de móvil y netflix, pero no, son gentes que buscan en los deportes tradicionales los sabores añejos de los que les han hablado y están convencidos que se esconden debajo de alguna boina a la que probablemente habrá que mover con una cacha de pastor.

Eso ya os lo explica Verduras que felizmente ha regresado a casa.
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