Por eso, cuando vio que en su empresa —Vestas— había problemas muy graves y la sede de la misma estaba muy lejos, en Dinamarca, a 2500 kilómetros, no dudo en coger su bicicleta y una carta escrita con el corazón para llevársela a los jefazos. Piru cree que a todo el mundo se le ablanda el corazón y aunque el camino se le hacía muy duro «sólo con pensar que cada día la meta estaba más cerca, que los compañeros estaban en Villadangos siguiendo cada paso, seguía y seguía...». Y llegó.

importante. Y el bueno de Piru decía convencido que «me pareció ver que se emocionaba». Ojalá sea cierto lo que quiso ver pero todo apunta a que leyó el corazón con sus ojos; y los ojos de Piru tienen otra mirada, otra forma de leer. Ojalá me equivoque y al gran danés le haya tocado el corazón.
Sería la mayor gesta de Piru, ponerle corazón a las tragaperras, algo mucho más difícil que aquello a lo que está acostumbrado este bañezano de 30 años, gran deportista, «enamorado del ciclismo y de los retos personales, con el único fin de superarme a mi mismo y disfrutar de la bicicleta».
Así hizo los 750 kilómetros delCamino Francés (Roncesvalles-Compostela) de una sola tirada, en 35 horas y cuarto; así fue a la boda de un amigo en Córdoba en seis etapas de bicicleta, así preparaba nuevos retos para el 2018, después de la felicidad de haber sido +turvago de Honor en su Carnaval bañezano, donde no se olvidan sus disfraces femeninos —dicen que para lucir sus piernas de ciclista— de Cruella de Vil, Amy Winehouse, Lara Croft o Batwoman... irrepetible.
Piru podía haber sido el ejemplo de que es cierto que la Formación Profesional funciona pues terminó su ciclo formativo superior en automoción y entró en Vestas.
Hasta que un día se atravesó en su camino la decisión del cierre de Vestas y aparcó todo para tratar de ser el hombre que le pone corazón a las tragaperras.
Ojalá lo haya logrado.