09/07/2021
 Actualizado a 09/07/2021
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Las crisis, las guerras, las pandemias… son campo abonado para que personajes mediocres metidos a estadistas, politicuchos acomplejados y aspirantes a dictadorzuelos, se críen como la mala hierba y crezcan asfixiando lo más bonito que tiene el ser humano, la libertad.

Hay gobernantes que comienzan pensando que van a mejorar la vida de los ciudadanos, luego piensan que tienen que gobernar a pesar de los propios ciudadanos porque su visión es estratégica y al final gobiernan contra los ciudadanos para intentar mantenerse en el poder. No es tema de izquierda o derecha, es tema de uno de los mayores defectos de un político después de la falta de honradez y de la ausencia de sentido común… la soberbia.

Resulta que tenemos dos de esos ingredientes que comento al principio, por lo que, con la excusa de que es por nuestra seguridad y por nuestro bien, se sigue alegremente una hoja de ruta que lo que pretende es diseñarnos una vida que ‘alguien’ considera que será mejor para nosotros.

Lo hemos visto hace tan solo un par de días cuando ese error de ministro que es Alberto Garzón, nos informó que comer carne de vaca es de fascistas porque contaminan mucho y beben mucha agua y tras formarse la mundial, lejos de rectificar, ayer mismo en la televisión pública dijo literalmente: «El objetivo del ministerio es cambiar los hábitos de consumo. El consumo excesivo de carne deteriora la salud». Llama la atención que este individuo el día de su boda ofreciese de menú un buen solomillo tras un pedazo bogavante que no entraba en el plato.

Pues al hilo de esto que les cuento y aunque no tenga mucho que ver a priori, en el Consejo de Ministros ya se está fraguando una nueva tropelía llamada Ley de Seguridad Nacional, en la que se plantea que el presidente del Gobierno tenga poderes prácticamente dictatoriales ante una situación de urgencia nacional. Urgencia que podrá ser decretada con la única firma del propio presidente al que se le otorgarán todos los poderes sin ni siquiera tener que pasar por el Congreso de los Diputados.

En dicha ley también se contempla que el presidente podrá movilizar a cualquier persona mayor de edad, de manera que los ciudadanos estaremos obligados a la realización de prestaciones personales sin derecho a indemnización.

Otro punto para enmarcar es donde dice que «los medios de comunicación deberán colaborar con la difusión de los mensajes que partan del Gobierno», aniquilando el contrapeso del llamado cuarto poder, garantizando el silencio informativo.

Y como no puede faltar en ninguna hoja de ruta sociocomunista, dicha ley deja muy claro que la propiedad privada estará supeditada a los intereses del gobernante de turno, de manera que se podrán nacionalizar empresas y bienes privados para que pasen a manos del ejecutivo por un supuesto «interés general».

No es por exagerar, pero a los miembros del Gobierno se les está poniendo un acento venezolano chavista que asusta.
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