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León y la recuperación del Reino

14/01/2020
 Actualizado a 14/01/2020
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Papa Noel ha tenido la ocurrencia de obsequiar con la petición de autonomía del Reino de León, e incluso algún partido al quite ha solicitado la independencia. Como éramos pocos… no diremos más por eso de las minorías.

Antes del alumbramiento democrático, mucho antes, y no vamos a entrar en profundidades históricas, los vecinos castellanos realizaron una incursión de intromisión en las herencias monárquicas y arramplaron con todo lo que se meneaba en León ejercitando la traición y… ya no se habló más que de las hazañas castellanas y, cómo no, de la oportunidad de cobrar impuestos para mejor gloria de los reyes y la administración castellana. A cambio León se quedó con sus luchas intestinas, los lamentos y los anhelos de considerarse el reino con Asturias, astur-leonés, originario de la reconstrucción unitaria y nacional después de la gran traición que dio origen a la invasión musulmana.

El Reino de León fue considerado región histórica en la división territorial de España del año 1833, agrupando las provincias de León, Zamora y Salamanca y nunca se le dio la importancia que en realidad tenía en todos los órdenes competenciales.

Después de la Guerra Civil española y durante cuarenta años no hubo ningún movimiento que alumbrara un atisbo autonómico hasta el advenimiento democrático.

Después de la muerte de Franco hubo una descentralización integrando a León y demás provincias del Reino en un ente preautonómico y entre UCD y PSOE negaron la autonomía y el referéndum correspondiente para saber la opinión de todos los leoneses. Madrid impuso en 1983 la autonomía de Castilla y León, con el desembarco de buenos muñidores de ambos partidos y la celebración de mítines y reuniones en las que se consideraban hasta los obstáculos de las montañas para solicitar la autonomía con Asturias, argumentos precarios que manejaron insignes hijos de León. Muchos ya oteaban los puestos en Valladolid y Burgos y la forma de catapultarse a Madrid. Hubo manifestaciones multitudinarias, recordamos la que alcanzó la cifra de 90.000 personas para asombro de todos, pero todo quedó en un salpullido primaveral. Después ya se sabe, lo de siempre, León mendigando, recibiendo migajas y desmantelando actividades importantes de la provincia y capital, y lo que ha sido una lacra para su futuro, la migración de su juventud hacia otras regiones españolas, mientras tanto leían con asombro cómo otras regiones se consideraban más históricas y recibían los beneficios de sus desplantes y toreos a la administración central, porque ya se sabe al discípulo díscolo hay que ofrecerle todas las ventajas para que vuelva al redil, mientras el que cumple las leyes y observa los mandatos, se le flagela y desprecia.

Y es ahora, en este momento delicado por el que atraviesa nuestra nación española, cuando los ediles de varios ayuntamientos sacan pecho y piden la autonomía e incluso la independencia, argumentando el olvido y desprecio en que les ha sumido el ‘lobby’ castellano. Nosotros añadiríamos y la complacencia del gobierno central.

No negamos que ante el desbarajuste que es la política española actual, algunos hayan concluido que la forma de obtener resultados positivos es ejercitando la presión y el chantaje porque hay evidentes especialistas en las regiones de siempre, separatistas y con un profundo e irreverente desprecio hacia el resto de los españoles, que están marcando el destino futuro de un desmembramiento territorial y cantonal como ya estamos acostumbrados y podemos comprobar en las páginas de nuestra historia reciente.

Posiblemente, lo dudamos, alguno de estos aficionados a políticos hayan leído algunas páginas de nuestra Historia cuando éramos un mosaico de tribus y por ello sientan nostalgia y deseen regresar a conocer sus ancestros, pero los experimentos se deben hacer con gaseosa, extremo que no aprenden los gobiernos monclovitas y sobre todo visionando series de televisión donde se manejan los viajes a través del tiempo.

Posiblemente así algunos dirigentes que llegan al puesto con ambiciones personales solamente, se darían cuenta de que una nación es algo más importante elaborar teorías raras, negociar con negacionistas y separatistas, traicionar las convicciones de sus formaciones políticas y acudir a culebrones más propios del verano y de los bulos propios de los que desean ocultar información al pueblo y evitar la responsabilidad que les puede llevar a la irresponsabilidad de las decisiones tomadas con interés de parte, así como no cumplir con las promesas electorales ejecutando todo lo contrario de lo que decían.
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