León y la noche de los silencios largos

Calles desiertas en la primera noche de toque de queda, la medida que la Junta ha defendido como "imprescindible" para parar la pandemia

Alfonso Martínez
24/10/2020
 Actualizado a 24/10/2020
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León vive la noche de los silencios largos, la primera en que ha entrado en vigor el toque de queda para tratar de poner freno a la segunda ola de la pandemia provocada por el coronavirus. Una noche que es además una hora más larga, porque se atrasan los relojes, y que ha vaciado de coches y peatones las calles de la capital y la provincia.

Nadie por la calle desde las diez de la noche y hasta las seis de la mañana. Nadie salvo que vaya a comprar productos farmacéuticos o de primera necesidad, que se desplace a un centro sanitario, a su centro de trabajo o a cuidar a mayores, niños o personas dependientes.

Son las únicas excepciones incluidas en el acuerdo adoptado por la Junta y publicado en el Bocyl a las seis de la mañana de este sábado. El principal argumento que aporta la administración autonómica para aplicar el toque de queda es hacer frente a una situación sanitaria «muy grave y excepcional» derivada de la segunda ola de la pandemia.

Para hacerle frente, y atendiendo a los informes técnicos de transmisión de la enfermedad, referidos a que gran parte de los contagios de la misma se producen en las reuniones personales, el acuerdo considera «indispensable» proceder a la adopción de medidas que las limiten, especialmente en el ámbito familiar y social. En este sentido, el acuerdo considera que «la medida más adecuada y menos restrictiva, aun siendo limitativa del derecho a la libertad de circulación, es reducir temporalmente la movilidad de las personas durante las horas en las que se producen más contactos de esta naturaleza, que mayoritariamente se realizan por la noche, tras la jornada laboral general o durante los fines de semana, reduciendo con ello los contactos personales estrechos a los convivientes en el domicilio habitual».

Disparidad de opiniones

El toque de queda ha sido recibido por los leoneses con disparidad de opiniones. Hay quienes, como Alejandro y Miguel, dos jubilados, consideran que este tipo de medidas pueden servir para reducir los contagios, aunque piden tambiénque haya más controles en las calles para velar por su cumplimiento.

Sin embargo, Luisa y Pedro creen que la gente va a seguir buscando la manera de no respetar el toque de queda como ha hecho con medidas anteriores. «Hecha la ley, hecha la trampa. Imagino que muchos jóvenes se quedarán a dormir en casa de sus amigos después de la fiesta o esperarán a las seis de la mañana para volver a la suya», lamentan. Y en el mismo sentido se manifiesta Juan, que es hostelero y lamenta que el toque de queda puede ser la «puntilla» para el sector sin que sirva para reducir los contactos sociales entre los jóvenes.

En todo caso, la Junta insiste en la necesidad de respetar el toque de queda con el objetivo fundamental de «evitar el colapso inminente del sistema de salud de Castilla y León», que llegaría a mediados de noviembre si se mantienen los datos de la actual evolución de la pandemia. Ya se prevén incluso planes de contingencia con el fin de proceder al traslado a otras comunidades de pacientes ingresados en las UCI que no tengan coronavirus.

Otros de los argumentos de la Junta para justificar la medida pasan por rebajar la presión asistencial del personal del sistema sanitario y evitar la merma que puede sufrir la atención de otras dolencias ajenas a la pandemia.

Es preciso recordar que con la entrada en vigor del toque de queda –que tiene una duración inicial de 14 días, aunque podría prorrogarse– se han suspendido los cierres perimetrales que afectaban a los municipios de León, Ponferrada y San Andrés del Rabanedo.

Sin embargo, sí siguen en vigor limitaciones como el máximo de seis personas en reuniones familiares o sociales, los aforos y la obligación de consumir en mesa en la hostelería, la prohibición de fumar en las terrazas y la restricción del régimen de visitas a las residencias de mayores.
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