León mantiene 20 desapariciones activas

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado registraron el año pasado 124 denuncias

Cristina Centeno
10/05/2021
 Actualizado a 10/05/2021
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado trabajan coordinados con el Centro Nacional de Desaparecidos. | GUARDIA CIVIL
Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado trabajan coordinados con el Centro Nacional de Desaparecidos. | GUARDIA CIVIL
Solo durante el pasado 2020 y a pesar de las restricciones de movilidad derivadas de la pandemia, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad registraron 124 denuncias por desapariciones en la provincia de León, la mayoría de ellas en los meses sin estado de alarma, según se desprende del informe anual publicado recientemente por el Ministerio del Interior. «En la primera semana suelen aparecer el 64%, mientras que el 1,54% no se resuelven o tienen una perspectiva bastante negativa», asegura Carlos Fernández, sargento primero de la Guardia Civil y jefe del equipo de delitos contra las personas de la unidad orgánica de la Policía Judicial de León.

Respecto a las últimas, la provincia mantiene 20 denuncias de desapariciones activas, al no haber dado frutos por el momento la investigación. Algunas son de años próximos, pero otras se alargan en el tiempo. Solo la Comandancia de la Guardia Civil de León tiene nueve casos sin resolver, el primero de 1988 -una mujer de Bembibre- y el último del año pasado. Tanto la Benemérita como la Policía y los diferentes cuerpos siguen el mismo protocolo ante estas denuncias, coordinados por el Centro Nacional de Desaparecidos.

Para tramitar una denuncia de desaparición "no hay que esperar, porque se pierde el tiempo más interesante"  Una de las claves es no demorarse a la hora de poner en conocimiento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado una desaparición. «Muchas veces se oye por ahí que hay que esperar 24 o 48 horas para denunciar, pero lo importante es no esperar nada, todo el tiempo que se pierda desde que se produce una desaparición hasta que nos la comunican es el más interesante», confirma Carlos Fernández. «En el caso de una sustracción o de un secuestro, por ejemplo, todas las gestiones que se hagan en el primer momento son las que más fácilmente nos van a aportar algún indicio de qué es lo que ha ocurrido», apunta. En este sentido, afirma que «un familiar lo primero que tiene que hacer si alguien no ha vuelto a la hora habitual y tras descartar las opciones más cercanas como que no está con amigos, etcétera, es dar un telefonazo a nosotros o a quien corresponda con los datos principales, aunque la denuncia se ponga al día siguiente, porque ya empezaremos a movernos».

Una vez formulada la denuncia y aportando unos «datos mínimos obligatorios», tanto Guardia Civil como Policía establecen un señalamiento nacional, «de forma que en cualquier punto de España si una patrulla identifica al desaparecido vea que tiene un señalamiento», asegura. Después se empieza a establecer el perfil laboral o familiar del desaparecido y a recabar una serie de indicios con los que se establece una valoración del riesgo. También se lleva a cabo una inspección ocular, por ejemplo, «del coche que ha usado y aparece abandonado» o de los perfiles en redes sociales, algo «que hoy en día es muy importante porque muchas veces lo que nosotros vemos no es algo de lo que la familia tenga conocimiento», admite el sargento primero de la Guardia Civil. Ese es «uno de los mayores problemas que nos encontramos en estos casos», ya que familiares y allegados «normalmente suelen ser reacios a aportarnos algún problema que pueda haber, relacionado sobre todo con las drogas o algunas patologías de tipo mental».

Precisamente el trato con las personas cercanas al desaparecido por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado es otro elemento fundamental en este tipo de casos. «Lo que intentamos es empatizar con las familias y establecer un punto de contacto, porque es normal que quieran saber cómo va la investigación y tener la máxima información», cuenta Fernández.

El 64% de las desapariciones se resuelven en la primera semana, mientras que un 1,54% no llegan a aclararse  En el caso de que una investigación no dé frutos y no se logre localizar al desaparecido, la denuncia se mantiene activa, una situación que no cesa hasta que la persona aparece o hasta que cumpliese 110 años, cuando a pesar de no haber sido encontrada el caso prescribiría. Cuando se prolonga en el tiempo, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado mantienen la búsqueda a través de una serie de alertas: la primera a los siete días, después a los quince, a las tres semanas, al mes, a los tres meses y al año. «Una vez transcurrido un año, al menos de manera semestral, por nuestra parte se hace un barrido de los datos de la persona desaparecida en asuntos como la Seguridad Social, Hacienda, las redes sociales, se contacta con los familiares y se revisan las tarjetas de crédito o el teléfono móvil», detalla Carlos Fernández. «Todos los años en al menos dos ocasiones se revisa el caso», confirma.

La investigación se lleva a cabo, si no hay indicios de criminalidad, por las unidades territoriales correspondientes y «a partir de un tiempo sin avances, pasa a las unidades de Policía Judicial», que se harían cargo del caso desde el primer momento si se tratara de una desaparición forzosa.

Si no se localiza a la persona, la desaparición sigue activa y al menos dos veces al año se revisa por completo el caso  Cabe destacar que el protocolo establece tres tipos de desapariciones. Por un lado están las voluntarias, que no tienen condicionantes externos y son «personas que no desean ser encontradas». En esta clasificación se encuentran las fugas «cuando hablamos de menores» o mayores que «con plena capacidad» deciden desaparecer. Por otro, se encuentran las involuntarias, con el requisito de haber sido provocadas por una causa externa a la voluntad del desaparecido pero sin criminalidad, entre las que se encuentran, por ejemplo, «mayores que salen a dar un paseo y se desorientan». Por último, están las forzosas, referidas al ámbito delictivo o criminal.

Además, existe una base de datos de Personas Desaparecidas y Restos Humano sin Identificar (PDyRH) que permite cotejar muestras de ADN. «Muchas veces una persona no aparece pero al año o a los dos años se localiza un cadáver, entonces la información se introduce en esa base de datos y se realiza un cotejo», explica Carlos Fernández. Por su parte, el Centro Nacional de Desaparecidos se encarga de la difusión de las desapariciones, con dos alertas especiales. Por un lado la ‘Amber’, en el caso de menores de edad «que por circunstancias se considere que está en peligro su vida», a través de diferentes niveles. También existe la ‘Alerta mayor desaparecido’, referida a personas mayores y que trae consigo un eco mediático especial en un periodo de tiempo determinado.

Desapariciones reincidentes

Según el informe anual de personas desaparecidas, 45 de los episodios registrados en la provincia de León durante el año pasado eran reincidentes, es decir, hacían referencia a casos en los que las personas ya han sido reportadas como desaparecidas en más de una ocasión. «Las desapariciones reincidentes que nosotros tenemos habitualmente suelen ser de menores o personas con algún tipo de discapacidad o alteración psicológica», confirma el jefe del equipo de delitos contra las personas de la Guardia Civil de León. La mayoría son fruto de «conflictos familiares o familias desestructuradas, situaciones que a veces rozan el contexto delictivo», cuenta.

El informe del Centro Nacional de Desaparecidos cifra en 45 los episodios de reincidencia el año pasado  También existe un periodo del año en el que se registra un mayor número de desapariciones en la provincia, «normalmente en la época estival, cuando llega el buen tiempo», admite Carlos Fernández. Durante el año pasado, según detalla el informe, 17 desapariciones de las 124 denunciadas se registraron durante el primer estado de alarma –entre el 14 de marzo y el 21 de junio–, mientras que 29 fueron a partir del 25 de octubre, en la segunda etapa de alarma en vigor en todo el territorio nacional. Por tanto, una gran parte corresponderían a los meses de verano.

Por último, las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se encuentran en ocasiones con desaparecidos que muestran su deseo de no ser localizados. «Algunas veces nos ocurre que localizamos a alguien y nos dice que está bien, que se ha marchado voluntariamente y no quiere que su familia sepa nada de él, por lo que nosotros nos limitamos a informar a los denunciantes que esa persona se encuentra bien», asegura.

Eso sí, para dar por cerrada esa desaparición los investigadores tienen que comprobar que la persona se encuentra bien y es su voluntad. «Es muy importante cuando una persona es localizada o establece la voluntariedad de la fuga mediante una nota o un mensaje comprobar que ha sido redactada por la persona, y esa verificación tiene que ser en persona», confirma Carlos Fernández, recordando que «hace algunos años tuvimos un caso en el que la persona que estaba mandando los mensajes desde el teléfono de la desaparecida contando que estaba bien era el presunto autor del crimen».
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