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Las ventanas rotas

21/07/2018
 Actualizado a 18/09/2019
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Lo bueno suele atraer a lo bueno y lo mismo ocurre con lo malo. Hay excepciones, claro. Y también formas de revertir esta tendencia. La teoría de las ventanas rotas se basa en esta idea y se fijó a partir de un experimento que realizó Philip Zimbardo, un profesor de Psicología de la Universidad de Stanford, en los sesenta.

Zimbardo abandonó un coche en una de las peores calles del Bronx neoyorquino y, en poco tiempo, el vehículo fue abierto y robado. Al final, acabó destrozado, con el interior arrasado y los cristales rotos. El profesor hizo lo mismo en un barrio bien de Palo Alto, en California, y a este otro vehículo solitario no le pasó nada. Pero, después de una semana, Zimbardo cogió un martillo y rompió algunas de sus partes. En unos días, ese coche sufrió la misma suerte que el primero: fue robado y machacado. El visible abandono había animado a algunos a acabar de destruirlo.

Con esta misma premisa, los profesores James Q. Wilson y George L. Kelling publicaron un artículo que dio nombre a la teoría y en el que daban un ejemplo muy visible: si un edificio tiene una ventana rota y no se repara, los vándalos romperán más y, finalmente, es posible que alguien acabe entrando dentro y prendiéndole fuego.

No sé si los gestores de los espacios públicos y los políticos conocen la teoría de las ventanas rotas. Ojalá que sí. En todo caso, es evidente para todos que si en una pared aparece un grafiti -de los feos, no como los que hacen DadosPuntoCero, Asier o Smog- y no se limpia, pronto aparecerán muchos más. O, que si en una esquina hay basura y no se retira, se convertirá en un pequeño vertedero.

Por eso, entre las propuestas de la teoría de las ventanas rotas está la de que es mucho mejor arreglar un problema cuando todavía no es demasiado grande. También defiende que los lugares bien cuidados y atendidos provocan una disminución de los actos vandálicos y que hay que erradicar la pequeña delincuencia para evitar que crezca.

En verano, los pueblos se llenan de gente (yo voy a las fiestas del mío este fin de semana) y sería interesante contar las ventanas rotas que veamos. Así sabremos cómo estamos de abandonados.
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