Las posibilidades de León en el desarrollo del hidrógeno verde

La Junta identifica el Bierzo, junto al proyecto previsto para La Robla, como área de producción

Ical
19/09/2021
 Actualizado a 19/09/2021
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La Junta ha identificado tres áreas para el desarrollo de proyectos de producción de hidrógeno verde en Castilla y León. Se trata del Bierzo y el norte de León, con iniciativas que se vinculan al proceso de transición energética justa; un eje asociado a la localidad vallisoletana de La Mudarra y incluye zonas de Valladolid, Salamanca y Zamora, y la franja comprendida entre Burgos y Soria. Son tres ‘valles de hidrógeno’, considerados así por la Comisión Europea, y que han sido seleccionados por sus posibilidades de producción, distribución, transporte y uso, según señaló a la agencia Ical el responsable de Ahorro y Eficiencia Energética del Ente Regional de la Energía (EREN), Roberto Getino.

El Bierzo y el norte de León disponen de una gran cantidad de recursos para la producción de energía renovable y las condiciones técnicas para evacuar el hidrógeno de forma teóricamente “sencilla y barata”. El segundo polo, ubicado en el centro-oeste de la Comunidad es un valle de hidrógeno en el que también destaca la instalación de abundante potencia renovable y por el que transcurre un gasoducto y algunas de las carreteras más importantes para conectar con Europa y, de este modo, hacer más fácil la evacuación del producto.

Por último, la Junta promueve también un eje entre Burgos y Soria que, como los anteriores, tiene instalada gran potencia renovable, una industria fácilmente asociable al hidrógeno, y cuenta también con un gasoducto y la salida por tierra. “Los tres ejes generarían toda la cadena de valor y actividad de los calificados como 'valle de hidrógeno'”, sostiene.

La Comisión Europea pretende también ligar a estos proyectos el impulso de la I+D+i sobre energía en cada una de las zonas por lo que se promoverá la participación en las iniciativas de las universidades de León, Burgos y del centro tecnológico Cidaut, vinculado a la Universidad de Valladolid en cada una de sus áreas de influencia.

“Tenemos tecnología suficiente para producir hidrógeno verde, siempre que tengamos potencia renovable. Tenemos muchos recursos, tanto eólicos como fotovoltaicos y esa es nuestra ventaja competitiva”, explica Getino, quien insistió en el interés del Ejecutivo autonómico por promover proyectos para producir y exportar energía en forma de hidrógeno verde y convertir a la Comunidad en un importante polo industrial vinculado a esta materia prima.

La Robla, el proyecto más maduro


Independientemente de estos polos que podrían confluir en el desarrollo del hidrógeno verde, a día de hoy existe un proyecto que es el más maduro y que se ubica en la antigua central térmica de La Robla (León), liderado por Enagás y Naturgy, y que en resumen permitirá comercializar esta materia prima, vía marítima, desde el puerto gijonés del Musel a Rotterdam, para su utilización más tarde en empresas alemanas.

La Unión Europea lo califica como “estratégico”, lo que abre al promotor bastantes puertas al constituirse como un ‘hub’. “Tenemos un punto importante de producción de renovables en esa zona de León y está muy cerca del Cantábrico”, expone Getino. El proyecto está planteado para producir hidrógeno en una primera y segunda fase, transportarlo al puerto y más tarde por barco, llevar el hidrógeno a la ciudad neerlandesa. Para su traslado, el hidrógeno producido en La Robla se mezcla con un líquido orgánico denominado técnicamente LOCH (en inglés, Liquid Organic Hydrogen Carriers), que es la forma más fácil de llevar una gran cantidad de hidrógeno en cisterna. Una vez en Países Bajos “se deshidrogena”.

Para esta iniciativa se proyectan unos 400 megavatios de energía fotovoltaica y una planta de 60 megavatios de electrólisis en una primera fase, ampliables hasta 200 en una segunda. Además, se construirá un hidrogenoducto de 3,5 kilómetros para inyectarlo a la red de gasoductos. Está previsto que se generen en torno a 9.000 toneladas de hidrógeno al año, movilizando una inversión aproximada de 420 millones de euros. El proyecto se encuentra en fase de tramitación de licencias.

Cuando esté en funcionamiento debe ayudar a cumplir la hoja de ruta energética de la Unión Europea que pretende instalar al menos 6.000 megavatios de potencia para 2024, un hito difícil de lograr por la ausencia de la tecnología de electrolizadores, y de 40.000 megavatios para 2030, de los que el 10 por ciento corresponden a España. Sin embargo, los expertos consideran que el plazo se rebasará y no se podrán cumplir lo previsto en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) presentado por el Gobierno a Bruselas.

Los objetivos son ambiciosos para una tecnología recién nacida y que aún se enfrenta a enormes dificultades. Al contrario que el petróleo o el gas natural, el hidrógeno es un “vector energético”; es decir, que hay que fabricarlo, “hacer algo para obtenerlo”. Una de las maneras es a partir de la disociación de la molécula de agua mediante un proceso de electrólisis, obteniendo hidrógeno por un lado y oxígeno por otro. Si la energía necesaria para este proceso es renovable se obtiene hidrógeno verde, es decir, que no produce emisiones, explica Ohiana Goicoechea, responsable de proyectos de Hidrógeno en Naturgy. Una vez generada esta energía se convierte en electricidad renovable sin ningún tipo de contaminación ni de emisión.

Posibilidades para FEVE


“El hidrógeno verde es muy prometedor”, aventura a Ical el secretario general de CEOE Castilla y León, David Esteban. Su producción a gran escala abre grandes expectativas de desarrollo en varios frentes. En el energético, donde puede mezclarse con gas natural y reducir así las emisiones. Ahora la ley permite un aporte de entre el 5 y el 15 por ciento, pero la tendencia es llegar al 20 por ciento. También abre muchas posibilidades en el plano industrial porque sus componentes y materiales de transporte deben desarrollarse. En Burgos, por ejemplo, una empresa ya fabrica componentes para trabajar “a muy alta presión, con tecnología bastante avanzada en tuberías, válvulas especiales y compresores”.

Esta fuente de energía abre además muchas posibilidades al transporte pesado o ferroviario, en las líneas de difícil electrificación por la orografía. En este sentido, España quiere poner en marcha dos líneas comerciales de tren de media y larga distancia movidas con hidrógeno. Getino intuye que alguna de ellas será de FEVE, “porque hay muy pocas posibilidades más”.

Tampoco descarta la utilización de esta energía como combustible en la automoción, si bien es cierto que se enfrenta a un competidor como es el vehículo eléctrico. Al respecto, Ohiana Goicoechea cree que existen algunos desarrollos industriales que “muy difíciles de electrificar”. Pone como ejemplo los procesos calorintensivos, que no disponen de alternativa eléctrica libre de emisiones. “El hidrógeno es la única vía de acceso a la descarbonización. El mix energético es variado y se debe trabajar en complementar unas energías limpias con otras para cubrir todas las demandas de la forma más eficiente y sostenible”, comenta. Igualmente, advierte de que para alcanzar los objetivos climáticos fijados es necesario acelerar el despegue de los proyectos de hidrógeno, para lo que es “imprescindible el impulso” de los fondos del Plan de Recuperación.

En la misma línea apunta a Ical el responsable de Desarrollo Global de Hidrógeno en Iberdrola, Jorge Palomar, quien destaca que en Castilla y León la apuesta de la compañía se dirige hacia la industria más pequeña, que “puede ser consumidora de hidrógeno verde”. En este sentido, incide en que se puede utilizar para descarbonizar procesos técnicos. Iberdrola ha firmado un convenio con Renault para electrificar sus fábricas de Valladolid y Palencia y, en esta planificación, “el hidrógeno verde puede ser una solución para aquello que no es electrificable y donde tiene más sentido técnico”. Es una solución híbrida”, comenta. Además, expone que algunas ciudades de Castilla y León “se están planteando flotas de autobuses de hidrógeno combinados con eléctricos para determinados usos”.

La otra cara


El profesor Andrés Melgar, de la Escuela de Ingeniería Industrial de la Universidad de Valladolid (UVa), augura que el destino más utilizado será el sector del transporte. “El problema es que ocupa mucho espacio. La pregunta es, ¿cómo tener almacenado mucho hidrógeno? Unos depósitos de hidrógeno ocuparán bastante espacio. Para llevarlo a 700 bares estructuralmente tienen que fabricar un material resistente o que pese”, incide.

Con las baterías “competiría bastante bien”. En todo caso, el coche eléctrico está bastante desarrollado y los que funcionan con motor de pistones con hidrógeno “están en el mercado pero es difícil que se impongan”. También vaticina que el sistema de almacenamiento lo convertirá en un vehículo “caros”, pues es “su gran laguna”. “Pero tienen un futuro esperanzador”, corrige.

Otra de las alternativas, asegura Melgar, es convertir el hidrógeno en amoniaco, que ya tiene hidrógeno, pero “quema muy lentamente”. Se transporte como el butano y se convierte en líquido fácilmente, lo que facilita su transporte. Sin embargo, el amoniaco “es mucho peor combustible y más caro, aunque el hecho de transportarlo en líquido le da posibilidades”.

El experto pronostica que en las ciudades se apostará por el uso del vehículo eléctrico, pero para un camión es “impensable, porque las baterías ocuparán mucho y tendrán poca autonomía y es muy difícil que le muerda cuota a los combustibles convencionales”. “Es complicado que los camiones acaben siendo eléctricos porque se necesitan potencias brutales, como el avión o el barco, porque ahora mismo no está resuelto el problema. Pero si se consigue electrificar todos los turismos en las ciudades estarás reduciendo bastante la huella”, afirma optimista.
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