Las muñecas de famosa crecieron y no volvieron al portal

La joven periodista Noemí Carpintero se incorpora a la nómina de autores del serial 'El Decaleón' de La Nueva Crónica

Noemí Carpintero
30/04/2020
 Actualizado a 30/04/2020
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Si tu muñeca tuviese vida humana no podría sostenerse en pie. ¿Dónde quedaron aquellas realistas muñecas que se asemejaban al verdadero cuerpo de una niña? ¿Dónde están las Barriguitas, las Repollo o las muñecas de Famosa con las que tanto jugaron nuestras madres y abuelas? Parece que ellas ya crecieron, sus ‘quiquis’ de bebé se transformaron en las largas cabelleras rubias de Frozen, a los patucos de punto les salieron las plataformas de las Bratz y el eyeliner comenzó a delinear los ojos de esas muñecas que, sin embargo, continuaban siendo las más fieles compañeras de niñas que aún no las han dejado el tiempo necesario para crecer.

Mientras las modelos de las pasarelas iban perdiendo curvas, las muñecas se iban desinflando poco a poco, ajustándose a esos cánones de belleza de las personas de carne y hueso que al parecer sus cuerpos de plástico también debían seguir. Sus piernas empezaron a ser tan delgadas que era imposible que se sostuvieran en pie sin ayuda y sus pechos, de dimensiones desproporcionadas frente a la estrechísima cintura, se mantenían en eterna lucha contra la ley de gravedad.

Esas pequeñas de apenas dos años de edad veían en su compañera de vida todo aquello que ella misma debería llegar a ser en el futuro: delgada («pero sin marcar huesos que pareces enferma»), con una larguísima melena («siempre brillante lisa y cuidada»), cutis perfecto («las muñecas no tienen arrugas, granos, ojeras y ni siquiera líneas de expresión»), zapatos altos («que sino el vestido no te queda bien») y la tan imperante cobertura de maquillaje («no te cuesta nada ponerte un poco de corrector que pareces cansada»).

Pr(e/i)sión invisible que nos acompaña desde que nacemos sin apenas darnos cuenta. Si preguntamos en una clase de infantil qué quieren ser de mayor los niños responderán futbolista, banquero, policía o incluso youtuber. Las niñas quieren ser modelos, bailarinas, peluqueras, fotógrafas o actrices. Todas ellas profesiones dignas y respetables, pero con claros matices diferenciadores que hacen que sean ellos o ellas quienes las escojan.

Un 85% de las mujeres que aparecen en los anuncios de televisión son jóvenes delgadas y atractivas, reflejo de los cánones de la sociedad, que sirven de «adorno» del producto que se intenta vender, ya sea una barrita de cereales o un perfume. En el caso de los hombres, la cifra se reduce a un 60%, ya que el otro 40% se trata de hombres «reales».

Solo visibilizando estos sutiles mensajes que nos llegan podremos erradicar estos estereotipos y salir de una vez de la jaula.
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