Las metáforas las carga el diablo

Un día atravesábamos Babia, nada parecía romper la armonía verde que nos rodeaba cuando Mauri pegó un frenazo, mal aparcó y cámara en ristre se fue a hacer una foto que había visto. Una caravana metida en un cercado y una pintada en la pequeña pared que la inmovilizaba: «Euribor, hijoputa».

Eran aquellos años duros —dicen que se parecían mucho a estos— en los que cada vez que el telediario hablaba de economía era para matarnos. Y el gran protagonista era el euribor, una palabra que no conocíamos de nada y que se convirtió en la panacea de todos los miniatracos que nos pegaban. «Es que ha subido el euribor», nos decían con cara de circunstancias en el banco cuando preguntábamos enfadados por qué nos habían subido 70 euros la cuota mensual del crédito.

El euribor lo tapaba todo y el babiano no aguantó más la engañifa y cogió airado el spray.

Esta vez era el Páramo donde se repitió el frenazo, el mal aparcamiento y la cámara en ristre. Nuevamente dos palabras nos contaban la realidad que estamos viviendo, esta vez sin haber buscado la metáfora, simple casualidad, pero las metáforas las carga el diablo.

En Babia había rabia. En El Páramo hay razón, hay un grito para que lo escuchemos. Las PCR pueden desembocar en el cementerio, lo han hecho en casi un millón de casos. No lo olvides. No es broma.

Por más que sea lícita una sonrisa al ver la foto.