Las heróicas discotecas pioneras

La evolución y la tendencia empujó a la sustitución de la música en directo por el disco, con lo que, tímidamente, casi en la clandestinidad surgieron las primeras discotecas de León

Carlos del Riego
27/08/2020
 Actualizado a 27/08/2020
La orquesta del Club Radio, que se llamaba Radio Club, en 1967.
La orquesta del Club Radio, que se llamaba Radio Club, en 1967.
El concepto de discoteca llega a León a finales de los años sesenta. Hasta entonces lo que había eran salas de fiestas con orquesta. La evolución y la tendencia empujó a la sustitución de la música en directo por el disco, con lo que, tímidamente, casi en la clandestinidad, surgieron las primeras discotecas de León. Y es que, a pesar de que contaban con sus incondicionales, la autoridad siempre miraba con recelo este tipo de locales.

Como antecedente puede citarse la sala de fiestas Universal, un local que ya funcionaba en los cincuenta y estaba al final de La Condesa, justo al comienzo del puente de los leones; también era cafetería, restaurante e incluso cabaret con espectáculos ‘picantes’. Tenía una ‘jukebox’, gramola o máquina de discos, de aquellas que metías una moneda (dos reales, una peseta, un duro) y seleccionabas un par de canciones. Así aparecieron otros locales de ocio nocturno y para mayores, como el Sultán o el Siroco, salas donde sonaba la música, donde se ponían discos, aunque los clientes no iban precisamente a bailar al ritmo de los últimos éxitos, sino que acudían mucho más a mirar que a escuchar.El primer local que abrió en León con ambiente de discoteca, con música y baile, fue el Club XII, que estaba en Ordoño y era bastante pequeño, a pesar de lo cual tenía su escenario, por donde pasaron grupos tan importantes en los sesenta como Los Canarios o los Pop Tops. Pero la mayor parte del tiempo lo que sonaba eran discos con los que la gente (la más atrevida, eso sí) se arrancaba a bailar. No serán muchos los leoneses que conserven recuerdos del Club XII.También podía presumir de ser de las primeras en llamarse discoteca el Apolo XI, situado al lado de las (ya inexistentes) vías de tren del crucero, en la calle Dr. Fleming. Esta disco se popularizó muy rápido, de modo que en los primeros años setenta era de las más concurridas. Allí se daban cita muchos ‘niños pera’ y muchas ‘niñas pijas’…, según los que no la conocían o los que no tenían éxito en la pista de baile. Y es que el Apolo cogió fama de ser un lugar ideal para ‘hacer faena’, o al menos esa era la creencia entre los que estaban en el ajo, ya que raro era el parroquiano que no divulgaba sus presuntos ‘triunfos’ para no parecer un ‘pringao’; tanto que se llegó a decir que quien iba al Apolo y nada de nada era un verdadero primo, un inútil. No faltaba la figura del triunfador (sobre todo si se hacía caso a los rumores), y seguro que muchos y muchas de los que entonces eran habituales recordarán a dos de ellos, dos tipos cuya presencia en la discoteca era seguida como si de grandes estrellas se tratara. También fue un personaje conocido en la noche leonesa el portero, al que llamaban ‘Pecholobo’, que había sido boxeador. La música del Apolo XI era bastante común, predominando la música ‘chicle’ y dando mucho tiempo para el lento con, sobre todo, los cantantes melódicos italianos tipo Riccardo Cocciante (con aquella ‘Bella sin alma’) o Nicola di Bari. En la calle República Argentina se ubicó una de las salas de fiesta más populares de la década de los sesenta, el Acapulco, el cual era frecuentado en sus principios por un público más entrado en años. Sin embargo, posteriormente fue ‘invadido’ por la juventud leonesa, por lo que terminó convirtiéndose en el Student´s. Este local tuvo éxito desde su apertura, ofrecía actuaciones tanto de orquestas como de conjuntos músico-vocales (leoneses, nacionales e incluso internacionales), aunque siempre había tiempo para los elepés y los singles, con lo que derivó inevitablemente en discoteca propiamente dicha. No pocos mozos (as) leoneses descubrieron la noche en el Student´s. ‘El baile de todos los estudiantes’, decía su publicidad.

Justo al otro lado de la manzana, mirando a la Pícara Justina, estaba otra histórica de León, el Club Radio, donde lo habitual era el baile con orquesta, cantante, conjunto…, y donde era muy apreciada la sesión de los jueves por la tarde, ya que era jornada de descanso para muchas asistentas, niñeras y trabajadoras en casa ajena.

El Garden, en el barrio de El Ejido, fue otra de las pioneras, pues era cien por cien discoteca. Anteriormente había sido un salón de baile donde las parejas ‘formales’ iban a bailar pasodobles, coplas y similares. Pero en 1973 abrió sus puertas como Garden, logrando atraer a mucha juventud leonesa. Tenía muy escasa competencia y ofrecía como gran novedad el ambiente de discoteca que proporcionaban las luces sicodélicas de colores, los flashes, la imprescindible bola espejada, la música pensada para bailar…, además de muchos recovecos a los que jamás llegaba la luz. Todo esto llamó la atención de los noctámbulos habituales y de los que alcanzaban el mínimo de edad necesario para entrar en las sesiones nocturnas. El Garden tuvo su momento y su atractivo.

No se puede dejar de mencionar a la ‘discoteque’ Pussy Cat al hablar de las pioneras. Fue un local muy apreciado por los amantes de la noche, aunque también por los adolescentes que deseaban comprobar por sí mismos ese nuevo entorno. Como dato a recordar puede señalarse que el Pussy fue el primer sitio en León donde sonó el clásico de los sesenta ‘In a gadda da vida’ de los estadounidenses Iron Butterfly; se cuenta que la pieza gustaba mucho y el personal preguntaba por ella, sin embargo, la sala mantenía el misterio y no desvelaba el nombre del grupo, e incluso tapaban la etiqueta del disco cuando giraba en el plato para que nadie supiera qué era aquello que sonaba tan encantador…

Mucho han cambiado las cosas desde entonces, sobre todo los medios, los equipos de luz y sonido, la música y la forma de reproducirla…, sin embargo, el concepto de discoteca se mantiene pasado tanto tiempo.
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