Las generaciones del repique se pasan el relevo en Santa Marina de Torre

El octavo encuentro de campaneros reunió a 23 protagonistas, entre ellos un niño de 11 años, una mujer y el veterano, de 88 años, tres ejemplos de que el campanario no es solo nostalgia

Mar Iglesias
16/08/2022
 Actualizado a 16/08/2022
Foto de familia de los campaneros participantes en el encuentro. | CARQUEIXA
Foto de familia de los campaneros participantes en el encuentro. | CARQUEIXA
La Asociación Cultural Carqueixa del Bierzo, de Santa Marina de Torre del Bierzo, volvió a ser escenario del ya consolidado Encuentro de Campaneros Reino de León que este año se recuperaba de la pandemia en su octava edición de la mano de 23 protagonistas. Aunque se esperaban 25, finalmente no se completó ese número, pero las peculiaridades del evento, que coincide con la tradicional fiesta de "casados", pudo más que el número.

La fiesta de "casados" tiene su origen a principios del siglo pasado, cuando eran ellos los que costeaban la fiesta del 15 de agosto y después se disputaban en un partido y en el juego de la rana. Todo ese proceso se mantiene vivo, como el tañer de las campanas, que la agrupación quiere mantener. Su presidente, Melchor Moreno considera que no solo es un encuentro nostálgico, sino que pone en valor la comunicación a través de las campanas, que aún hoy sirven para llamar a concejo o tocar a muerto. Y que, recuerda como anécdota, en los años 60 sirvieron para que no se perdiera el retablo y las piezas valiosas de la iglesia. Fue la señora Carmen, relata, la que, un día en medio de verano, cuando el pueblo estaba en la era de majada y comenzaba a bajar, vio que el cura metía en un camión las imágenes de la Iglesia de Santa Marina.

Tras poner su carro frente al camión para impedir ese traslado, subió al campanario y avisó a todos los vecinos que aceleraron su bajada al pueblo para defender su patrimonio y poder conservarlo. Es lo que intenta Carqueixa precisamente, que su patrimonio, el legado de sus campanas y sus campanarios sigan vivos "tenemos que conservarlo", dice Moreno. Lo hace comprometido y con la satisfacción de ver el encuentro entre generaciones que las campanas de Santa Marina suponen y que deja claro que "hay relevo".

Esta edición comenzó rindiendo homenaje a los campaneros fallecidos desde el último encuentro con un repique. Fueron 11, uno de ellos de Santa Marina, otro de La Ribera y el resto de Zamora, donde hay un movimiento importante de campaneros. En esta edición, de hecho, participaron cinco de esa provincia y otros cinco de Villavante, también pueblo campanero.

En esta ocasión, como novedad, participó una campanera, Inmaculada Vega, que venía de Zamora y que procede de una familia de campaneros. Su marido y su hijo, de 12 años, también saben cómo hacer sonar a las campanas. El nombre de mujer lo puso ella en el campanario, donde también tocó Axel Rodríguez, el campanero más joven, con solo 11 años, natural de Folgoso de la Ribera. Hubo también participación de otro joven de 16 años de Villavante, y , a su lado, el veterano campanero José Álvarez Nieto, de 88 años, al que ya le costó acceder al campanario, aunque para eso estaban sus dos bastones, sus nietos, que vuelven al pueblo para seguir la tradición del abuelo, uno de ellos de San Pedro Castañero.

Los participantes tocaron a fuego a la patatera, a la alborada, tocaron volandera, pero sobre todo a fiesta y procesión, porque era lo que tocaba en un día festivo que llenó Santa Marina de gente. Muchos llegaban del Bierzo Alto, pero también de León y Zamora, convirtiendo este encuentro en una recuperación de un idioma, el de las campanas, que aún se deja escuchar desde lo alto de las iglesias rurales.
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