El exilio y la represión sufrida por las mujeres republicanas leonesas fue el protagonista de la ponencia presentada en el curso ‘Historia y memoria’ por la historiadora leonesa y profesora de la ULE Beatriz García Prieto, bajo el título de ‘Las mujeres leonesas ante el exilio interior y exterior’.
Como apuntaba el título de la charla Rodríguez dividió su análisis en dos partes, una dedicada al exilio interior otra al exterior, con las características peculiares de cada cual. Recordó la historiadora en Valencia de Don Juan que «tras el golpe de Estado de julio de 1936, la provincia leonesa quedó en manos de los sublevados a excepción de una parte de las comarcas del Bierzo, Laciana y un sector de la montaña leonesa que se mantuvieron fieles a la II República hasta finales de octubre de 1937». Esa situación supuso que a estas zonas leales y también a la vecina Asturias «acudieron numerosas mujeres acompañadas de sus familiares huyendo de la represión indiscriminada de los ‘nacionales’. Estas huidas que podemos calificar de ‘desbandá a la norteña’ se acentuaron con el avance rebelde». Y este éxodo masivo y obligado tuvo diferentes etapas que Beatriz García Prieto analizó en su ponencia: «En un primer momento, los traslados se hicieron de forma «masiva», a través de las vías de comunicación habituales y seguidos por las bombas enemigas. El peligro que atañía esta actuación tan expuesta llevó a la creación de auténticas redes de evasión, que organizaron partidas más reducidas a través de sendas montañosas menos conocidas y vigiladas».
Pero la caída del Frente Norte supuso una nueva y más complicada situación para estas mujeres, las llamadas ‘evadidas a campo rojo’: «Muchas fueron hechas prisioneras de guerra y acabaron en los centros de reclusión franquistas. No obstante, no todas las encarceladas pudieron cumplir las penas impuestas por ‘rebelión militar’ en León, muchas de ellas fueron trasladadas a prisiones lejanas como Saturrarán, Amorebieta, Palma de Mallorca o la madrileña Ventas».Se buscaba con estos destinos una ‘pena añadida’ a la que ya sufrían, el desarraigo de su tierra, de sus familias, de su entorno. «Las autoridades carcelarias buscaban un mayor desarraigo en las féminas, un efecto que se incrementó en aquellas que al recibir la ‘libertad’ –atenuada, condicional o indulto– fueron condenadas al destierro debido a los informes negativos redactados por las autoridades de sus localidades de origen, que no las aceptaban por considerarlas ‘peligrosas’».La explicación de este tipo de circunstancias por las que pasaron decenas de mujeres ocupó la primera parte de la ponencia de Beatriz García Prieto dedicada al «exilio interior», es decir, «al que sufrieron las leonesas dentro de su propio país». Pero otras muchas tuvieron que abandonar su país, tuvieron que enfrentarse a la expatriación para huir de la guerra y la represión de la dictadura que las perseguía. «Algunas de ellas perdieron la vida por intentarlo, pero otras lograron llegar a destinos como Francia o Latinoamérica. La acogida en el país europeo fue fría y dura, siendo separadas las familias y las mujeres en campos y edificios destinados a refugiadas y niños, de los que solo podían salir si eran reclamadas por sus maridos o si lograban encontrar un precario trabajo con el que sobrevivir», explicó García Prieto antes de reflexionar sobre la precaria situación que tuvieron que soportar: «La penuria económica, junto con la diferencia cultural existente y la propaganda derechista contraria a las españolas, pusieron muy difícil la integración de las «apátridas». La situación empeoró aún más cuando los nazis ocuparon el territorio galo, ya que varias españolas implicadas en la lucha antifascista –en la guerra de España o en la Resistencia francesa– regresaron o fueron internadas en los campos de concentración, como fue el caso de la leonesa Marcelina Balín». Avanzó la ponente en el tiempo y explicó que con el fin de la II Guerra Mundial la convivencia franco-española mejoró, «pero también se produjo una vuelta a los roles de género femeninos; disminuyendo la participación política visible de las mujeres, pero no su implicación contra la Dictadura de Franco que se mantuvo con las ayudas a los represaliados por el franquismo. La acogida en Latinoamérica, destacando México, fue más calurosa y empática, tanto por parte del gobierno de Lázaro Cárdenas, como por las asociaciones de ayuda al refugiado creadas por las organizaciones políticas en el exilio».
Finalmente explicó cómo la vida de las exiliadas se ‘normalizó’ de forma más rápida, con algunos ejemplos con nombre y apellidos: «Pudo ejercer como farmacéutica en el caso de la leonesa Salomé García-Lorenzana, como maestra si hablamos de Dorotea Pascual Monge, como sirvientas o amas de casa que desempeñaban trabajos a domicilio, que fue la condición de la mayoría de las exiliadas».
A nivel político, las militantes en partidos y sindicatos mantuvieron su compromiso «dentro de los ‘límites de género’, el resto no olvidaron a los represaliados por el franquismo y enviaron ayudas a favor de este colectivo, para el que pidieron internacionalmente la amnistía».
"Las féminas soportaron el castigo añadido del desarraigo"
Las mujeres leonesas republicanas sufrieron un duro exilio interior y exterior, que fue analizado este martes por la profesora leonesa Beatriz García Prieto en una de las ponencias del Curso Historia y Memoria que sigue celebrándose en Valencia de Don Juan a lo largo de toda la semana
21/07/2021
Actualizado a
21/07/2021
Lo más leído