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Las cosas de la política

29/01/2023
 Actualizado a 29/01/2023
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Los hay que quieren seguir y los hay que no y a ningún precio. Son los menos. Y los hay que quieren llegar a un cargo público como sea. Dando codazos o atentando contra la dignidad de los que están. Que pasa muy a menudo. Y ocurre porque el diabólico mamoneo es tan cíclico como perverso cada cuatro años. El objetivo concluyente y retorcido es figurar en la denominada primera línea, aunque se sea un zote o un trapisondista. Y en tiempo de elecciones –que ahora toca– tienen lugar, multiplicadas, estas cosas.

Confeccionar las listas en unas municipales –mayo está a tiro de piedra– siempre crea un batiburrillo de muchos perendengues. Los rumores, los dimes y diretes –en definitiva los contubernios– están a la orden del día. El ‘que me han dicho’ y ‘lo que yo te diga’ campea en barras de bar, cenáculos de medio pelo y corrillos esquinados y con tintes conspiratorios. En León, como en todas las partes, viene sucediendo desde primeros de año. El cotilleo, en el mejor de los casos, no entiende de cortapisas. Los chismes y las descalificaciones, menos aún.

Luego, están los que se arriman con descaro al horno de las apetencias, para vivir más calentitos y al abrigo de corrientes cruzadas. Que el frío, a veces, quema. Y no es un contrasentido. Y si toca decir estupideces, también se dicen. Tampoco hay problema. La irónica ‘Negrilla’ de este periódico, el pasado miércoles, denunciaba, sin citar nombres por innecesario, las osadas prácticas jabonosas por parte de una concejala de la municipalidad leonesa, hacia su posible madrina y futura jefa. En rueda de prensa. A tumba abierta. Sin despeinarse. En román paladino, haciéndole la rosca más aceitosa, en la sartén de las vanidades de la candidata.

Después, entra en el juego el asunto de las imposiciones. Que esa es otra. No sorprende ni es nuevo escuchar, que a fulanito le fuerza el partido a incluir en su candidatura, a alguien que nunca fue de su ‘cuerda’. Más bien de la cuerda de quien lo quiere imponer, porque así, el que lo pretende, siempre tendrá, en el sentido literal de la expresión, un topo dentro. Un soplón. Cuentan que eso ya se está intentado en las entrañas de una formación, que, debido a sus vaivenes y manifiestos errores, no atraviesa por sus mejores momentos. Por ejemplo, problemas en algún ayuntamiento, donde hablan de nepotismo sin veladuras y que podría acabar como el rosario de la aurora. A palos.

Lo curioso de todo ello es que las miserias politizadas nunca tienen fin. Se repiten y se repiten cualesquiera que sea el precio. Hay cartera. En ese enrevesado mundo, y salvo excepciones muy honrosas, cada uno va a lo suyo. En resumen, que a estas alturas de la historia, el añorado ‘fair play’, en política, está por los suelos.
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