Alfonso B&W

Las cañerías de la sociedad

23/11/2017
 Actualizado a 14/09/2019
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Nunca he sido muy partidario del uso de las redes sociales. Pese a que me han servido en los últimos tiempos para retomar el contacto con algunos amigos de juventud, lo cierto es que en general comparto la visión del maestro Rubén Amón, que el otro día se refería a estas herramientas como las «cañerías de la sociedad». Las redes sociales sirven para que cualquiera pueda defecar palabras a través de su teléfono móvil y celebrar por ejemplo la muerte de una persona por el mero hecho de no compartir sus opiniones. Escribir en las redes sociales no cuesta dinero y es inmediato, se puede hacer sin pensar previamente y eso provoca que los bajos instintos y los calentones estén presentes en el muro de muchos habituales de estos parlamentos tecnológicos, en los que el nivel del debate es aún más bajo que en los escaños que ocupan los gestores de la cosa pública. Las redes sociales sirven para criticar el peso del aparato de un partido político si el resultado que dejan las urnas no es el esperado, aunque también para celebrar la fiesta de la democracia militante si gana aquel que puede llenar el pesebre del propietario del muro en cuestión. Es la demagogia habitual en estos casos, pero los peores son aquellos que llenan su bocona y sus perfiles sociales con la defensa de los intereses de los leoneses y al mismo tiempo admiten en privado que su único objetivo vital es acabar con la carrera de uno de sus compañeros de partido y que no escatimarán ni trabajo ni dinero para conseguirlo. Y es gente que sólo merece irse por el desagüe de la política.
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