Las bodas bercianas se aplazan pero confían en realizarse este año

La gran mayoría de parejas con enlaces previstos para esta primavera se resisten a cancelarlas y optan por aplazarlas al otoño

ICAL
11/04/2020
 Actualizado a 11/04/2020
Salones de la empresa Cat&Rest en el barrio de La Martina. | ICAL
Salones de la empresa Cat&Rest en el barrio de La Martina. | ICAL
Con la llegada de la primavera, el sector de las bodas afronta cada año su temporada alta. Sin embargo, la pandemia causada por el coronavirus Covid-19 mantiene este año confinados en sus hogares a la mayoría de ciudadanos y obliga a posponer muchas de estas ceremonias. En medio de la incertidumbre que rodea a todas las actividades económicas ante esta alarma sanitaria, los profesionales dedicados a los eventos valoran que la mayoría de parejas no opten por la opción de anular su boda sino que la aplacen a fechas más tardías. “No sabemos si es por el aumento de la convivencia o por lo que sea, pero muchos están reafirmando su compromiso”, explica Manuel Reguera, gerente de El Oro de Roma, uno de los principales establecimientos del sector en la comarca del Bierzo. Como consecuencia, hay una “frase esperanzadora” en boca de muchos de los que tenían programado darse el “sí, quiero” en los próximos meses: “Yo me caso este año sí o sí”.

En ese sentido, Reguera explica que “hay gente que sigue agarrándose a fechas de julio y agosto”, aunque la mayoría de las parejas están optando por buscar nuevas fechas en los meses de septiembre y octubre, en función de su grado de preocupación. En este establecimiento, que dispone de tres salas de gran tamaño, sólo se ha cancelado una de las bodas previstas, que se retrasa hasta el año próximo. El resto se han pospuesto al otoño, una temporada que los establecimientos consideran que será “terreno despejado” para este tipo de celebraciones.

Al respecto, las dimensiones de este complejo, cuya sala grande tiene un aforo legal para 1.068 personas, son una de las bazas que El Oro de Roma puede jugar en los próximos meses a la hora de acoger algunas de esas celebraciones pospuestas. A la espera de que el fin del confinamiento vaya acompañado de nuevas normativas que limiten el aforo en los locales públicos, el gerente del complejo admite que disponer de tres salas de gran tamaño es un “beneficio indudable” frente a otros locales de dimensiones más reducidas. “Nuestras salas tendrán más fácil que otros el cumplir con esas nuevas normativas”, explica Reguera, que adelanta un descenso en el número de invitados en las ceremonias que se celebren durante los próximos meses.

Al respecto, recuerda que en las instalaciones debía haberse celebrado una boda el pasado 14 de marzo, día en que entró en vigor el estado de alarma. Aprovechando la circunstancia de que algunos familiares de la pareja trabajaban en la Inspección de Sanidad, el local y los clientes diseñaron de manera conjunta una estrategia que incluía medidas sanitarias como controles de temperatura para el personal, gel higienizante en los baños y una “separación brutal” entre comensales en las mesas. “Al final conseguimos convencer a los novios de suspenderla, el día anterior, horas antes de que se publicara el Boletín”, explica el responsable de las instalaciones, que recuerda que 50 de los 130 invitados previstos, muchos procedentes de Madrid, ya habían anunciado su baja. “Fue lo mejor que podíamos hacer, no quiero pensar lo que podía haber pasado”, valora Reguera.

Algo parecido sucede en el ámbito de las comuniones, otra de las ceremonias que se concentran alrededor de los meses de mayo y junio. Al tratarse de actos religiosos, todas ellas se han desplazado al mes de septiembre por decisión de las autoridades eclesiásticas. Por lo que respecta al calendario de ferias, otro de los puntos fuertes de El Oro de Roma, Reguera avanzó que se están estudiando nuevas fechas para celebrar la Feria Multisectorial del Bierzo en los meses de septiembre u octubre.

Aunque se confiesa “optimista por naturaleza”, Reguera reconoce que “va a ser muy complicado salir de ésta” y lamenta el impacto que la pandemia ya está provocando en el sector turístico, principal motor de la economía del país. “Nadie sabe hasta cuándo vamos a convivir con esto, estamos todos peleando contra el reloj, pero el reloj siempre gana”, lamenta Reguera.

Otra de las empresas especializadas en este tipo de eventos es Cat&Rest, una compañía que dispone de tres espacios para organizar bodas -el Mesón Real en Molinaseca, la casona Pittacum en Arganza y la carpa con jardines en el barrio ponferradino de La Martina- y que también ofrece servicio a fincas privadas. Su gerente, Miguel Ángel Rodríguez, coincide con Reguera al señalar que todas las parejas que disponían de fecha en los meses de mayo y junio están optando por posponer la boda a finales de verano. “No tenemos cancelaciones, había dos bodas en marzo para las que ya se están buscando fechas en septiembre”, explica.

En tiempos de incertidumbre para la empresa, en los que “de momento está todo parado”, los cálculos de Rodríguez pasan por un escenario en el que el confinamiento se levanta en el mes de junio y las autoridades se dan un mes más para analizar la evolución de la pandemia. “Esperamos que a partir de julio se puedan hacer eventos de este tipo, pero antes será imposible”, reconoce el gerente de Cat&Rest, que advierte de que “si hay un repunte de casos, volverán a confinar a la gente”.

Además de los banquetes y eventos, la compañía también ha perdido los ingresos procedentes de otros servicios como cócteles de empresa o reuniones profesionales. “Es de lo que vivimos fuera de la temporada de bodas”, lamenta Rodríguez, que asegura que las dos bodas pospuestas y la cancelación de varios congresos médicos y de eventos como una concentración de amantes del motor, para los que la empresa había sido contratada, han provocado pérdidas de entre 40.000 y 50.000 euros en un sólo mes. “Se ha perdido mucho dinero, los eventos que no se han cancelado se han pospuesto para finales de verano, más todo lo que no ha salido porque la gente ha dejado de contratar”, explica.

Nuevas líneas de trabajo

Tras ver reducido a la mínima expresión el trabajo de catéring que se prestaba en colectividades como colegios, guarderías o centros de día, Cat&Rest aplicó un ERTE para quedarse “con lo mínimo”, con una plantilla formada por cuatro personas: un jefe de cocina, un encargado de logística, otro de administración y el gerente. Ellos son los encargados de prestar servicio a los dos únicos centros de trabajo que continúan activos de entre todos los que atendían: una residencia de personas mayores en la localidad gallega de O Barco de Valdeorras y la cantina de una fábrica del sector de la alimentación en la zona del Órbigo.

Sin embargo, Rodríguez explica que la empresa está en los últimos días volviendo a incorporar gente para atender las nuevas líneas de trabajo que la situación de alarma sanitaria ha hecho llegar a la puerta del negocio. “Son servicios que hay que cubrir y que nos ayudan a no estar paralizados del todo”, explica el gerente de la compañía. Entre ellos, destaca el servicio de transporte de comida desde el Hospital del Bierzo a la Clínica Ponferrada o el pequeño catéring que se sirve a los médicos del turno de noche del Hospital, debido a que el bar del complejo hospitalario está cerrado en ese horario.

Desde la entrada en vigor del estado de alarma, la compañía también presta pequeños servicios a la Policía Municipal de Ponferrada, así como en algunas de las fábricas que mantienen la actividad durante estos días, pero en las que los operarios han pasado al horario intensivo.
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