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La vuelta al cole

30/09/2016
 Actualizado a 07/09/2019
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Cada año por estas fechas arranca en España, con alboroto más que con alborozo, el curso escolar. En las casas donde bulle la infancia y la adolescencia, generalmente, da vueltas sin parar la preocupación, sobre todo porque se agudizan las necesidades monetarias y de otra índole no menos importante. Claro que ahora, casi comenzado octubre, se va apuntalando la calma, gracias a los abnegados abuelos que tiran con dulzura de las hermosas e inocentes manos de los peques y de esas ciclópeas mochilas cargadas de pesadísimos libros y demás material cuyo fin son las aulas. Sí son muchos los abuelos al servicio escolar de los nietos en la etapa infantil ante todo. En el rellano de mi piso, un séptimo con ascensor, Carlitos con sus ocho años al hombro me lo recuerda cada mañana. Cayetano, su abuelo esperanzado, ilusionado y entregado puja a diario por su mochila parecida al carro de la compra con su ‘arsenal’ de libros, cuadernos y pinturas. Con lo ligeros que íbamos cuando yo era pequeña. Entonces lo arreglábamos todo con un par de libros como mucho, un cuaderno, una pizarra con su correspondiente pizarrín, qué cuánto me acuerdo yo de aquella duradera pizarra, y varios lápices para colorear.

Los abuelos. Sí, son éstos los abuelos que median en el cuidado de los nietos, los cultivadores de sueños. Los mismos que en muchos hogares filiales depositan parte de su pensión para paliar la penosa situación a la que nos ha arrastrado esta crisis devoradora cuando no se los llevan a vivir a su propia casa porque sus ingresos no les dan para pagar la renta.

Se me olvidó decir que Carlitos no existe, que yo no vivo en un séptimo (me dan vértigo las alturas), que en el rellano de mi piso no hay ningún niño en edad de sufrir el cargamento escolar. Menos mal, si no pobres porteadores. Yo, por ahora, estoy a salvo. Eso y que he oído hablar, también, de Ángel Luis Fernández Castaño, Gelete, inventor del mercadillo Gelete del libro texto usado gracias a su gran carga solidaria. Sin embargo no sé si supondrá un alivio crematístico o no a las familias necesitadas como pretendía su creador. En cualquier caso felicidades, Gelete.
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