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La visión del tío Pío

31/10/2020
 Actualizado a 31/10/2020
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Últimamente los amigos escriben y publican libros a tal velocidad que no hay forma de gestionar el atasco. No soy, desde luego, la más indicada para decirlo. El último que ha llegado a la pila de la mesita es ‘Poder migrante’, de Violeta Serrano, escritora maragata cuya identidad se ha trastocado en los últimos años para convertirse también en argentina. Lo mismo te vosea que te pide un cafetín con mantecadas.

Esta mutación de Serrano la provocó su marcha a Buenos Aires cuando aquí no encontraba oportunidades. Desde entonces Argentina es un país del que no acaba de irse del todo, ni de regresar, igual que al propio, y ha decidido hurgar en esta circunstancia y escribir un ensayo sobre qué supone ser migrante. Su tío, con sólo catorce años, ya había hecho ese viaje de ida a Buenos Aires y había vuelto, casi con lo puesto, con la crisis argentina de 2001. Nadie en su familia pensó que ella fuera a hacerlo al revés, pero así fue. «Mudé mi identidad por otra y vendí mi cansancio por apuestas a la altura de desafíos transoceánicos», escribe.

Violeta Serrano cree que hay mucho que aprender de la experiencia de los migrantes, y más ahora, con la crisis provocada por el coronavirus y en estos tiempos en los que la incertidumbre se come a diario, como el pan. Hay que aprender, dice, a readaptarnos, a crear soluciones. «Nadie sabe más de eso que quienes están habituados a manejar su propia incertidumbre fuera de su mundo conocido, en perpetuo cambio», defiende.

Hace unos días volví a ver, después de muchos años, ‘Gilda’. Además de admirar el desparpajo y la desesperación del personaje de Rita Hayworth y las contradicciones del ‘chico’ de la película, el Johnny Farrell interpretado por Glenn Ford, descubrí que había olvidado a un personaje que me ha cautivado: el tío Pío, el hombre que trabaja en el guardarropa. Ese podría ser el trabajo de un inmigrante, del que ve la sociedad desde abajo. Pero la inteligencia del tío Pío le hace teneruna mejor apreciación de todo. «La visión de la oruga es a menudo la verdadera», le dice el tío Pío al protagonista en un momento en el que se agacha para ponerle un zapato.
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