La Virgen del Camino y la Ruta Jacobea

Máximo Cayón Diéguez
03/10/2021
 Actualizado a 03/10/2021
La noche del 15 de agosto de 1605, la Pícara Justina llegó a la Virgen del Camino, ateniéndonos al año de publicación de la obra que recoge las andanzas y correrías de la sagaz mesonera de Mansilla de las Mulas. Cien años antes, el 2 de julio de 1505, festividad de la Visitación de Nuestra Señora a su prima Isabel, misterio gozoso del Santo Rosario representado en la puerta principal del santuario de la Patrona de la Región Leonesa, la Reina de los Cielos se había aparecido a Alvar Simón Gómez Fernández, pastor de Velilla de la Reina, que apacentaba su rebaño por aquellos pagos.

De acuerdo con la tradición, el celestial encuentro aconteció donde se halla hoy la iglesia parroquial, inaugurada en 1962, en el sitio llamado ‘El Humilladero’, establecido a unos trescientos metros del actual santuario. Allí fue donde la Reina de los Ángeles encomendó a Alvar Simón la construcción de un santuario, mismamente, en el término donde alcanzase una piedra lanzada por Ella misma, con la honda del propio pastor, desde el lugar en que se produjo el sobrenatural suceso.

Según la narración, apoyada en la transmisión oral, compuesta por el jesuita P. Juan de Villafañe, editada en Salamanca en 1726, las dudas embargaron el ánimo del pastorcillo. Entonces, la Madre de Dios le habló de este tenor: «Di al Obispo que venga y encontrará esa piedra tan grande, que será la señal de que Yo te envío; y en el mismo sitio en que estuviere, es voluntad de mi Hijo y mía que se coloque mi imagen. Con esto desapareció la visión y quedó en el campo la santa imagen». Vino el prelado, acompañado de eclesiásticos y seglares, a registrar personalmente el prodigio. Y añade el P. Villafañe: «Preguntaron al pastor si aquella era la piedra que había María Santísima arrojado con la honda; y afirmando el pastor que sí, trataron de levantar luego en aquel mismo sitio una ermita, en que colocar la milagrosa imagen».

La noche de aquel 15 de agosto, que hemos señalado al comienzo de estos renglones, desde el Prado de los Judíos, «donde también encontré otras mozas que a aquella misma hora iban de tropel a la romería que llaman de Nuestra Señora del Camino, que es a una legua de León, donde van aquella noche casi todos los forasteros», Justina se desplazó en su borrica hasta aquella altiplanicie, para asistir a la romería que se celebraba entonces el 16 de agosto, una vez finalizada las fiestas de la Asunción en la capital del Viejo Reino. A su llegada a la nueva ermita, abierta al culto en 1516, a cuyo interior no pudo acceder por hallarse abarrotada de fieles, anota Justina que está «bien edificada, adornada, curiosa, limpia, rica de aderezos, cera y lámparas, ornamentos, plata, telas y presentallas (exvotos)». Y añade después: «Gran concurso de gente, que por eso y por estar en el Camino, se llama de Nuestra Señora del Camino». Todavía, «al candil de la luna…» durmió un buen rato aquella noche la Pícara mansillesa.

Actualmente, cada cinco de octubre, festividad litúrgica de San Froilán, patrono de la diócesis legionense, la romería es también un singular punto de atracción. Se trata de una cita tradicional en el calendario leonés. Su poder de convocatoria es innegable. Y, al igual que en el siglo XVII, el otrora santuario, Basílica Menor desde el 24 de febrero de 2009, incardinado en pleno Camino Francés, es el epicentro espiritual de la celebración. Don Pablo Díez y su esposa doña Rosario Guerrero fueron los grandes benefactores del citado templo, edificado bajo traza del arquitecto dominico fray Francisco Coello de Portugal y Acuña, inaugurado oficialmente el 5 de septiembre de 1961, por Mons. Luis Almarcha Hernández, a la sazón obispo legionense, hace, pues, seis décadas, declarado BIC, (Bien de Interés Cultural), el 19 de julio de 2018, por la Junta de Castilla y León.

El retablo del altar mayor de esta Basílica de la Virgen del Camino data de 1730. Costó ocho mil reales y el retablo antiguo. Labrado por los hermanos Pedro y Antonio de Valladolid, es un bello modelo del barroco churrigueresco leonés. Destaca allí la talla de la Virgen del Camino, de principios del siglo XVI y de autor anónimo, en un trono de plata, autoría del platero leonés Antonio de Vega en el año 1715.

En la puerta de la izquierda de la predela, concretamente, debajo de la efigie de Santiago Apóstol, encontramos en relieve la referida aparición de la Virgen a Alvar Simón, en este caso bajo la advocación de la Inmaculada, de igual modo que en la puerta de la derecha, hallamos el milagro más conocido de la Virgen del Camino: la liberación de Alonso de Ribera, vecino de Villamañán, el famoso cautivo de Argel, acontecido en 1522, con su carga legendaria aderezada con la presencia del moro Alcazaba, el arca y las cadenas. En la Puerta del Pastor, acceso natural de salida del camarín, se trata también el asunto de la ‘Aparición’.

En el retablo que comentamos, en el lado de la epístola, debajo del medallón que representa la ‘Adoración de los Pastores’, se alza la imagen de San Froilán. Asimismo, en el lado del evangelio, debajo del medallón de la ‘Adoración de los Magos’, se localiza la imagen de Santiago, que unifica dos versiones: una, como apóstol, con el libro en la mano izquierda; otra, como peregrino, descalzo, con el bordón en su mano derecha.

La Puerta del Peregrino está situada en el lado norte de la gran Explanada. Allí se halla una imagen de Nuestra Señora del Camino, tallada en altorrelieve en 1965 por José María Subirachs. «A los pies del bloque calizo –ha escrito Máximo Gómez Rascón, [Iconografía de la Piedad en la diócesis de León, 2006, p. 180]–, aparece la concha y puede leerse: Puerta del Peregrino. En la parte superior se representan los símbolos trinitarios: el triángulo, la cruz y la paloma del Espíritu Santo. Debajo, la figura de María con el cuerpo de su Hijo sobre el regazo, concebido a modo de trono; de izquierda a derecha transcurre el Camino de Santiago, partiendo de León…».

Por otro lado, la puerta sur de esta Basílica está dedicada al patrono de la diócesis legionense. Y como dice José Fernández Arenas, «los peregrinos tocan con sus manos algunos detalles de las puertas y con el roce convierte en oro el áspero bronce. Sobre todo la concha de la puerta de San Froilán, buscando una protección jacobea y la nariz del santo en súplica de un rápido noviazgo».

Estamos en pleno Año Santo Jubilar Compostelano. Desde León, por el puente de San Marcos, después de cruzar la localidad de Trobajo del Camino, el jacobita alcanza la sede de la Patrona Principal de la Región Leonesa y Regidora Perpetua de la ciudad de León. En el Apostolado, labrado en bronce, que preside la fachada occidental, obra del citado Subirachs, Santiago el Mayor indica al peregrino el camino hacia Compostela. Y en su cuerpo se aprecian varias conchas, símbolo universal de la peregrinación hacia la tumba de Boanerges.

Cuando Justina Díez emprendió el camino de regreso a nuestra ciudad, lo hizo acompañada por «un bachillerejo algo mi pariente», –estudiante en su momento en el Colegio de los Dominicos de Trianos–, que «se me pegó al tornarme», y por un barbero, llamado Bertol Araujo. Y es que como manifiesta la misma Pícara, «una mujer moza es como un fraile, que nunca le falta compañero». Como curiosidad postrera, añadiremos que en el convento dominicano de Santa María la Real de Trianos, sito entre Sahagún y Cea, se hospedó Felipe III en 1602 en su visita a León.

León, antigua Ciudad Imperial, es letra capital en el Camino de Santiago. Y la Basílica Menor de la Virgen del Camino un jalón espiritual de muy altas resonancias en el Camino Francés.

Máximo Cayón Diéguez es Cronista Oficial de la ciudad de León

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