22/03/2021
 Actualizado a 22/03/2021
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Frente a la vida lenta, impuesta por la pandemia, de la que hablamos la semana pasada, existe la vida cazurra, ‘a la leonesa’, de la que nos habla Sofía Miguélez, de Valverde del Curueño, que vive en Francia y que añora regresar a su tierra. Fulgencio Fernández la glosa en este medio el domingo 14, porque ha vuelto por la muerte de su madre y a componer con ella una canción sobre un texto de Rabindranath Tagore. Conocida es la afición del cronista al poeta Tagore, del que suele citar aquel verso «¿Para qué salir de casa para perderlo todo?» que tan a cuento viene.

Pero qué cosa sea la vida cazurra es lo que nos interesa, pues el término suele utilizarse en sentido despectivo en cualquiera de los muchos significados que se le suelen atribuir: basto, cerrado obstinado, obtuso, testarudo, terco, tosco, tozudo, etc. aunque el cronista prefiera quedarse con el de bufón, o socarrón, que es el que le dan Gonzalo de Berceo y el Arcipreste de Hita, nada menos. Cazurro y socarrón tú por tú.

¿Qué sería, pues, la vida cazurra? ¿Se ve lo mismo la vida cuando se vive en León que cuando se vive en otro lugar? ¿Es el ‘cazurrismo’ un mal incurable? ¿Se puede uno volver cazurro, no siéndolo? ¿El cazurro, nace, o se hace? ¿Si a usted le dieran a elegir ser cazurro, o, por asturiano, o baturro, catalán, con cual se quedaría? Son preguntas que uno se hace en estos tiempos de pandemia cuando no es posible ni salir de casa ni votar porque no se sabe a quién hacerlo.

«Non uses con bellacos, nin seas peleador / non quieras ser caçurro, nin ser escarnidor» leemos en el ‘Libro de Buen amor’. Y los expertos traducen este ‘caçurro’ por aquel que gusta de hablar con sorna, una especie de bufón. Y nosotros aceptamos la explicación y recurrimos a los recuerdos de niñez, en los que aparecen cantidad paisanos nuestros dotados con ese don de reírse sin piedad de los defectos propios y de los ajenos sin distinción. Domingo Llamas, sin ir más lejos, era así. «Se me está juntando el hambre con las ganas de comer». «Con esto y no comer, adiós hambre». «Sanseacabó cayó en viernes». «Si tienes hambre, muerde un brazo, que te queda el otro y el espinazo».

«Siendo de León, caminas, gustoso, entre la niebla», escribe el coyantino Elías Prieto Sáenz de Miera, (Elías Gorostiaga), en su segundo poema ‘La cosecha’ del libro titulado ‘Cuerdas de plata’. Otro leonés que, viviendo lejos, parece añorar la vida cazurra. «Siendo de León a nadie le extraña…»
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