La tranquilidad

Por Alejandro Cardenal

Alejandro Cardenal
01/06/2021
 Actualizado a 01/06/2021
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Como nunca he tenido la habilidad ni la inteligencia para mentir de forma medianamente aceptable, voy a confesar que estoy escribiendo estas líneas una hora antes de que empiece el Ponferradina – Mallorca con el que los bercianos despedirán la temporada.

Es lo que tiene llegar a la última jornada sin jugarse nada, que les toca a otros aguantar los nervios y volverse locos mirando el reloj cada 30 segundos y a mí me deja tiempo para poder darle forma a mis pensamientos sin que la pelotita me distraiga.

A nosotros este año nos tocó tranquilidad, que cómo diría el mítico niño de la piscina de Teruel, es lo que se busca. Aunque hubiera sido bonito haber mantenido las opciones de luchar por la sexta plaza un poco más, creo que para la consolidación definitiva del club en el fútbol profesional son vitales temporadas como esta.

Y es que echando la vista atrás, los últimos años han sido una montaña rusa. En la anterior etapa en Segunda se alternó la lucha por el ‘playoff’ con la pelea por eludir el descenso, un vaivén con el que fue imposible consolidar un proyecto a largo plazo. ¿Cómo vas a vender que el objetivo era la permanencia cuando te has quedado a un gol de jugar por el ascenso?

La Deportiva ya cometió el error de emocionarse una vez y ahora, después de un año y medio casi sin descanso, llega el momento de levantar el pie del acelerador.

Aunque haya ejemplos recientes de clubes humildes que han llegado a Primera y todos soñemos con ver a la Deportiva alguna vez codeándose con los grandes del fútbol español, la cantidad de ‘históricos’ y equipos llamados a arrasar a golpe de talonario que ahora van a tener que vagar por el nuevo laberinto que se ha inventado Rubiales son la mejor advertencia posible.

No solo se crece en la clasificación. Creo que fue algo que el club aprendió a las malas y no va a olvidar nunca. Este verano promete ser complicado. Ser la revelación de la temporada tiene un precio y resulta difícil imaginar que, igual que el de Isi o Son en su día, el rendimiento de Sielva o Pascanu haya pasado inadvertido.

O el papelón de Bolo. El vasco sacó de las tinieblas a la Deportiva y aunque es imposible dudar de su compromiso con el equipo y con la ciudad, novias no le van a faltar.
Marche quien se marche o venga quien venga, viva la tranquilidad, la bendita tranquilidad de celebrar el centenario en Segunda División.
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