La revolución tecnológica contra la sordera

El Día Internacional de las personas con implante coclear se celebra entre el esfuerzo de los afectados por adaptarse y la falta de ayudas públicas para ellos

Sergio Jorge
25/02/2015
 Actualizado a 09/09/2019
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Luna Lagarejo tiene siete años, unos ojos grandes con los que mira a todo con máximo interés y unos pequeños aparatos detrás de sus orejas. Alejandra Marjaliza tiene 26 años y su expresividad es máxima en cada movimiento de su cara y sus brazos. También posee esos pequeños aparatos aunque en su caso están cubiertos por su pelo. Son solo dos ejemplos de dos personas leonesas con implante coclear pero ejemplifican perfectamente lo que supone esta revolución en la vida de los sordos que ahora ya no lo son.
Este miércoles precisamente se celebra el día internacional del implante coclear y en León son muchos los que portan estos aparatos que en muchas ocasiones pasan desapercibidos, pero que permiten oír y, por tanto, hablar a los beneficiados de esta tecnología que se creó en la década de los 60 en EEUU.

Cuenta la madre de Luna, María Castro, que desde que tenía un año y medio ya notaban que algo extraño había, pero no fue hasta los tres años cuando quisieron ponerle el implante. "Tuvimos que ir a Salamanca", se queja la progenitora. Así empezó la pequeña a poder oír y a hablar, pero aún arrastra algunas secuelas, como las dificultades para leer o escuchar en ambientes con mucho ruido. "Me molesta que la música esté muy alta", asegura Luna. "En el colegio es como si tuviera cuatro años y medio en vez de siete", añade la madre. Pero lo que está claro es que las pequeñas conquistas diarias son enormes, ya que el implante permite oír, pero con peculiaridades y dificultades añadidas.
"Cada año tenemos que explicar a los profesores que tengan cuidado al enseñar a Luna, pero a veces se olvidan y explican las cosas muy rápido", resalta María, consciente de que la comunicación dentro de su casa es óptima, pero fuera es aún complicado. "Ella siempre hace las cosas después que otra persona, para así fijarse en cómo hacerlo", explica la madre, dando entender así que aunque no oiga todo a la primera, la pequeña tiene sus propios trucos para cumplir con sus cometidos diarios. "Se fija en una palabra y así entiende todo", añade María. Pero como el aparato no es el más moderno, tiene sus obstáculos: "No se puede mojar, así que cada vez que vamos a la piscina o a la playa, no se lo puede poner y entonces se viene a la toalla porque con la única que habla es conmigo". Pero ese aislamiento es temporal, porque si por algo se caracteriza Luna es "por ser sociable y hablar con todo el mundo".

Eso sí, María reconoce que no estará tranquila "hasta que sea independiente y una señorita como Alejandra". Porque su caso es otro buen ejemplo de lo que se puede lograr con un implante coclear. Se lo colocaron cuando tenía 13 años, así que su capacidad comunicativa es más limitada. Pero eso no le ha impedido estudiar un grado superior de Estética y ahora preparar unas oposiciones, que las compatibiliza con trabajos incluso de cara al público. "Para estudiar lo que más me cuesta son los términos abstractos, porque intento comprender lo que significan y me dicen que solo tengo que memorizarlos", reflexiona sobre las siempre monótonas oposiciones. Su paso por el colegio fue difícil porque reconoce que su "vocabulario es menor". Pero también reivindica su capacidad: "No somos tontos".

En su comunicación social una de las claves ha sido su familia, que le ha apoyado y ayudado en todo momento, pero también la llegada del Whatsapp, que facilita todo mucho más. «Si hablo despacio se me entiende perfectamente, incluso en inglés», se reivindica de nuevo. De hecho, prueba de ello es que trabajó en una tienda de ropa y no tuvo ningún problema, por eso en su currículum consta que tiene una discapacidad auditiva.

Pero los problemas que han tenido todos los implantados de León es la falta de rehabilitación especializada dentro del sistema de salud. Así surgió la Asociación de Familiares y Amigos de Sordos de León (Asfas), cuya sede está ubicada en una pequeña sala del edificio del centro de salud de Villquilambre. Entre todos los padres se unieron para que los niños pudieran relacionarse con otros que tienen implantes, intercambiar opiniones y, sobre todo, poder entre todos acabar con las deficiencias que se encuentran en su formación.

Para ello cuentan con una logopeda, Yerma Lesmes, que es la encargada de ayudar a los niños a mejorar su comunicación, en donde se combinan los signos y la palabra para que cada vez sea más fácil para ellos poder relacionarse con los demás, con una serie de talleres temáticos y otros servicios. Además, ahora Asfas cuenta con un programa itinerante que llega a Valencia de Don Juan y La Bañeza, donde atienden también a sendos grupos de pequeños con implantes cocleares.
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