La revolución equina de Callejo de Ordás

El criador Miguel Álvarez suplementa con productos locales la alimentación de la yeguada

D.L. Mirantes
19/06/2022
 Actualizado a 19/06/2022
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Miguel Álvarez es un joven de Callejo de Ordás (Santa María de Ordás) que se ha incorporado recientemente a la actividad ganadera con el relevo en la explotación familiar de equino de la raza hispano-bretón y vacuno de carne, principalmente de raza limousin. Tras dejar su anterior actividad profesional, Álvarez ha cogido las riendas de una ganadería de alrededor de un centenar de cabezas de equino, a las que se suman los tres sementales y los potros, y alrededor de medio centenar de cabezas de vacuno.

El joven ganadero ha estado toda la vida en contacto con la actividad pecuaria, testigo del manejo no solo en su propia casa, sino también en la zona, donde la cría de caballos se ha compaginado desde siempre con la de vacas. Sin embargo, el enfoque que Miguel Álvarez ha introducido en su explotación es diferente al que se ha mantenido tradicionalmente para estos animales. Álvarez explica que lo habitual ha sido fiar la alimentación de los caballos al pasto libre y limitar la asistencia a momentos puntuales o críticos para la salud del ejemplar. Sin embargo, él ha decidido dar una vuelta de tuerca a este modelo y mejorar tanto la nutrición como la asistencia a los partos, entre otras cuestiones de manejo y planificación.

En cierto modo, Álvarez plantea una revolución. El juicio convencional establece que la dureza de los hispano-bretones los lleva a no necesitar más comida que la que encuentran en la pradera o el monte. Sin embargo, el ganadero de Callejo, contraviniendo esta convención, ha comenzado a experimentar suplementando la alimentación con productos dispares, frescos o mínimamente procesados, como patata, remolacha, harina de alubia o lenteja. Todo ello lo adquiere a otros productores leoneses, en ocasiones procedentes de excedentes de otros procesos que podrían ser desechados si no encontraran un destino como el que esta ganadería les ofrece, generando sinergias positivas para la economía agraria y el medio ambiente.

El joven productor administra estos suplementos mezclados con forrajes para que la fibra contribuya a la digestión y evite los temidos cólicos. Álvarez ha hecho del carro mezclador un elemento fundamental para la manada, clave durante la preñez, pero sobre todo después de los partos, ya que afirma haber constatado que las yeguas sufren menos y a la vuelta del verano, tras bajar del puerto, se encuentran en mejor estado. Sostiene también que las crías nacen con más vigor, lo que ha redundado en una reducción de la mortalidad, que ha sido importante, lo que se traduce también en más ingresos para la explotación. No obstante, el ganadero espera a tener más casos y más datos para sacar conclusiones más fiables sobre las prácticas que está siguiendo.



"Estás loco"


El cambio de modelo propuesto por Miguel Álvarez se hace palpable en los comentarios que suscita cuando lo comparte con otros ganaderos: "Estás loco", le dicen. Sin embargo, él explica que es consciente de los riesgos que pueden suponer, por ejemplo, las toxinas de la piel de la patata, que por eso mide mucho las raciones y evita cantidades altas del alimento particular con el que suplementa el forraje. Es con esta suplementación con lo que trata de compensar "el desierto" en el que se convierte la zona cuando aprietan la sequía y el calor y, en resumen, lo que contribuye a que las yeguas "no se queden en los huesos".

Callejo de Ordás se ha convertido en un laboratorio, pero Álvarez ha tratado sin éxito de conseguir asesoramiento. Considera que el equino no está entre las prioridades de los neutrólogos, por lo que hay falta de asesoramiento técnico. Tampoco en la Universidad de León (ULE), ni en la Asociación de Ganaderos Criadores de Ganado Equino de Raza Hispano Bretón.

Sanidad general y partos


La falta de información accesible afecta también a la sanidad, donde hay pocas investigaciones y falta de alternativas para compensar las actuales fuertes restricciones reglamentarias al uso de antibióticos. Con el mismo espíritu que aplica a toda la explotación, el joven ganadero ha valorado la adquisición de un ecógrafo para avanzar también la optimización de la fertilidad, de la gestación, etcétera. La inversión es asumible, pero prácticamente ni los fabricantes ofrecen formación en su utilización –a diferencia de los ecógrafos para otras especies, como el ovino, el ecógrafo equino portátil utiliza una sonda intrauterina, lo que hace más complejo su uso–. De momento, a falta de ecógrafo, Álvarez también trata de reducir al mínimo los abortos y la mortalidad en partos y en los primeros días, reuniendo a las yeguas que van a parir en una finca habilitada para ello. Los aproximadamente dos meses de trabajo que suponen los partos exigen al ganadero permanecer prácticamente a pie de campo las 24 horas del día. A falta de avisadores o dispositivos similares, cuando ha sido preciso Álvarez también ha diseñado medios telemáticos para comprobar el estado de los animales en cualquier momento.

Profesionalizar


Todos los planteamientos anteriores remiten a uno de los conceptos inevitables en las últimas décadas: Profesionalizar. El salto más visible en profesionalización ha sido el del vacuno de leche, pero también en el ovino se ha hecho evidente. Al margen de la mecanización y digitalización, la profesionalización ha llegado incluso a la gestión de los recursos humanos de las explotaciones, que al redimensionarse asumen plantillas más amplias, además de actualizar y adaptar las prácticas laborales a los usos sociales actuales. Todavía no es el caso de este joven ganadero de Callejo de Ordás, pero su visión puede aportar nuevos caminos al sector. Por el momento, sus quincenos han despertado el interés de cebaderos de otros países europeos que han apreciado la calidad de la manada de Miguel Álvarez. A pesar de este reconocimiento, la exportación de momento no está entre las prioridades del ganadero, aunque puede ser vía de comercialización alternativa de cara al futuro. Actualmente, la carne de equino ha recuperado precio y es una opción rentable, pero Álvarez recuerda cuando se tenían que vender los potros por 300 euros.


En el puerto


En estos días, la mayor parte las yeguas parte hacia el puerto de San Glorio, para pacer a 2.000 metros de altitud. De acuerdo con su visión de la explotación, estarán acompañadas por un único semental, el más fuerte de los tres que tiene. En los altos pastos de Llánaves de la Reina (Boca de Huérgano) la manada se enfrenta a otro desafío, el de la fauna salvaje, especialmente el lobo. Afortunadamente, según cuenta Miguel, por el momento sus yeguas no han recibido ataques de los cánidos, y espera que así sea de nuevo este verano.

Con todo ello, y con enorme humildad e ilusión, el joven ganadero de Callejo de Ordás ha trazado su camino en la producción de carne de hispano-bretón. Él no califica de ninguna manera lo que hace, ni se considera un pionero. Implementa medidas en función del rendimiento que tiene, ensayo y error. Sin embargo, con es método se han logrado grandes revoluciones.
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