La raposina

Algo hemos tenido que hacer en nuestro país durante siglos para que la fauna de aquí se muestre tan recelosa de la figura humana

Javier Valladares
05/08/2020
 Actualizado a 05/08/2020
Más que una hembra de zorro parecía una modelo, ya que posaba y posaba para nosotros, apenas a un metro o metro y medio. | JAVIER VALLADARES
Más que una hembra de zorro parecía una modelo, ya que posaba y posaba para nosotros, apenas a un metro o metro y medio. | JAVIER VALLADARES
Hoy mi colaboración no trata de una especie, el zorro, sobre la cual ya hablé en una ocasión, sino que se centra en un animal concreto, ‘la raposina’.

Hace unos años mi amigo Pepe Ureta me llamó para contarme una cosa curiosa que le había ocurrido. Después de estar toda la tarde por el monte, al ir a guardar el equipo en el maletero de su coche sintió algo a su espalda. Se giró y vio una joven hembra de zorro, intentando hurgar en la mochila que había dejado en el suelo. Pepe saco los restos del bocadillo de dentro y se lo dio al pobre animal, que parecía tan hambriento como confiado. Casi comió de su mano.Al día siguiente a la misma hora Pepe acudió al prado y allí estaba la raposina en el mismo lugar. Después de varios días la confianza que mostraba era tal que cogí mi cámara y fui a conocer a la raposina de Pepe.Ese día la raposina tardó en aparecer. El olor de un extraño parecía ser la causa del aparente plantón, aunque al final acabó apareciendo. Yo estoy acostumbrado a hacer, fuera de nuestras fronteras, fotos a animales en libertad desde muy cerca. Algo hemos tenido que hacer en nuestro país durante siglos para que la fauna de aquí se muestre tan recelosa de la figura humana. Sin embargo, en otros países incluso cercanos al nuestro, eso no pasa. Pero lo de la raposina no era normal. Más que una hembra de zorro parecía una modelo, ya que posaba y posaba para nosotros, apenas a un metro o metro y medio.Yo había tenido dos encuentros con zorros mansos haciendo diversas rutas de montaña. Recuerdo uno en el Coriscao, hace ya años, que esperaba a los montañeros para comerse buena parte de la merienda que portaban en sus mochilas, y otro cerca del pueblo de Torrestío, camino de los asturianos lagos de Saliencia.Fui a visitar dos veces a la raposina, y aunque tengo muchas fotos de zorros en todo tipo de hábitats y condiciones climatológicas, ninguna como las de este bello y confiado ejemplar.Pero la temporada de caza se acercaba y había que quitarle este mal hábito a la raposina, ya que quizá, el próximo ser humano al que se acercara pudiera ser el último. Así que Pepe, con todo el dolor de su corazón, tuvo que despedirse de la raposina y asustarla de varias maneras, incluso con petardos. El pobre animal no entendía cómo su amigo había cambiado de esa manera.

No volvimos a ver a la raposina, esperamos que sobreviviera la temporada de caza y acabara trayendo al mundo más de estos bellos e inteligentes animales.

Dedico este reportaje a mi amigo Pepe Ureta, compañero inseparable de afición desde hace más de doce años.
Archivado en
Lo más leído