La pintora poeta y el poeta pintor, en Ármaga

Alexandra Domínguez y Juan Carlos Mestre presentan hasta el 1 de junio la muestra pictórica ‘Territorio de las ensoñaciones’

Vicente García
18/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Alexandra Domínguez y Juan Carlos Mestre exponen estos días en la galería de arte Ármaga. | VICENTE GARCÍA
Alexandra Domínguez y Juan Carlos Mestre exponen estos días en la galería de arte Ármaga. | VICENTE GARCÍA
Las exposiciones de Alexandra Domínguez y Juan Carlos Mestre han sido una constante a lo largo de los años en la galería de arte Ármaga. Sin embargo todas habían sido individuales, se trata de su primera exposición conjunta. Su obra es singular, refleja el mundo de los sueños y capta todo el sentir poético tanto de ella como de él, no de del mismo modo, sino expresando cada uno de ellos ese sentimiento hondo que vuelcan en sus hermosos poemas y en sus delicadas pinturas. No va descaminado Antonio Gamoneda, de quien ambos son fervientes admiradores, cuando hace su delación. Dice el maestro que conoció a una Alexandra pintora y a un Mestre poeta y por los vasos comunicantes del amor o no se sabe de qué con el tiempo ella se ha hecho poeta y él pintor.

Sí que hay un sentimiento muy poético y un elemento onírico Alexandra Domínguez tiene tras de sí una amplia experiencia en el arte gráfico y a partir de sus aguatintas o aguafuertes, intervenidas con distintos trazos de dibujo y pintura, lo que las hace piezas únicas, según la autora, «es la forma de transgredir de cierta manera lo que se entiende como la escuela clásica de lo que ha de ser el grabado; yo al manchar, al pintar sobre aguafuerte o aguatinta se crea un monotipo, una obra única». En un ejercicio de libertad artística mezcla la obra gráfica con pintura contemporánea, pero que nos retrotrae al mundo infantil. No es fácil interpretar su obra, sino más bien comentar el clima emocional en el que trabaja, con la búsqueda de lo onírico y lo poético, aunque sin un mensaje claro porque si no dejaría de ser una obra de arte y como obra de arte el espectador debe interiorizarla y hacerla suya. «Es un proceso largo, tanto los sentimientos, las emociones como las ideas que se van produciendo a lo largo de la creación son múltiples, pero sí que hay un sentimiento muy poético y un elemento onírico», dice acerca de su obra.

Juan Carlos Mestre presenta una serie de dibujos muy interesantes, también no seriada, sino piezas únicas que se encuentran cerca de la ensoñación, de lo onírico más que de lo cotidiano. «Se trata de una propuesta más poética en el sentido de que es una obra con relato, lo que no tiene nada que ver con la ilustración, sino con un reflejo más de lo onírico y si acaso un diálogo con los pintores que a mi siempre me han entusiasmado desde sus poéticas, desde Klee a Marck Chagall, Remedios Varo o Leonora Carrington, que han sido para mi profundas devociones dentro de lo que es el arte que accede a la zona no visible de la realidad y que accede al territorio de las ensoñaciones como una parte configurante de la vida, de la experiencia y de la realidad, porque no es menos real un sueño que cualquier hecho práctico de la realidad». Comparte la idea de Antonio Gamoneda, a quien conoce, sigue y admira desde muchacho, y «cuyo pensamiento es irradiante en mi vida» y él siempre ha mantenido la falsa autoridad del límite de los géneros, todo forma parte de un mismo proyecto, de una forma de ver el mundo y son lenguajes que se van intercambiando, superponiendo, pero lo único que hacen es sacar a la superficie la intimidad y la puesta en escena de la imaginación y de la intuición, que son facultades humanas imprescindibles como lo es el raciocinio.

Acerca de la dualidad poética entre imagen y lenguaje dice que «uno no elige cuál de los dos modos ha de servirle para exponer sus poéticas o sus sueños. Unas mañanas te levantas con la predisposición de subir al taller antes de ir al ordenador, que es donde yo escribo, porque el estado de ánimo requiere más de lo físico, del trazo, del color y otras veces las ideas se organizan solo en el territorio del lenguaje, pero tanto uno como otro son territorios imaginarios porque tanto la pintura como la escritura, las poéticas es aquello que desobedece la costumbre». Frente a lo cotidiano está el Arte como una transgresión de lo que todos consideran como normal.

Coincide con Alexandra en que la obra es autónoma y es el espectador el que debe ser juez e interpretarla, bien sea el poema como la pintura o la escultura. Al fin y al cabo toda propuesta artística lo es obra de arte en tanto en cuento es reconocida como tal por el otro.

Frente a los condicionantes de la sociedad y de la política está el Arte como un territorio de absoluta libertad donde lo que el espectador ve e interpreta es exactamente lo que es el Arte. Lo demás no tiene importancia.

Piensa que la responsabilidad ciudadana «debe apostar por las utopías del porvenir que amplíen los horizontes significativos de la sociedad y ahonden en los derechos civiles y la felicidad frente a esta colección de zoquetes tanto en la provincia, como en la comunidad y extensivo al país, que tenemos instalados como gestores de la cultura y que no han hecho otra cosa que hacer de los mezquinos intereses personales la conducta y el modo de llevar la cosa pública».

En la inauguración tanto Juan Carlos Mestre como Alexandra Domínguez leyeron sendos poemas y finalmente intervino Antonio Gamoneda para hacer su particular «delación» hablando del poeta pintor y de la pintora poeta y el cambio que habían sufrido ambos a través del tiempo.

Dos artistas transgresores que convierten la poesía y los sueños en arte para todos aquellos que deseen emocionarse con su obra variada de pintura, escultura libros de artista…
La exposición ‘Territorio de las ensoñaciones’ se podrá visitar en la galería de arte Ármaga hasta el próximo 1 de junio.
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