La pesca a mosca en el verano

El tiempo caluroso, los días largos, las eclosiones abundantes y el hecho de que las truchas se activen con prodigalidad convierte julio en el mes más esperado

Rodrigo Prado Núñez
13/07/2018
 Actualizado a 19/09/2019
Un pescador se cobra una presa al atardecer en el río Porma. | R.P.N.
Un pescador se cobra una presa al atardecer en el río Porma. | R.P.N.
Julio es el mes más esperado por los pescadores de mosca, el tiempo es caluroso, los días largos, las eclosiones abundantes y las truchas se activan con prodigalidad para satisfacción de los pescadores de mosca, bien sea a la leonesa o a mosca seca.

La pesca a mosca a la leonesa es genuina de nuestra tierra y está tan arraigada que es la modalidad más practicada en todo el territorio. Llegar a pescar a esta modalidad lleva su tiempo, hay que dominar el lance, conocer de entomología acuática y siempre dependerá de la afición y maña del pescador. Creo que aprendemos con el tiempo a ser virtuosos de nuestro sistema, en este caso, la pesca a la leonesa, rastro, boya, ahogada, semiahogada, semibailarina y bailarina dan muchísimo juego a la imaginación.

Las moscas usadas en esta bella modalidad de pesca son las tradicionales leonesas confeccionadas con las plumas de los gallos de León, pardo e indio, del valle del río Curueño. La temporada marcha con retraso a causa del mal tiempo, pero ya es el momento de dejar atrás esos colores más oscuros y poner en nuestra cuerda colores cálidos y llamativos; Oro viejo, salmón, carne, verde verano, saltonas, fanta, avispa, cascuda, rosa de verano…etc, por nombrar algunas de las moscas más usadas, pero en este mundo del montaje de moscas cada «maestrillo tiene su librillo» y sus preferencias. Pero con la seguridad que la pesca a la leonesa es muy efectiva en esta época en todos los ríos trucheros de nuestra provincia.

Para la pesca en superficie a mosca seca es, seguramente, también el mejor momento de la temporada. A diferencia de la pesca a la leonesa, que se ponen hasta cinco moscas en la cuerda, en esta solo usa una, que gracias a su composición deriva flotando por la superficie del agua. Las moscas secas para la pesca pueden ser imitaciones de los insectos acuáticos emergentes y adultos, que cuando eclosionan son fácilmente reconocibles, como los tricópteros y las ignitas, o patrones de atracción que no imitan a ningún insecto en concreto, como la Royal Wulff o la Chernobyl Ant, por nombrar algunos afamados diseños. Pero sea de una forma u otra lo que si es cierto y es de reconocer que la pesca a mosca en cualquiera modalidad tiene todos los alicientes para ser deportiva y seductora.

Hay pescadores de mosca que enfocan sus días de pesca solo hacía los serenos, son instantes de empezar o acabar el día, y pescando es una buena manera de hacerlo. Es el momento de los tricópteros para seca y las saltonas para ahogada, imitaciones más efectivas en las horas del amanecer y el anochecer.

Cuando llega el verano, con las altas temperaturas y el sol radiante, la pesca de la trucha se limita a las horas de más penumbra del día, el amanecer y el atardecer. Es en esos períodos serenos de mañana y tarde que el río toma vida, los insectos ocupan ese fresco espacio y las truchas se activan en busca de su alimento preferido. Los serenos siempre tienen algo especial que, al pescador más deportivo, le transmiten esas sensaciones de placer y bienestar que va buscando al río.

El sereno de mañana, cuando la naturaleza se empieza a desperezar, es uno de los momentos más placidos para el deporte de la pesca, el silencio invade un río encantado que nos ofrece su generosidad, y las truchas, mientras el sol se inventa el amanecer, comienzan a desarrollar su actividad y es entonces que las posibilidades de pescarlas aumentan considerablemente. Luego, poco a poco, según el sol vuelve a rebrillar las truchas se ocultarán, en sus refugios naturales, de la luz y los depredadores.

El sereno del atardecer es, con toda seguridad, el momento más pretendido por los pescadores. Ese período, en que el sol nos dice adiós regalándonos un cielo rojizo, coincide casi siempre con la mayor actividad de los peces provocada por esas eclosiones tardías de los insectos acuáticos que invaden el río. Unas saltonas a la leonesa o un tricóptero montado con pelo de ciervo en mosca seca pueden hacer de ese momento de pesca una fiesta. En esos minutos de gozo, cuando las sombras se apoderan del río, hay que evitar los enredos a toda costa, porque la falta de luz nos complicaría muy mucho el rehacer un aparejo con ciertas garantías. Tenemos que tener en cuente que el artículo 58 de la Ley 9/2013 limita la practica de la pesca al periodo comprendido desde una hora antes de la salida del sol hasta una hora después de su puesta.

Todo pescador de sereno bien conoce las andanzas de los murciélagos; sus vuelos acrobáticos, sus pasadas interminables, sus roces en la tanza y alguna que otra vez sus picadas inoportunas que nos pueden hacer perder un buen sereno. Tienen, a esas horas del anochecer, el mismo gusto que las truchas; tricópteros, pardones y demás insectos.

Aquí, en León, te los puedes encontrar en cualquier río, pero por donde más abundan es en el Bernesga, Torío y Curueño. Esto, como todos sabéis, es por la influencia de la Reserva de la Biosfera de Los Argüellos, que comprende los municipios de Vegacervera, Cármenes y Valdelugeros. En este paraje tan bello y singular existen, a parte de muchos manantiales y ríos, infinidad de cuevas, grietas y oquedades que a parte de su gran biodiversidad son el habita perfecta para 17 especies de murciélagos de las 29 que hay en todo la Península. Buena pesca.
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