La matrículas hablan y cuentan

17/09/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Esa matrícula dice mucho más que lo que a primera vista aparenta. Esa matrícula fue en el pueblo que la acoge una seña de identidad y un cajón de recuerdos que sólo en aquella comarca entienden, como saben quién vive y vivió en el interior de la casa con tan solo ver el portón y el color de la pintura.

Esas matrículas eran las que provocaban que en cualquier viaje por tierras lejanas alguien se quedara cerca del coche aparcado para esperar a que llegara el dueño, que era de León. Así nació, por ejemplo, Titirimundi en Polonia, cuando Julio Michel, el creador, vio un Dos Caballos aparcado en Varsovia porque tenía matrícula LE. Yllegó el director general de Cultura, Santiago Trancón, naciendo una lejana y buena amistad y un proyecto que aún vive.

Ese LE-30926 lo supo todo el pueblo cuando llegó el coche al pueblo, pues era una novedad. Y detrás de esos números hay un dueño, una familia, un oficio, los usos que les dieron, los viajes diarios, los extraordinarios... una vida escrita en una matrícula. Como detrás del viejo coche LE-10000 que está subido a un tejado de la carretera de Orzonaga está la vida de uno de los personajes más singulares de la ribera del Torío, Escobar el de Matallana.

Las matrículas, al menos las viejas, hablan y cuentan, porque son además recuerdos de los tiempos en los que un coche también había sido noticia.
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