La mano que baja rabos de nube

21/11/2019
 Actualizado a 21/11/2019
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¿Y luego te extraña que cuando vaya creciendo esté convencido de que su papá es el más fuerte, el más grande, el que es capaz de regalarle un rabo de nube, protegerle de los telediarios y detener los maremotos?

Mira su mano tierna. Con todos los dedos nuevos, a estrenar, los cinco de la izquierda y otros tantos de la derecha. Jamás han sentido el dolor del frío ni la quemazón del calor pues las manos peludas y fuertes que le sujetan contra su cálida barriga no dejan que les llegue ninguna agresión, por encima de todas sus voluntades.

No tiene el bebé más que abrir la mano nueva, a estrenar, y levantarla abierta, con gesto de pedir, y la mano peluda y fuerte irá depositando en la blanca y tierna un sonajero, un trozo de pan, un cascabel, el gato de peluche sin el cascabel, el rabo de la nube, el cielo por parroquias, la luna por entregas...

Y llegará a lo más alto de la estantería, a las manzanas del árbol, a la bombilla del techo. Y podrá mover la silla y la mesa, abrirá la puerta donde está el chocolate o la ventana por la que asoman los jilgueros que juegan en los árboles.

Y no le dejará caer de su regazo, sin mayor esfuerzo. Pero no hablemos del día que le suelta y le deja solo, que estamos de cumpleaños.
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