La leonesa a la que mataron en vida dos veces

La leonesa Lola González era una de las abogadas que sufrieron la matanza de Atocha. Ella resultó herida de gravedad y asesinaron a su marido; 8 años antes había "muerto" su joven novio en una comisaria franquista

Fulgencio Fernández
29/01/2017
 Actualizado a 12/09/2019
La abogada leonesa Lola González.
La abogada leonesa Lola González.
Esta semana se han repetido reportajes sobre la cruel matanza de Atocha pues se cumplían los cuarenta años de aquel 24 de enero en el que un grupo de pistoleros de extrema derecha entraron en un despacho de abogados laboralistas vinculados a CC.OO. y se liaron a tiros con los allí presentes asesinando a los abogados Enrique Valdelvira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz y Francisco Javier Sauquillo Pérez del Arco; el estudiante de derecho Serafín Holgado; y el administrativo Ángel Rodríguez Leal. Resultaron gravemente heridos Miguel Sarabia Gil, Alejandro Ruiz-Huerta Carbonell, Luis Ramos Pardo y Dolores González Ruiz y salvó su vida por cambiar de lugar una reunión la abogada Manuela Carmena.

Cuarenta años. Nombres, fechas, recuerdos, indignación... Y olvido.

En esos nombres está el de una leonesa. La última de las citadas, herida grave, Dolores González Ruiz, Lola. Tristemente olvidada en León como una nueva afrenta más a una biografía marcada por la tragedia. En una reseña de su muerte el 30 de enero de 2015 (¡qué cruel fue enero con esta leonesa!, pues en otro enero, de 1969, había perdido de manera cruel a su joven novio) un amigo definía perfectamente su dura biografía:«A Lola la mataron dos veces en vida. Ahora se ha ido, tan solo unas después de hacerlo su marido».

La leonesa, también detenida, se desmayó al conocer la muerte de su novio y no pudo ni ir al antierroY es que Dolores «solo» era una de las heridas en la memoria de la Matanza de Atocha. Pero había más, uno de los muertos era su marido —Francisco Javier Sauquillo— y la leonesa empezaba salía de la tremenda depresión que en el primer enero, el de 1969, le produjo la muerte de su novio Enrique Ruano en una cárcel franquista, una de aquellas muertes que profundizaban aún más en el dolor cuando la versión oficial afirmaba que se tiró por las escaleras o un periódico afín publicaba «post morten» sus problemas psiquiátricos, que le habrían llevado al suicidio. La leonesa «perdió el conocimiento al conocer la noticia y entró en una depresión tan fuerte que fue incapaz incluso de acudir al entierro de su joven novio». Ver la foto de Ruano, hecha 5 días antes de su muerte indigna aún más.

La abogada leonesa  era nieta de Dídimo González, fundador de la recordada tienda textil La Perla

Leonesa de La Perla

Dolores González había nacido en el año 1946 en León, en una familia acomodada, con negocios textiles en varias ciudades: León, Zamora o Madrid. Una de sus amigas de infancia, Marisol López, recuerda los orígenes de la leonesa y supertenencia a una familia dedicada al comercio. «Era nieta de Dídimo González, el fundador del comercio La Perla, que tenía uno de sus comercios en León. La futura abogada era hija de Alberto González Castellano y de Dolores Ruiz, que regentaban en Madrid las ‘Sederías González’».

Ella misma repartía su tiempo de infancia entre su León natal; Zamora, donde no perdonaba la Semana Santa, y un Madrid que ya le llamaba la atención. La propia Marisol recuerda a aquella joven:«Loli representaba en aquella sociedad pacata la modernidad, el vértigo de la gran ciudad, un destino aún inalcanzable en aquel mundo, cuya asfixia percibían de forma inconsciente entre los escasos horizontes que ofrecían los baños en el río y los paseos por la avenida. A decir de sus antiguos amigos, ya por entonces, muy al principio de los años 60, cuando contaban 15 o 16 años, poseía una personalidad muy definida, una presencia que cautivaba a aquellos adolescentes que admiraban su atractivo físico, su porte, su manera de vestir y hasta aquellos mocasines antecesores de los náuticos que nunca antes se habían visto por aquellos lares».

Mi marido cayó acribillado encima de mí, no tuve la suerte de desmayarme para no ver la masacreEntre sus amigos de aquella época en Zamora se encontraba González Valvé, quien la recuerda en sus memorias: «De adolescente ya era una chica muy solidaria, muy entregada a los demás. Cuando estudiaba Derecho en Madrid fui alguna vez a su casa, en la carrera de San Bernardo. La familia González Ruiz pertenecía a la alta burguesía madrileña, en su casa, para apuro de algún amigo zamorano que la visitó, pelaban la fruta con cuchillo y tenedor. No sería de extrañar que desconocieran o hicieran oídos sordos a la actividad de su hija, militante del Frente de Liberación Popular (conocido como FELIPE) para acabar en la Organización de Abogados del Partido Comunista de España».

No sé si lo sabría la familia, pero lo cierto es que Lola González Ruizfue de las que prefirió implicarse en la lucha antifranquista que ver los toros desde la barrera de la comodidad de una familia, en palabras de Valvé, «de la alta burguesía». Por cierto, no consta que el político zamorano haya hecho nada para que la Junta la reconozca, de alguna manera. En esa implicación en la batalla compartió camino con Enrique Ruano, otro joven universitario, militantes juntos de partidos antifranquistas y, por tanto clandestinos. Se acercaba aquel primer enero cruel, el de 1969. En palabras de su amiga Cristina Almeida:«Lola tenía el corazón helado por el mes de enero. Enero la separó de su primer compañero de amores, Enrique Ruano, asesinado por la policía el 20 de enero de 1969, sin poder estar a su lado porque ella estaba detenida en la propia policía. Un 24 de enero de 1977 unos asesinos de la extrema derecha entraron en el despacho de Atocha 55...».

El resto ya se sabe, la terrible Matanza de Atocha, la segunda muerte de Lola.
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