La invisibilidad del embarazo

Sara Gordón del Riego
12/08/2021
 Actualizado a 12/08/2021
La pandemia ha detenido muchos aspectos de la vida que antes funcionaban a otro ritmo pero esa cadencia prepandémica parece avanzar a niveles muy desiguales dependiendo de los sectores. A mí me ha tocado/he elegido vivir esta etapa embarazada, ahora mismo de ocho meses, y a veces siento que mi mundo gira a una velocidad mucho más lenta que la del resto. Mientras pueden celebrarse bodas o juntarse diez comensales en el interior de un bar, el padre de mi hija sigue sin poder entrar en las consultas conmigo a ver las ecografías o preguntar dudas. Mientras el ocio se reorganiza para poder celebrar conciertos y otros eventos, mi preparación al parto ha consistido en seis videos grabados con un móvil en el confinamiento y en el mejor de los casos otras compañeras embarazadas han recibido clases por videoconferencia.

No critico las medidas que se toman en otros sectores sino la falta de ellas en la realidad que yo vivo. Esta situación genera una sensación de abandono y falta de empatía hacia nosotras y nuestras parejas que han sido totalmente invisibilizados en su papel como progenitores y relegados a ser “esos” que nos esperan impacientes a la salida de los hospitales para recibir la noticia del sexo del bebé o saber si todo sigue correcto, en el mejor de los casos. Puede que la corresponsabilidad comience aquí y englobe reconocer la importancia de la pareja en todo el proceso de gestación.

España es uno de los países con tasas de fecundidad más bajos y donde las personas tardan más en tener hijos, y aunque se preveía un baby boom tras el confinamiento éste no ha llegado. Hay muchas razones para explicar esta situación, como la tasa de desempleo y la precariedad en el trabajo, pero a todas ellas añadiría este abandono institucional y falta de empatía que sume el proceso en una soledad injusta.
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