21/03/2022
 Actualizado a 21/03/2022
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Nos habla nuestro Luis Mateo Diez de la indignación como un sentimiento de desgaste, y ahora que muchos nos encontramos indignados por lo que entendemos como la brutal agresión de un tirano contra todo un pueblo indefenso, (Putin contra Ucrania) uno termina por pensar que, una vez más, somos nosotros los que perdemos la guerra. Y es que surgen cada vez más voces que se ponen del otro lado alegando unas razones que, al parecer, solo conocen ellos.

Se cumple pues, aquel aserto de que «siempre perdemos los mismos», los que pensamos que no existe razón alguna para masacrar a un pueblo. No se trata, pues, de razones, pues cada cual tiene la suya, sino de algo más simple, y a la vez más digno del ser humano, sino de principios, o como cada cual quiera llamar a los imprescindibles preceptos que deberían guiarnos, si nos decimos inteligentes.

Visto lo visto, y analizando los siglos, casi mejor abjurar de esa dignidad de humanos y bajar un peldaño más abajo, al mundo animal por ejemplo. Aunque mucho me temo que también ahí se cuecen habas, pues no es lo mismo ser tigre que ser cerdo. Aunque ya existen quienes han encontrado el algoritmo que descifra el lenguaje de los cerdos y, según parece, y se deduce de sus gruñidos, también pueden ser felices o sufrir, sentir y padecer a su manera.

Pero hablábamos de indignación y la receta que nos propone el gran escritor que acaba de publicar en Alfaguara ‘Celama (un recuento)’ en el que podemos repasar lo más sustancioso de lo por él escrito en sus tres libros sobre ese mágico territorio que podemos situar sin muchas dudas en nuestro Páramo leonés (su Celama) Y la receta que nos da es esta: «Hay que resguardarse de la realidad, pero no del compromiso. Hay que estar involucrados en primera línea». Eso.

Lo que la vida nos va enseñando poco a poco es en qué bando estamos. Y aunque todos cran/creamos estar en el bando de los buenos, la vida nunca acaba de decidirse cuales son unos u otros, y acaso tengamos que morir sin saber si iremos a parar al cielo o al infierno. Lo que debemos tener claro es que el bando de los que matan no es el bando de los buenos. Cuenta el griego Theodor Kallifatides en su magnífica novela ‘Lo pasado no es un sueño’ que «Un día los alemanes perdieron la guerra y se fueron. En el vacío que dejaron, aparecieron de pronto, por un lado organizaciones de ultra derecha…, y por el otro, organizaciones de izquierda, decididas a cobrarse la sangre derramada».
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