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La incoherencia de Ciudadanos

14/11/2021
 Actualizado a 14/11/2021
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Que Ciudadanos de Castilla y León está más perdido que Paco Martínez Soria en plena Gran Vía madrileña, es un hecho contrastado. Que no sabe por dónde sopla el viento, también. Y que se está convirtiendo en una extraña amalgama de ideas y decisiones contradictorias, ya no le cabe la menor duda a (casi) nadie. La ‘todopoderosa’ Gemma Villarroel (porque ella lo vale), concejala del Ayuntamiento de León, diputada provincial y coordinadora autonómica de la organización naranja, avanzaba, el martes, que su partido estaría abierto a negociar con el PSOE. Somos liberales, matizó. Unos días antes, su compañero ideológico y procurador, el salmantino David Castaño, señalaba que antes de apoyar a Luis Tudanca, el ‘amo’ regional de los socialistas, prefería rociarse con napalm. Toda una declaración de intenciones. A la brava.

Pues bien. Si se tomaran a risa una y otra declaración –que la cuchufleta se las trae–, la cosa no iría más allá de la mera anécdota. Otra a mayores, protagonizada por los mismos. Pero si se aplican en serio las palabras de Villarroel, la cosa cambia. Por aseveraciones como las suyas el partido que ahora lidera Inés Arrimadas ha perdido, ante la sociedad española, un ojo de la cara, la córnea del otro y parte de un riñón. Han dilapidado el crédito –en su momento bien ganado– a martillazos. Y si sus votos, antaño, se nutrían del llamado centro derecha moderadito y, en otro nivel –mucho más inferior–, de la izquierda tibia y medrosa, es posible que en las próximas elecciones –las que correspondan o se adelanten–, no se coman ni una peladilla. Ni una uva pasa. Ni siquiera un piñón. La decadencia anunciada.

Las encuestas serias –tan poco en boga entre las clases dirigentes– lo vienen vaticinando en el tiempo. No dejan resquicio a la esperanza. Y en Ciudadanos, mientras tanto y a pesar de ello, con la mirada puesta en la luna y en la geometría de la Osa Menor. Haciendo oídos sordos a la realidad y vuelta la burra al trigo. O a la cansina noria de la rutina equivocada. Al despropósito. Que es lo que parecen dictarles sus trasnochados argumentarios: quedarse en su actual y errática coreografía y seguir, impertérritos, alimentando sus fallidas estrategias.

El fiasco más reciente lo vivieron en Murcia, el pasado marzo, tras haberse aliado con el PSOE en la famosa moción de censura para desalojar al PP del Gobierno regional. Les pasó factura y les llegó la ruina. Dos meses después, en mayo, lo volvieron a pagar con creces en las elecciones a la Asamblea de Madrid: cero diputados. Desaparecieron del mapa. Y todo, por compadrear, como subalternos, con los socialistas. Y Villarroel, ahora, habla de negociar con ellos. Que se lo haga mirar. Es urgente.
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