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«La ignorancia es difícil de erradicar»

13/07/2020
 Actualizado a 13/07/2020
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Pocas cosas me producen esa emocionante sensación de estar camino de una aventura como una charla con el escritor Javier Sierra. Esta vez, la conversación ha tenido que ser telefónica, pero Sierra es muy capaz de transmitirte su entusiasmo por los enigmas de la Historia, su amor por el conocimiento, incluso desde la distancia. Acostumbrados a escucharlo en programas divulgativos (ahora, en su serie documental ‘Otros mundos’, que pasa por Movistar), o a leer sus novelas, siempre curiosas y poco dadas al conformismo, Sierra logra capturar la atención de los lectores o de los interlocutores con su gran capacidad de comunicación. También, desde luego, con su gusto por la fábula, por los relatos de la antigüedad que hoy, lamentablemente, se desdeñan. Acaba de publicar ‘El mensaje de Pandora’ (Planeta), un libro breve, escrito durante el confinamiento por el coronavirus. Sierra me dice que no es una novela ni un ensayo, sino una advertencia.

Javier Sierra cree que hay muchas lecciones que pueden extraerse de otras épocas, y que, en estas primeras décadas de un confuso siglo XXI, no se están teniendo en cuenta. Cree que nos movemos en un mar de desmemoria, en un intento de construir el presente despreciando la sabiduría de siglos. Y culpa, sobre todo, a los errores que estamos cometiendo en materia de educación. «La tecnología es muy importante, desde luego, pero no podemos olvidar el pensamiento, que es lo que define al ser humano. Yo dedico mi libro a Sofía, a la sabiduría, porque creo que hay un extraño desprestigio del conocimiento. Un rumbo consistente sólo se puede marcar con un pensamiento humanista. ¿Qué está pasando? ¿Por qué el sistema educativo actual ignora las raíces? Sólo los árboles que tienen raíces profundas se mantienen en pie. Insisto, nadie abomina de la tecnología. Pero ella misma ha de tener un sustrato cultural y filosófico, algo que estamos olvidando a gran velocidad. Creo que la OCDE, a través de los planes de estudio, nos está abocando a una educación muy técnica. Tenemos un grave problema si creemos que podemos entender el mundo sin entender sus raíces. Y, además, la tecnología actual nos llega, especialmente a los jóvenes, a través del entretenimiento. Ahora buscamos, sobre todo, cómo distraernos. Pero la gran aportación de la humanidad es el pensamiento, no lo olvidemos, y, sin él, tendremos dificultades», explica.

‘El mensaje de Pandora’ utiliza referentes muy diversos, algunos de ellos muy queridos por Javier Sierra. Cree que es un libro que los jóvenes deberían leer. Por un lado, las civilizaciones antiguas, la lucha contra otras epidemias en diversos momentos de la Historia (y con muchos menos recursos de los que tenemos ahora), la posibilidad, dice, de que la vida sea un ‘contagio’ en sí misma, llegado desde fuera de nuestro planeta, a través de eso que algunos especialistas llaman ‘panspermia’. Los meteoritos podrían ser el origen de formas de vida que luego se han desarrollado aquí, pero que provenían de otros lugares. Hay muchas teorías al respecto, como las del Nobel Francis Crick. «Lo que quiero decir», tercia Javier Sierra «es que nos creemos demasiado importantes, necesitamos un poco de cosmocentrismo. Por supuesto que hay grandes debates sobre el origen de la vida, sobre la posibilidad de haber sido ‘infectados’ desde fuera, etc. La vida no puede ser algo circunscrito al planeta Tierra. Sería extraño [al menos la vida en su sentido primigenio], sobre todo si consideramos que la universidad de British Columbia revelaba hace sólo unos días que sólo en la Vía Láctea puede haber seis mil millones de mundos, de planetas rocosos semejantes al nuestro. Pero es que ahí fuera hay dos mil millones de galaxias. Me gusta reconocer que nuestro lugar es humilde, que seguramente todo está interconectado», señala.

Esta teoría de la ‘contaminación’ casa como un guante con la mitología, y en particular, con la historia de Pandora que da título al libro de Sierra. «Las historias mitológicas no son otra cosa que una interpretación del mundo. Simbólica, metafórica, pero interpretación al fin. El lenguaje [y, por tanto, la narrativa] implica una manera de explicar el mundo, nos ayuda a entenderlo», dice Javier Sierra. Por eso defiende el escritor la necesidad de combinar la técnica con el pensamiento humanista, hoy prácticamente desaparecido de los sistemas educativos. El lenguaje, en efecto, es el constructor de nuestra interpretación e la vida. «Pandora es enviada por Zeus con su caja, y ella, que no puede resistir la curiosidad, termina abriéndola, como es bien conocido, y los males, las enfermedades, se dispersan por el mundo. Salen de la caja los males, no los dones, y así simbólicamente conocemos cómo el mal se dispersa y aflora de vez en cuando. Esta pandemia podría haber sucedido antes. Tenemos la de 1918, esa que se llamó gripe española, la gripe que mató a Apollinaire… Me pregunto por qué aquella epidemia, que mató a tantísimas personas, ni siquiera sale en los libros de bachillerato. ¿Por qué? A veces me pregunto también qué hemos aprendido del pasado. Hubo momentos en la Historia en el que las sociedades tuvieron que enfrentarse a epidemias terribles que costó mucho superar. Esto no es un ataque, es un proceso natural», sigue explicando, sin perder un ápice de energía, Javier Sierra.

Dice el escritor que los restos arqueológicos y las investigaciones de las civilizaciones antiguas demuestran que desde el establecimiento de la agricultura y de la ganadería la posibilidad de contagio se convirtió en algo normal. «Empezamos a convivir con los animales, por no hablar de esa pasión antropomórfica que se advierte en las representaciones artísticas de la antigüedad, en la que el hombre y el animal aparecen mezclados», señala. De todo eso se habla también en ‘El mensaje de Pandora’. «Me gustaría pensar que todo esto nos puede llevar a un renacimiento de la civilización, a una nueva forma de relacionarnos con la naturaleza, que no conoce fronteras», me dice Sierra. Un Renacimiento como el que siguió a la Peste negra del siglo XIV, tras un periodo de estupefacción y caos. Probablemente fue la peste la que abrió los ojos a muchos, la que llevó al final de la Edad Media y trajo ideas radicalmente opuestas. Es decir, trajo la modernidad.

«Es posible que estemos acercándonos al final del mundo tal y como lo conocemos. Tenemos que dejar de creer en una sociedad binaria, sin matices, llena de dogmas, a la que regresa una nueva ignorancia. La ignorancia es una gran epidemia, y esa sí que es difícil de erradicar», concluye.
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