alvarob.jpg

La gran boda Astur

23/04/2016
 Actualizado a 19/09/2019
Guardar
Daviz Zumetix, líder natural y feroz guerrero de la tribu de los Viancios ondeaba melena al viento en aquellos años. Pelo negro y lacio que otorgaba al astur llegado del norte, más allá de la Legio décima, en la norteña cordillera, un aspecto cuasi salvaje, que no tardó en enamorar a Begonia, dulce muchacha que habitaba ya en aquel entonces en su tierra natural; a las faldas del monte Tilenus, en lo que habría de convertirse en Asturica Augusta.

La tierra y la lucha por el orgullo astur, que cada uno velaba con sus propios medios, unió para siempre a los ahora Zumetix. Así que el sol, la luna, las estrellas y los dioses solo han confirmado lo que ya era una realidad. Un amor por encima de todo y todos, armado lentamente en la fragua, cual falcata, cual hierro candente listo para la contienda.

Cuenta la leyenda que el gran Daviz detuvo las aguas del Torío con la inspiración del dios Odín con tal de llegar hasta su amada, que lo esperaba más al sur. Tal era el deseo de tenerla entre sus brazos que ni unas hoces llenas de nieve, patrullas romanas a diestra y siniestra y el abrupto clima de la región lograron detenerle. Años ha de todo aquello. Hazañas que ahora se recuerdan de tribu en tribu, y que se transmiten a los nuevos viancios, como normas de valor y amor por una mujer, una tierra y un modo de vida.

El guerrero es líder y hermano. Hace tiempo que cortó su larga melena pero sus facciones siguen siendo duras y muy astur llionesas. Conocedor de avanzadas técnicas de combate y manejo de armas, Zumetix mantiene en jaque a las hordas romanas cada idus de julio, en las cruentas batallas que tienen lugar en la vieja Asturica Augusta. Pero no solo de guerras vive un líder. Sabido es por todos que su maestría construyendo pallozas hace que pueda trasladarse rápidamente en caso de peligro. Pero Daviz es un derroche de bondad y sabiduría. La sapiencia que vale, que sirve a todos, que salva vidas. Un guerrero fundido con la naturaleza y una naturaleza fundida con un guerrero. Esa es su esencia. Las plantas, los árboles y los animales saben que cuando él llama, hay que acudir.

Begonia, la mayor de tres bellas hermanas, es el bastón del guerrero, pero también su mente y sus ojos. Una mujer sobre la que se ha construido un hogar, una estirpe que perdurará en la memoria de todos. De fina cara, blanquecina, con algunas pecas de dulzura que no esconden un carácter sobrio y determinado, Begonia es hombro para muchos y centro para todos. Su único afán es querer y querer mucho. La tribu, sus viancios, acuden a la reina de los astures para pedir consejo, para compartir emociones o para disfrutar buenas nuevas. Detrás de un hombre bueno siempre suele haber una mujer mejor.

Y en este día, en estas tierras galaico leonesas, a la cuna de nuestros hermanos los celtas y a la vera de los astures, se unen Daviz y Begonia ante los dioses bajo el amor que les tutela siempre, y que labran día a día, desde hace dos décadas, como la tierra. Un hombre y una mujer capaces de convertir el árido campo en frondoso vergel solo con sus manos. Juntas, fuertes y entrelazadas.

Que la tierra de los ancestros, que ahora es la vuestra, sea siempre leve, siempre sincera, siempre amiga y siempre amable. Que sea también testigo de vuestra nueva vida juntos. Que sea firme donde pisar y suave donde caer. Compacta para aguantar y fina para plantar. Que dé el fruto, la vid y el cereal. Que os acompañe bajo los pies y siempre en vuestro caminar. La tierra hoy es el mejor testigo de lo que ya sois, pero ya erais y siempre seréis. Dos personas y una sola vida.

Daviz, Begonia. Begonia, Daviz: siempre con vosotros. Que el sol nos ilumine y la luna nos cobije, pero siempre con vosotros.
Lo más leído