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La fatiga emocional

18/05/2020
 Actualizado a 18/05/2020
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Uno de los síntomas es la irritabilidad (otros: la falta de energía y la dificultad para la concentración) lo que conlleva a un cierto estado de ánimo en el que la realidad se nos aparece distorsionada, y siempre tirando a la zona más roja del arco de la intransigencia. Por ejemplo, el repunte de considerar a los ancianos como «los putos viejos» esos que acaparan para sí unos esfuerzos por parte de la comunidad que algunos juzgan un despilfarro total.

Cuando la parte contratante de la comunidad observa cómo se van agotando sus recursos mentales para mantenerse en el poder, busca primero hacer sangre en el sector más vulnerable, al que culpa de todos los males negándole su principal valor, que es el de su pasado, especialmente si les tocó vivir una postguerra o dos, como fue el caso de nuestros ancianos de hoy.

La fatiga emocional, si se combina con la ignorancia, y se adereza con la estupidez, puede convertirse en pura dinamita, que, en manos de desaprensivos y de populistas y ultras de todo jaez, resulta altamente peligrosa para la estabilidad de una sociedad que, por algún tiempo, algunos creyeron definitivamente instalada en la modernidad, entendiendo ellos por tal, la aquiescencia general a sus deseos de dominio y manipulación.

Fatiga de los materiales, lo definiría Khant. Cansancio de luchar durante tanto tiempo contra la incomprensión de unas nuevas generaciones que miran a sus antepasados como culpables de «lo que pasó»; cuando, en realidad, habría que distinguir, como siempre, entre víctimas y verdugos, y no catalogar a toda una generación, o dos, o tres, como «aquellos que nos metieron en una guerra mundial, o en una contienda civil, o en una dictadura, o nos dejaron en manos de una Iglesia Católica incivil».

¿Verdugos, o víctimas? Porque ni todos los ancianos de derechas fueron unos verdugos, ni todos los de izquierdas quemaron iglesias. Y, a estas alturas quienes no sepan distinguir, y quienes llamen fachas a los que tanto lucharon por la libertad, o desgraciados a los que cayeron del lado de los rebeldes contra la república, no están siendo justos por mucho que esa sea ya una incuestionable verdad.

Fatiga emocional; fatiga de los materiales; cansancio de vivir. Cuando haya pasado todo esto, lo del Covid-19 y demás, habrá que replantearse tantas cosas que a muchos no sé si nos va a dar tiempo ya. Entretanto, y para combatir esta fatiga del alma, habrá que recurrir a la verdad: esa rama de árbol que siempre sigue ahí, para sentarse en ella y divisar el horizonte azul, o para colgarse de ella sin ningún rencor.
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