12/07/2020
 Actualizado a 12/07/2020
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Cuando hacemos un repaso de las pandemias que ha sufrido España desde la Edad Media, debemos empezar por la llamada Peste Negra, una enfermedad que afectó a Europa a partir de 1343, y sucesivas durante cuatro siglos. Como la medicina era impotente, la solución razonable contra la bacteria ‘Yersinia pestis’ consistía en poner pies en polvorosa. Un par de botas constituía el más seguro de los remedios. Desde el siglo XIV, la Sorbona había aconsejado a los que podían que huyeran lejos y durante mucho tiempo. Un médico de Málaga declaraba durante la peste de 1650 que el contagio fue tan fuerte que los hombres se pusieron a huir por los campos como animales salvajes; pero en llegando a las aldeas se les recibía afectuosamente a tiro de mosquetón. El ‘Decamerón’, de Boccaccio, es una serie de relatos de jóvenes que huían de Florencia durante la peste. Después de 1721 la peste desapareció de Occidente.

El cólera no apareció en España hasta 1831. De las seis pandemias de cólera conocidas entre 1817 y 1923, cuatro –excepto la primera y la última– afectaron a España y a Europa convirtiéndose en una de las enfermedades más extendidas, mortíferas y devastadoras del siglo XIX. Las que asolaron a España entre 1833 y 1885 ocasionaron cerca de 800.000 muertes, para una población que, a mitad de ese siglo, apenas rebasaba los 15 millones. Aunque en 1854 el italiano Filippo Pacini descubrió que el causante era el bacilo ‘Vibrio Cholerae’, y el español Jaime Ferrán ensayase una vacuna, no se dispuso de un tratamiento eficaz, y sólo en la prevención se basó la lucha contra la enfermedad. En plena epidemia colérica, surgió en España el denominado cantolanismo o federalismo sanitario. Este fue un fenómeno de insurrección y desobediencia de algunos poderes locales contra el Gobierno central, cuando decidió permitir la libre circulación de personas y mercancías y abolir medidas cuarentenarias, para evitar el daño económico que producían. También se produjo el hecho de la huida de los ciudadanos más pudientes desde sus residencias habituales hacia lugares más saludables, como zonas rurales o lugares de veraneo en el norte de España, o al extranjero.

La llamada infundadamente ‘gripe española’ irrumpió en enero de 1918 y duro hasta diciembre de 1920. El causante de la enfermedad era el virus ‘Influenza A del subtipo H1N1’, que, aparte de las personas, afectó a animales como perros y gatos. Parece ser que su origen tuvo lugar en EE UU, en el Estado de Kansas, y se transmitió a través de los soldados norteamericanos que vinieron a combatir a Europa durante la I Guerra Mundial. Del contagio de los países europeos en guerra entró en España, país neutral en la contienda bélica que no censuró la publicación de los informes sobre la enfermedad y sus consecuencias, de ahí que, pese a ser un problema internacional, se le diera el nombre de ‘gripe española’. Se calcula que murieron entre 50 y 100 millones de personas. Hubo tres oleadas. El 75% de las muertes ocurrieron en la segunda oleada de 1918. Aunque comenzó a ser una gripe relativamente benigna, su mortalidad fue aumentando progresivamente. En España resultaron afectados cerca de 8 millones de personas, con más de 200.000 muertes que constituían el 1% de la población.

Desde hace un siglo la pandemia actual es la más grave devastación de salud sufrida en España. Para que llegue a producirse un nuevo desastre sanitario, basta con que se descuide el posible receso u olvide recuerdo del anterior. Y nadie sabe cuánto tiempo debe pasar para olvidarlo. Ojo al dato.

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