La población extranjera ha vuelto en León a cifras de los años de ‘precrisis’, 18.245 en 2017, según datos del INE recogidos por la Junta de Castilla y León para su información estadística sobre la población inmigrante, pero los que han resistido a los años adversos han echado raíces en León, sus hijos han cumplido años con la tradición leonesa de las ‘cuelgas’, se han decantado por un bachillerato u otro en los institutos de la provincia y han enriquecido las aulas convirténdolas en una miscelánea de culturas. La internacionalización ha empezado por los centros escolares, en los que actualmente se cuentan más de 3.400 alumnos de origen extranjero (en enseñanzas no universitarias), uno de cada veinte, o lo que es lo mismo, cinco de cada cien.
Pero lo que hoy es natural, a comienzos de este siglo era poco más que anecdótico. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) consultados por este periódico, hace 15 años (en el curso 2002-2003), el alumnado extranjero de enseñanzas no universitarias ascendía a 1.857, y hay que tener en cuenta que el número de alumnos en la provincia era mucho mayor (la despoblación no era un problema de primer orden entonces), por lo que el porcentaje de extranjeros representaba apenas un dos y medio por ciento del total (ahora está cerca del 5%, y eso que en los últimos años, como los oriundos, los de fuera también han tenido que salir de las fronteras provinciales para encontrar un trabajo con el que pagar una educación a sus hijos.
Según los últimos datos de la población inmigrante publicados por la Junta de Castilla y León, el pasado curso había en las aulas leonesas de Infantil 443 alumnos extranjeros, 972 en Primaria, 10 en Educación Especial, 845 en ESO, 258 en Bachillerato, 344 en FP y ciclos formativos; seis cursando enseñanzas especiales de artes plásticas y diseño, 21 en enseñanzas musicales y 334 en enseñanzas de idiomas. A estos hay que añadir los 250 de educación para adultos.