La escasez de lluvias aprieta el cinto a los regantes para la presente campaña

A falta de conocer la evolución meteorológica de las próximas semanas, la CHD prevé importantes restricciones en las zonas de los ríos Órbigo y Tuerto

T.G.
03/03/2022
 Actualizado a 03/03/2022
Así se encontraba este miércoles Riaño tras haber amanecido nevando y con unas reservas de agua que se encuentran al 77,6% de su capacidad. | JAVIER RECIO
Así se encontraba este miércoles Riaño tras haber amanecido nevando y con unas reservas de agua que se encuentran al 77,6% de su capacidad. | JAVIER RECIO
Nunca llueve a gusto de todos pero es que últimamente ni siquiera llueve. La escasez de lluvias en las últimas semanas pintan de preocupación la sementera en el campo, que tiene la esperanza de que las lluvias previstas para hoy persistan y puedan así paliar una sequía que podría poner en jaque los cultivos de la provincia leonesa. De la evolución meteorológica de las próximas semanas depende también la campaña de riego que ya preparan las comunidades de regantes y lo hacen, en términos generales, apretándose el cinturón. Aunque algunos lo tendrán que hacer más que otros, dependiendo de las zonas. Este miércoles se reunieron en León las juntas de explotación en las que están representadas las diferentes comunidades de regantes que analizan, junto a la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), la situación en la que se encuentran las reservas de agua de la provincia. Comienzan así a hacer las primeras estimaciones de agua con la que contarán para la ya inminente campaña de riego. Lo hacen con buenas expectativas quienes dependen del agua de las reservas de Riaño y del Porma, pero pinta austero el riego en otras zonas como las de los ríos Órbigo y Tuerto.

Estas reuniones sirvieron este miércoles para determinar las dotaciones de referencia de cada sistema en función de la disponibilidad de agua, lo cual posteriormente quedará fijado por una próxima Comisión de Desembalse. Con el panorama actual, y tras los encuentros de este miércoles, quedó determinado que los agricultores que dependen del agua de Riaño y Porma tendrán restricciones, pero mínimas. De este modo les han asignado una dotación de 6.000 metros cúbicos por hectárea, lo que supone una merma de 500 metros cúbicos menos con respecto al agua que les fue asignada la campaña pasada. Esta cantidad de agua parece «asumible» para los regantes de estas zonas.

Teniendo en cuenta que el agua embalsada en Riaño y en el Porma no dista mucho de la que había el año pasado, esta restricción se debe en parte al aumento de hectáreas de regadío en zonas como los Payuelos. En ella este año llegarán a regar 22.000 hectáreas, 4.000 más que el año pasado y con tendencia creciente, pues para la próxima campaña habrá aún más y así sucesivamente hasta que acaben la transformación que supondrá el regadío en más de 42.000 hectáreas. Esta situación podría ser revisable durante la campaña si la primavera viene muy seca y se precisase comenzar a regar antes algunos cultivos como el cereal o la colza. Peor parados han resultado los regantes de los sistemas Órbigo y Tuerto que serán quienes mayores restricciones padezcan de no cambiar radicalmente la situación meteorológica.

Ángel Quintanilla, presidente de la Federación de Regantes del Duero, lamentaba la situación de sequía que padecen los regantes del Órbigo teniendo en cuenta los niveles de agua almacenada que hay actualmente en Villameca y Barrios de Luna, reservas de las que depende el regadío de sus cultivos. Por ello está previsto que la dotación de agua disminuya considerablemente llegando a tener un recorte del 33% en el caso de los regantes de Barrios de Luna. De esto modo, prevén una dotación de 4.000 metros cúbicos por hectárea frente a los 6.000 de años de bonanza. Y en el caso del Tuerto la situación es más extrema aún y la disminución será del 44% pasando de 4.500 metros cúbicos del año pasado a los 2.000 disponibles este año.

«Esta situación deja de manifiesto la necesidad que tenemos de que se ejecuten las balsas del Órbigo para poder sacar adelante los regadíos», incide Quintanilla, quien prefiere ser cauto y esperar a ver cómo transcurren las próximas semanas con la esperanza puesta en la tan ansiada lluvia, que de llegar de manera abundante podría mejorar su situación. «De seguir así, con las inversiones que se han hecho, si no tenemos agua... es una catástrofe», lamenta el presidente de la Federación de Regantes del Duero. «El tiempo nos viene a dar la razón con la necesidad de las balsas y todo esto teniendo en cuenta que el año pasado dejamos unas reservas amplias en Barrios de luna, que de no ser así no sé qué sería este año del campo», manifiesta Quintanilla.
Este pide además que, una vez terminen las juntas de explotación de la cuenca, se puedan tomar medidas y «hacer una mesa de sequía para buscar de algún modo la manera de que todos los regantes tengan la posibilidad de acceder al agua en igualdad de condiciones y se haga un reparto equitativo de la misma», concluye.

Modernizar para racionalizar


Los tiempos de sequía dejan de manifiesto en León la necesidad de avanzar en la modernización de los regadíos para hacer un uso más eficiente del agua. Teniendo en cuenta estos episodios de falta de agua, junto al cambio climático y el avance en la transformación del regadío en la zona de los Payuelos, las reservas de agua de la provincia dejan de ser un pozo sin fondo. De ahí que en las reuniones de este miércoles los regantes hiciesen de nuevo hincapié en la necesidad de avanzar en la modernización pero también en la construcción de nuevas infraestructuras para el riego. Además de las balsas del Órbigo, los regantes de Riaño urgen a la CHD con el proyecto de las balsas de Las Cuezas, una reserva de agua que evitaría la aportación anual que se hace de Riaño al sistema Carrión y que es de entre 70 y 75 hectómetros cúbicos. En el momento en el que los Payuelos estén transformados al 100% se necesitará más agua para el regadío de León y, además, la aportación se concedió en todo caso de manera «provisional».

También este miércoles se habló del volumen mínimo de embalse a conservar al final de la campaña, que se elevará también posteriormente a la Comisión de Desembalse. En el caso de Riaño el mínimo debería ser de 150 hectómetros cúbicos «aunque mejor que se acerque a 200», explican los regantes que ya saben lo que son las estrecheces.
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