La dura vida de un ‘niño de la guerra’ hecha filandón

"Un niño pequeño, solo, indefensoy entre bombas". Ésa es la infancia que se encontró Paco Robles, un niño nacido en Mansilla de las Mulas, la tierra de sus padres, pero que habían emigrado al País Vasco, como tantos otros de esta tierra. Y ante esta situación... "Aquel niño fue evacuado a Inglaterra durante la Guerra Civil. Su padre y su madre,tras el bombardeo de Guernica decidieron alistar a su hijo mayor (Francisco) y a Carmen, la segunda, en el vapor Habana que trasladó a Gran Bretaña a 4.000 niños y niñas del País Vasco. Era el 21 de mayo de 1937". Paco se acababa de convertir en uno de aquellos llamados ‘Niños de la guerra’, una expresión que esconde mucho dolor, desarraigo, sufrimiento e historias de supervivencia como la de aquel niño leonés, que aún vive y con 90 años mantiene una lucidez envidiable, que le permitió contarle con pelos y señales su vida al escritor asturiano Miguel Ángel Fernández, una biografía que acabó viendo la luz bajo el título de ‘Paco Robles, el niño vasco de Mansilla’, que han presentado en León y Mansilla de las Mulas, cautivando en sus presencias con la lucidez y firmeza de las convicciones de aquel "niño pequeño, solo, indefenso y entre bombas".

Esa historia de supervivencia será la protagonista del ciclo ‘F de Filandón’ que se viene celebrando los miércoles en El Corte Inglés de León, en la sala de Ámbito Cultural (sexta planta) a partir de las ocho de la tarde.

Recordaba Paco Robles como se alargó de por vida un viaje que "iba a ser para tres meses, pero fue para siempre...". O casi, puespor suerte en 2018 Paco Robles volvió a Mansilla de las Mulas, acudió a actos, se reencontró con antiguos vecinos... Lo recordaba Toño Morala en la presentación de su biografía en su pueblo: "Paco Robles, el nieto de ‘Patapalo’ e hijo de Germiniano Robles, de Mansilla de las Mulas, y de Martina Hernando… un hombre bueno con una niñez partida y rota, que tuvo que salir adelante con la fuerza que da la sobrevivencia para contar al Mundo la realidad y la verdad de aquella terrible angustia".

También habló ‘el niño de la guerra’ de los recuerdos que mantenía en su memoria de aquel viaje infantil. "Pasamos en el Habana tres noches muy malas de vómitos, y sin poder dormir, porque no encontrábamos camas. Por fin en la mañana del 23 de mayo vimos que habíamos llegado a Southampton, Inglaterra, y en cubierta había varios médicos con chaquetas blancas que nos ponían a todos inyecciones antes de desembarcar".

Unas historias que hoy regresan, de la mano de quien las conoce porque las escuchó primero y las escribió.