"La defensa es una necesidad derivada de la inseguridad que domina el mundo"

Entrevista a Luis Carlos Torcal Ortega, general jefe del Maca

David Rubio / Isabel Herrera
07/05/2017
 Actualizado a 19/09/2019
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El general de brigada Luis Carlos Torcal tomaba posesión como jefe del Mando de Artillería de Campaña (Maca) hace sólo un par de semanas. Conocía León, pero de pasada, aunque como destaca, «León siempre está en la mente de un artillero, es un lugar que para la artillería representa muchísimo, es una de nuestras referencias».

–¿Qué tal le ha recibido León?
–Me está gustando muchísimo lo que he visto. Me han oído hablar mucho de Sevilla, porque mi anterior destino fue mandar un Regimiento en Sevilla. Soy de Madrid, pero yo en Sevilla me he sentido sevillano, y estoy seguro de que aquí en León me voy a sentir leonés. De hecho, estuve este fin de semana con gente de Sevilla y ya les dije que me empezaba a sentir leonés (risas).

–A nivel laboral, ¿cómo han ido estos primeros días?
–Estos primeros días son, como era de esperar, muy intensos. Tengo muchas actividades, no controlo mi agenda completamente porque estoy subordinado a muchos requerimientos que me obligan a acudir a actos, a acudir a presentaciones… pero la verdad es que estos primeros días son muy gratificantes. Es una entrada que me está permitiendo conocer a grandes rasgos la unidad que voy a mandar.

–¿Con qué retos asume el mando del Maca?
Los retos de esta etapa al frente del Maca son retos que se podrían enmarcar dentro de los retos generales de las Fuerzas Armadas. Estamos pasando por una situación en la que la defensa es un tema fundamental de política de Estado, es una necesidad derivada de la situación de inseguridad que domina el mundo. Alguien pensaba a lo mejor que con la caída del muro de Berlín y la desmembración de la URSS habíamos entrado en una era de paz, pero la realidad es que el mundo está cada vez más complicado. Hay nuevos actores, nuevas amenazas, y la situación de inseguridad que se perfila internacionalmente es clara. Esto hace que la política de seguridad sigue teniendo un peso importante en cualquier política de Estado, pero al mismo tiempo todo esto hay que enmarcarlo en un momento político que ha sido, o que está siendo, de grave crisis económica. Entonces, ahora mismo hemos pasado unos años en los que el mantra que nos comunicaban era lo de tratar de hacer más con menos, pero esto no es sostenible en el tiempo. Uno no puede hacer más con menos de forma prolongada.

–Lo avanzaba ya en su alocución de toma de posesión, hacen falta más medios...
–Llegamos a una situación en la que es necesario invertir en seguridad, dotar a las Fuerzas Armadas de los medios que se precisan. Porque estamos muy comprometidos, España está muy comprometida en la seguridad internacional. Pero lógicamente, en unos tiempos en los que los requerimientos son elevados, habrá que responder con los medios necesarios, y esos medios son caros. Cuando alguien piensa en la artillería piensa que se lanzan proyectiles de forma indiscriminada y que se produce un daño no controlado con muchos efectos colaterales, no es así. La actuación de la artillería, y existen los medios para ello, nos permite realizar la acción sobre los objetivos determinados que queremos batir, siempre con el objetivo, en primer lugar, de cumplir la misión; en segundo lugar, de reducir al mínimo las probabilidades de bajas propias, y tratar, por supuesto, porque todos somos seres humanos, de que los efectos colaterales sean los precisos. No voy a hacer un parangón, pero vamos, se trata de hacer intervenciones quirúrgicas, es decir, no se trata de provocar mayor daño del que sea estrictamente preciso para el cumplimiento de la misión. Entonces, esos medios existen. La artillería de campaña necesita dotarse de esas capacidades.

–¿En material de personal?
–El Ejército es profesional, pero tiene una dinámica propia del Ejército profesional. Hay que renovar al personal, hay que cuidar al personal que está en activo, y hay que proteger y auxiliar al personal que cuelga el uniforme, que deja la profesión, en todas las escalas, oficiales, suboficiales y de tropa. Y ese es un reto importante. Al mismo tiempo, con este personal con el que estamos jugando y con los medios con los que contamos o que nos gustaría contar en algunos casos, pues tenemos que tener esa preparación técnica y táctica para ser lo más eficientes posible cuándo y donde se nos requiera. Por tanto, la instrucción y la necesidad de formación del personal no ha bajado, todo lo contrario, cada vez se es más exigente. Luego los retos al asumir el mando son, probablemente, los mismos retos que asumieron mis antecesores, pero ahora me toca a mí asumirlos y, con las circunstancias actuales, sacar el máximo rendimiento.

–Pero, ¿hace falta personal en León?
–De medios humanos no estamos mal, todo lo contrario. Hay que contar con que un Ejército profesional y con medios modernos no exige tanta dotación de personal como antiguamente exigían las unidades. Las unidades que están ubicadas en León están dotadas de un material que requiere renovación y, en algún caso, estamos hablando de recuperar una capacidad que hemos perdido; las unidades lanzacohetes, por ejemplo, que estaban ubicadas en la provincia de León y que ahora mismo se han perdido. Los medios existen. Además, los lanzacohetes son un medio de plena vigencia, permite una profundidad y una precisión en su empleo muy importante. Entonces, esa capacidad debe tenerla el Ejército y deben de adquirirla las Fuerzas Armadas, pero lógicamente, estamos, como decía al principio, en un momento de crisis económica, aunque la situación vaya mejorando, probablemente haya muchas prioridades, y todo el mundo tiene que tratar de atender de la forma más eficiente, y el Gobierno tiene que establecer sus prioridades a la hora de adquirir material, pero indudablemente esa capacidad lanzacohetes y esa necesidad de artillería es una necesidad sentida por el Ejército. Por tanto, las unidades que están ubicadas en León llegará el momento en que estarán, ese material se irá renovando y ese material se irá dotando. Mientras tanto, el material que tenemos es un material plenamente operativo y con el que tratamos de sacar el máximo rendimiento, que nadie piense que estamos en una situación de ‘stand by’, que estamos parados porque no tenemos el material para actuar. Todo lo contrario, tenemos material muy moderno, en algunos casos somos las únicas unidades que disponen de ese material y que está a disposición de todas las Fuerzas Armadas, y en otros materiales, pues uno tratará de renovarlos. Pero eso pasa en todas las familias, yo tengo coches de diferentes antigüedad, ya me gustaría a mí estrenar coches todos los años, pero no es posible.

Hay que renovar al personal, hay que cuidar al personal que está en activo, y hay que proteger y auxiliar al personal que cuelga el uniforme
–¿Cuánto lleva usted en el Ejército y cómo lo ha visto cambiar?
–Ingresé en la academia en el año 81, estamos hablando de prácticamente 36 años desde que ingresé, 31 años desde que salí de la academia con mi empleo de teniente. Si ustedes lo recuerdan, la sociedad a lo largo de estos años ha ido evolucionando muchísimo, y las Fuerzas Armadas han evolucionado también. La sociedad ha cambiado, la tecnología ha cambiado, la situación internacional se ha modificado... Como he mencionado antes, ha habido una serie de acontecimientosque han cambiado el panorama de confrontación internacional que había, pero bueno, yo si tuviera que ceñirme a lo que considero los cambios más significativos que he observado yo creo que son dos. El primero, la modificación de la estructura del Ejército y su organización. Cuando yo salí, el Ejército era todavía un Ejército territorial, donde había unidades militares prácticamente en todas las grandes ciudades, pero ahora mismo hemos evolucionado hacia un Ejército de proyección. Eso no significa que nuestras unidades, aunque estén ubicadas en León, por ejemplo, vayan a ser utilizadas en León, sino que su aplicación, su empleo, puede ser en cualquier parte del país o fuera del país. Es decir, somos un Ejército expedicionario, con capacidad de ser proyectado y actuar fuera. Y eso lo hemos demostrado. Eso ha sido un cambio radical en la organización de las Fuerzas Armadas y en la estructura y requerimiento de personal y de medios ha sido muy intenso, con el gran sacrificio y esfuerzo del personal militar. Es decir, cuando se reduce o se elimina una unidad de una ciudad, el personal militar se va con la unidad militar. Y eso es una carga que lo asume el personal militar y sus familias. Cuando un señor participa, un militar participa, en una misión internacional el tiempo que sea, ese tiempo está fuera dejando a su familia, y además, normalmente, en una situación de riesgo. Eso es una carga que ha asumido el personal militar y con una entereza y capacidad muy intensa.

–¿Y la segunda gran transformación a la que apunta?
–La otra gran transformación es evidente, que es el paso de un Ejército de reemplazo a un Ejército profesional. Eso es una transformación radical. Cuando yo salí teniente mandaba soldados de reemplazo que venían a hacer el servicio militar, estaban un tiempo limitado y se marchaban, y ahora mismo tengo aquí soldados que, cuando yo me vaya, muchos seguirán aquí en León. Quiere eso decir que, en muchos casos, la continuidad en las unidades la da el personal de tropa que está destinado en esa unidad. Eso ha sido un cambio radical en posibilidades, un Ejército profesional es un Ejército mejor preparado, un cambio en las relaciones internas del colectivo militar. No es lo mismo mandar soldados que vienen con más o menos alegría y que se acaban desvinculado, a mandar soldados que vienen como profesionales a desarrollar un cometido. Eso, indudablemente lo modifica. Y luego tiene una serie de requerimientos que, a lo mejor, no los tenía un Ejército de remplazo. Hay que cuidar al personal militar profesional. Estamos hablando de soldados que tienen sus servidumbres, sus necesidades de atención personal, familiar…

–¿Y la incorporación de la mujer?
–Paralelamente a esa transformación que estoy mencionando de pasar de un Ejército de remplazo a un Ejército profesional, se ha producido un hito que lo enmarco dentro de esta transformación, que es la incorporación de la mujer a las Fuerzas Armadas. Yo recuerdo que mandaba una batería donde estaba encuadrada la única mujer que había en todo el grupo de artillería. Entonces era una novedad, ella era una pionera, pero el pionero también era el capitán que tenía que estar siempre pensando que tenía que tener en cuenta que tenía una mujer; por necesidades de alojamiento, tratamiento… Pero ahora ya es una situación que está plenamente normalizada. Es decir, la mujer se ha incorporado el Ejército y está en todos los ámbitos y con el tiempo irá teniendo una mayor presencia.


La mujer se ha incorporado el Ejército y está en todos los ámbitos y con el tiempo irá teniendo una mayor presencia–¿Qué valores destacaría del Ejército?
La verdad es que la lista es variada y cada uno resaltaría como fundamentales unos u otros, pero hay una serie de coincidencias que todos tenemos. Todos estos valores, en cualquier caso, yo los enmarco en el hecho de que somos soldados. No me canso de repetirlo. Es decir, si uno espera ir a una unidad militar y encontrarse una ONG, se ha equivocado; si espera encontrarse a una unidad que es capaz de atender y apagar un fuego y espera encontrar bomberos, se ha equivocado; si espera encontrarse con una unidad que es capaz de montar una unidad de campaña y atender sanitariamente a la población que lo necesite y se queda solo en eso y no ve lo que hay detrás, se está equivocando. Porque detrás de todo eso hay una capacidad fundamental que es que somos soldados y, como tales, estamos dispuestos a combatir, y el estar dispuestos a combatir es una exigencia moral, técnica y física muy demandante. El ser soldado no implica desear el combate. Yo no quiero ir a combatir, ¿está claro? No quiero ir a matar nadie, no quiero poner en riesgo mi vida en un conflicto, pero sí estoy dispuesto a hacerlo. Entonces, para estar dispuesto a hacerlo, hay que acompañar esa disposición de una serie de valores. Esos valores nos los inculcan desde el primer momento que ingresamos. Está muy claro que el amor a España es un requerimiento. Uno está dispuesto a sacrificarse pero tiene que estar dispuesto a sacrificarse por algo que realmente valga la pena, y España lo vale. Los militares no somos dueños de ese sentimiento de amor a España, es un sentimiento compartido por toda la sociedad, pero en el caso de un militar es imprescindible. Hay otro valor, y que nos aporta un plus, que es la disciplina. Tenemos una estructura jerarquizada, donde tenemos un reconocimiento del papel que tiene que jugar cada uno y de lo que puede aportar. Y esa organización asegura eficiencia. Hay una disciplina que nos permite que cada uno, a su nivel, recibe unas órdenes, un cometido, y las desarrolla. Porque ninguna orden es completa, no somos autómatas. A alguien se le marca un objetivo y tiene que cumplirlo. La disciplina no está reñida ni mucho menos con la iniciativa, pero implica aceptar que, aunque a uno no le guste o signifique un riesgo, tiene que cumplir lo que se le ha ordenado. Y todo esto va unido a un tercer valor que es la lealtad. Es indispensable unir disciplina con lealtad. Lealtad al superior, con el propósito de mi jefe. Lealtad también con los subordinados, porque si bien he dicho que uno no puede ponerse a discutir con sus superiores sobre determinada acción o actividad, lo que está muy claro, yo estoy convencido de ello, es que hay que tener en cuenta los criterios de los subordinados, pero siempre huyendo de esa especie de compadreo, somos militares y, como dice el refrán, donde manda patrón no manda marinero. Esto no es una democracia en su funcionamiento interno ni se trata de ello, se trata de alcanzar la máxima eficacia en el empleo de recursos tan valiosos como son la vida de las personas que están en juego. Y la siguiente faceta de la lealtad es con uno mismo.
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