La continua reinvención del yo

El arquitecto, músico, escritor y cineasta berciano Sergio Requejo gana el premio Fortius al mejor agente del año por su trabajo en un servicio de atención al cliente

D.A. (Ical)
12/07/2020
 Actualizado a 12/07/2020
Sergio Requejo, con el premio Fortius. | Ical
Sergio Requejo, con el premio Fortius. | Ical
Aunque la mayor parte de la vida de Sergio Requejo ha transcurrido en Andalucía, este berciano continúa sintiendo un gran apego por la tierra que le vio nacer, en la que pasó todos los veranos de su infancia y en la que conserva a parte de su familia, tanto en Toral de los Vados como en Cacabelos y en Ponferrada. Sergio es arquitecto, escritor, músico y director de cine, pero la crisis económica de 2008 le obligó a reinventarse una vez más para convertirse en agente de atención al cliente para una empresa de telecomunicaciones en la compañía Konecta. Ahora, la asociación española de expertos en la relación con clientes (Aeerc) le otorga el premio Fortius como mejor agente del año 2019. “Este trabajo ha sido mucho más duro de lo que podía imaginar cuando empecé hace ya más de seis años y ha supuesto un gran reto que he tenido que afrontar con mucha actitud de aprendizaje y de reinvención”, confiesa.

Tras obtener su título, sus primeras experiencias laborales fueron en estudios de arquitectura y en una empresa pública de Sanlúcar la Mayor, municipio sevillano en el que se crió y donde reside actualmente. Sin embargo, la parálisis del sector de la construcción que siguió a la crisis financiera de 2008 le dejó sin empleo. “Al no tener un estudio propio, ni contar con clientes fijos, mi actividad dentro de este sector se volatilizó. No había trabajo en el sector y el mercado estaba colapsado”, recuerda Sergio. Fue entonces cuando se planteó buscar otra ocupación y participar en un proceso de “reciclaje” que ya habían emprendido muchos de sus compañeros de la universidad.

Con un niño de dos años, el berciano desechó la idea de salir a buscar trabajo fuera del país y acudió a los servicios de orientación laboral, donde le animaron a reinventarse y aplicar en otro sector las aptitudes que había desarrollado en su anterior profesión. “Y así lo hice, al principio tiré de mis aficiones y me dediqué puntualmente a la realización de vídeos, hasta que encontré la oferta de trabajo de atención al cliente”, recuerda Sergio. “Al principio no me veía capaz de llegar a encajar porque yo venía de una profesión muy técnica y en la que hay que ajustarlo todo al milímetro, pero la atención al cliente es también empatía es saber escuchar al cliente y adaptarse para encontrar la solución, por lo que cada llamada puede llegar a ser un mundo”, explica.

En sus inicios en el sector, su primer coordinador siempre le decía que no fuese “tan rígido y estructurado” y que debía ser capaz de romper la barrera comunicativa. “Algunos clientes pensaban que yo era una locución”, reconoce entre risas. El trabajo duro, el aprendizaje continuo y la ayuda de sus compañeros y de la estructura de la empresa son, según reconoce él mismo, los tres ingredientes que le han permitido llegar a hacer de la atención al cliente su profesión y ser reconocido por ello. “No puedo pedir más”, asegura.

‘Una casa sin reflejos’


Otra de las pasiones que agita la naturaleza ya de por sí inquieta de Sergio es la literatura, un mundo al que también se dedica de manera profesional desde que dejó la arquitectira. “Tengo consciencia de haber empezado a escribir a los dieciséis años, cuando necesitaba plasmar las historias que no dejaban de rondarme la cabeza”, recuerda. Aquellas pequeñas historias pronto se adaptaron al lenguaje audiovisual como guiones de cortometrajes, que rodaba en los veranos de su adolescencia con su grupo de amigos y la que es ahora su mujer. “Escribir ha sido siempre mi gran afición y nunca lo he dejado, pero llegar a publicar no entraba dentro de mis planes con anterioridad a la crisis. Pero después de quedarme en paro le di más importancia a esa parte de mí que siempre había estado latente y decidí dar el paso de publicar”, explica.

El resultado fue ‘Una casa sin reflejos’, un thriller psicológico con tintes de terror que trata sobre “esa parte de nosotros mismos que no conocemos, ya sea porque no la recordamos o porque se nos ha intentado ocultar”, explica el autor, que confiesa que la historia contiene algunos de sus “traumas infantiles”, como el miedo irracional a los espejos. “Desde adolescente he sido un gran aficionado al cine y a la lectura de terror y ese es el tipo de historias que me gusta escribir”, afirma Sergio, que sitúa a Stephen King como su “gran referente”. “Cualquier historia que empiece a plantear acaba con un tinte perturbador y oscuro, no lo puedo evitar”, asegura.

La novela vio la luz ante el público hace ahora un año y estuvo cerca de convertirse en una de las finalistas del Premio Literario 2019 de la plataforma Amazon, en la que se distribuye en exclusiva el libro. “Cada vez es más difícil hacerse un hueco en el mundo editorial y, tras plantearme varias opciones, opté por publicar con ellos”, recuerda Sergio, que asegura que “la experiencia fue abrumadora, el libro se vendió muy bien y todas las reseñas fueron positivas”. Todo ello le sirvió como motivación para seguir volcándose en el mundo literario y trabajar en la que será su segunda novela, que tiene intención de publicar en 2021, avanza.

Aunque la literatura ha ganado el combate, Sergio conserva como recuerdo de su escarceo fugaz con el mundo del cine el cortometraje ‘El reparto de lo nuestro’, en el que también es autor de la banda sonora. “El cine ha sido una de mis pasiones y todos los veranos los dedicábamos a realizar cortos de forma amateur, hasta que decidimos hacer algo más profesional”, relata. Al respecto, reitera que su interés es el de contar historias desde su personal punto de vista y que los cortometrajes le abrían la puerta a “otro medio de expresión, con un lenguaje diferente”.
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