22/03/2019
 Actualizado a 18/09/2019
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No te olvides de la cartilla’, nos decían nuestros protectores padres cada vez que viajábamos. Y hoy sabemos que la cartilla, o su heredera, la tarjeta sanitaria, es nuestra verdadera carta de naturaleza personal e identificativa. Es la tarjeta sanitaria la que nos define, ese plástico (material ahora tan denostado) que recoge nuestros datos médicos, y no el pasaporte o el DNI. Uno puede falsear su realidad censal, uno puede vivir lejos de donde paga el IBI, puede votar en el pueblo y vivir en la ciudad, pero ¡ay, amigo!, cualquiera de nosotros prefiere vivir lo más cerca posible del médico de cabecera, no vaya a ser que tenga que ir a mirarse lo de esa tos que suena tan mal allá donde liquida el IBI y no le salga a cuenta debido a los costes del viaje, o aún peor, que a su llegada la tos haya cesado para siempre. Gracias a las tarjetas sanitarias sabemos desde hace años que en Ponferrada residen 4.000 personas más que las declaradas, cada una de ellas con su correspondiente tarjeta sanitaria, la que no engaña. Ahora añadimos que en una década se ha perdido más de un diez por ciento de las tarjetas de salud del Bierzo y Laciana, que son otras tantas almas que han desaparecido de este paraíso. Así es como salen las cuentas, gracias al médico, y no al inspector del catastro ni al celoso funcionario que revisa los datos del censo. Aunque sedentarios desde hace milenios, los seres humanos conservamos la capacidad innata de movernos en busca de mejor vida o en respuesta ante el peligro. Escapamos como de la peste del impuesto de Circulación, pero tenemos inclinación a vivir cerca de la camilla, del depresor lingual y de la máquina de medir la tensión. La tarjeta sanitaria, junto a los datos que el móvil recopila cada segundo de nuestras vidas, son nuestro verdadero yo. Cuando desaparezcamos, premeditada o involuntariamente, por decisión propia o por obligaciones de este guión que es la vida, solo tendrán que seguir el rastro de la tarjeta sanitaria para dar con el paradero de cualquiera de nosotros.
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