La broma más genial de la historia de la música

‘Platée’, comedia del barroco francés Rameau, vuelve a la Ópera de París con Lawrence Brownlee de (travestido) protagonista. Este martes se retransmite en directo en los Cines Van Gogh

Javier Heras
21/06/2022
 Actualizado a 21/06/2022
El tenor afroamericano Lawrence Brownlee asume el papel protagonista de ‘Platée’.
El tenor afroamericano Lawrence Brownlee asume el papel protagonista de ‘Platée’.
'Platée' es una de las bromas más osadas de la historia de la ópera. En 1745, Luis de Borbón, delfín de Francia y heredero al trono como primogénito de Luis XV, se casó con la infanta María Teresa de España, mujer poco agraciada según las crónicas. Para la boda, pidieron al compositor de la corte una nueva obra, que vería la luz en el teatro del palacio. El músico, nada menos que Jean-Philippe Rameau (1683-1764), tuvo el atrevimiento de crear una comedia con una protagonista grotesca a la que los dioses ridiculizan por su aspecto: la ninfa del pantano Platea, encarnada por un tenor travestido. En el libreto –a partir de un mito relatado por el griego Pausanias–, el dios Júpiter finge enamorarse de ella, aunque en realidad la utiliza para curar los celos de su esposa Juno. Contra todo pronóstico, ‘Platée’ fue bien recibida en Versalles y a su autor le subieron el sueldo.

Tras un olvido de siglos, a partir de 1990 la música de Rameau vuelve a reivindicarse, coincidiendo con el renacer de Haendel. Ahora ‘Platée’ regresa al Palais Garnier de París con un elenco sobresaliente. En el papel titular, el prestigioso tenor ligero afroamericano Lawrence Brownlee (1972), junto a la soprano francesa Julie Fuchs (1984). Al frente de la orquesta, el parisino Minkowski 1964), especialista en barroco. Este martes a las 19:15 horas, Cines Van Gogh la retransmite en directo desde la capital francesa.

Esta producción recibió extraordinarias críticas en 1999, y desde entonces se mantiene en el repertorio del teatro. La firma el parisino Laurent Pelly (1962), responsable de una célebre ‘La fille du régiment’ con estética de cómic. Aunque ha llevado a escena todos los géneros –de Offenbach a Massenet, de Donizetti al barroco–, su sentido de lo ligero y su riqueza visual encajan bien en la fantasía (‘Sueño de una noche de verano’), el cuento de hadas (‘Cinderella’) y el enredo ligero. Lleva desde 1980 reivindicando la comedia con su propia compañía de teatro, Le Pélican. «La ópera bufa no es menos cruel que la tragedia, incluso es peor, porque reímos de desgracias, malicias y humillaciones», remarca al hablar de la ninfa Platea.

Como es habitual en Pelly, elabora los decorados y vestuario. En ‘Platée’, se corona con el icónico vestido de La Folie, formado de hojas de partituras. Un traje perfecto para el personaje y la trama. El papel de La Locura es único: interrumpe dos veces la acción y va de por libre. Tiene sentido que la soprano pueda arrancar algunas de las piezas del vestido y dárselas a los músicos de la orquesta, en una innovadora forma de interactuar y romper la cuarta pared.

Pilar de la ópera francesa, en su primera incursión humorística Rameau hizo gala de una ironía suprema. La partitura dinamita las convenciones del género serio, que él mismo cultivó en ‘Cástor y Pólux’ o ‘Las indias galantes’: ridiculiza a los dioses, parodia las arias de coloratura; imita con onomatopeyas el croar de las ranas; busca los errores de dicción y acentos desplazados. Incluso se burla de la duración de los bailes: en la ópera francesa, la danza siempre fue un elemento central, y aquí hay minués, pasapiés, rigodón, contradanza, musette… El clímax debería coincidir con una chacona, pero la protagonista expresa que se le está haciendo larga la ceremonia (y no es para menos: retrasa el ansiado momento de entregarse a su amado).

Sin embargo, este título va mucho más allá de la parodia de las tradiciones barrocas: reúne las principales virtudes de su autor. Profesor y organista, llevó la lírica del siglo XVIII a su esplendor. Fue fiel a los cánones (severos) instaurados por Lully, pero perfeccionó el recitativo, con un estilo melódico, y el aria, de marcada influencia italiana, más sensual en la línea vocal. También reforzó los roles secundarios y el coro. Coetáneo de Bach, muy prolífico desde los 50 años hasta su muerte, se adelantó a su tiempo en la armonía, densa, libre y expresiva, así como en la representación de los personajes, más cercanos y cálidos. En cuanto a la orquesta, logró un sonido rico, opulento y variado, sin parangón en Francia. Mediante el color y los efectos instrumentales, retrata la naturaleza, la tempestad, los pájaros. Tiempo después, Gluck se basó en sus hallazgos para llevar a cabo la reforma del género.
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