La belleza como elemento iluminador y paliativo

La iglesia de Palat del Rey acoge desde este jueves la muestra colectiva ‘El duelo y el arte’, que reúne obras pictóricas de una decena de artistas y que surgió a partir de la labor que se ha desarrollado en las Jornadas sobre cuidados paliativos que se vienen celebrando en el Campus Universitario Duques de Soria

Vicente García
22/11/2019
 Actualizado a 22/11/2019
Un momento de la presentación este jueves de la exposición en Palat del Rey. | VICENTE GARCÍA
Un momento de la presentación este jueves de la exposición en Palat del Rey. | VICENTE GARCÍA
En estos meses que comienzan dedicándose a los difuntos plantear una exposición sobre el duelo en el arte es una opción muy interesante porque se refiere a situaciones con una gran base de sentimientos encontrados a los que todos hemos llegado alguna vez ante un fallecimiento o los cuidados paliativos de algún ser cercano.

Máximo Gómez Rascón, delegado episcopal del patrimonio en la diócesis de León, al analizar la propuesta comenta: «se expone en la iglesia de Palat del Rey una colección de cuadros, realizados por artistas de reconocido prestigio, cuya intención no puede ser más actual: incorporar la belleza como elemento iluminador y paliativo entre los que las ciencias del siglo XXI consideran más adecuados para ayudar al ser humano y a sus familiares, cuando aquél se enfrenta a los últimos momentos de su existencia».

La exposición está compuesta por cuadros de diez autores que de un modo personal e intimista reflexionan acerca de esos momentos en los que la pérdida de seres queridos convierte a las personas en seres frágiles y vulnerables, proclives a la expresión de sentimientos expresados por medio del arte y la belleza. Son obras en las que predomina la abstracción, aunque existen elementos figurativos en algunos de ellos.

Se encuentra distribuida en varios apartados: Preduelo, la Muerte, Naturaleza y Tierra, el Duelo, Símbolos, Signos y Resiliencia, y en cada una de ellas ven obras relacionadas con esos temas.

Lourdes Fisa se propone ‘Abrazar el arte y encontrar complicidades’ en unas obras donde las texturas y matices se fijan sobre madera a partir de distintos materiales que se superponen creando imágenes que muestran un modo de expresar ese dolor que se relaciona con la visión esquemática del ser humano y presenta en esas imágenes aquello que dibujaron en las rocas nuestros ancestros en su obra ‘Encuentros’, reflejo de una humanidad doliente que procede de ese mundo perdido.

Elvira Fustero concibe el arte como terapia, pues como ella misma dice: «Utilizamos el espacio (cuadro) para reflejarnos en él, como un espejo», y eso es lo que plantean sus piezas con una resolución colorista de esas emociones a flor de piel de la artista que presenta sus lienzos con un título común, ‘El arte como camino de sanación’, donde las manchas de color se combinan con los blancos creando esa situación en la que el arte puede curar o mitigar, al menos, la tristeza.

Maiko Maeda añade un toque oriental a la muestra con obras intensas de vivos colores y fundiendo su cultura japonesa con la occidental en una combinación de las esencias de los dos mundos culturales, obras como la titulada ‘La vida misteriosa y profunda’ muestran la esencia de esa vida con una visión peculiar y ambivalente fruto de la integración de ambas culturas en su creación artística.

Greta Malmcrona, artista sueca que participó este verano en la muestra de la Fundación Merayo en Santibáñez del Porma dice en su texto acerca de los momentos del duelo: «Confluyen un sinfín de sentimientos y emociones enormemente difíciles de contener y de expresar y gestionar con una forma, una materia, un color» y sus piezas presentan esas emociones en tonos suaves e intimistas, tonos cálidos en unos momentos o fríos en otro y todo ello dentro de la sencillez que muestra el relato de sus sentimientos.

Ángela Merayo aporta una visión de la tierra leonesa, no solamente por su origen, sino también porque incluye elementos alusivos a esta tierra como la dedicada a la estela de Tabuyo, obra que también nos remonta al mundo antiguo del que todos procedemos, obras sobre soporte cartón o tabla en la que se añaden elementos matéricos icónicos, como la vieira del camino de Santiago, huellas de manos en su ‘Generosidad’, cuadro en el que sobre un soporte de colores va desgranando esas huellas del camino y las manos que todo lo dan.

Vicente Molina, comisario de la muestra, presenta una serie de obras, una en tela llamada ‘Luz celestial’, donde una serie de figuras se aproximan a la luz que inunda el cuadro y lo envuelve todo. Unas imágenes sin apenas contraste, pero suficientes para explicar el mensaje que desea transmitir.

El resto de sus piezas están elaboradas en humilde cartón, y salvo su ‘Silencio de cementerio’, el resto están dominados por la figura humana en tonos ocres, grises, blancos y negros con títulos que llevan al duelo y a la pérdida, o bien al grupo en ‘La comunidad’. En su obra desea mostrar esos dos elementos, y él mismo dice así: «nuestra labor es la de ayudar a que se tome conciencia de los valores que siempre nos han acompañado y que nos ayuden a ver con más claridad lo que es la pérdida y el encuentro. Ellos nos introducen más claramente en la realidad de la muerte y de la vida».

Ana Morales utiliza la fotografía y la digitalización en sus trabajos, aunando fotografía y pintura, pues como ella dice «la fotografía tiene el carácter de huella, y yo, la elijo como vehículo para captar sensaciones que me sirven como resiliencia, es decir, dando una nueva vida a partir de esa naturaleza silente testigo de lo que fueron, adquieren una nueva percepción». Su obra, conceptual, nos lleva a descubrir las ideas que sobre la soledad y la ausencia la autora nos quiere mostrar.

Antonio Oteiza se plantea el duelo como algo esperanzador y eso se refleja en los títulos de sus obras y en sus propias palabras donde, hablando del duelo, dice: «En arte se le puede descubrir su armonía, han quedado borrados los opuestos y las posibles injusticias, todo viene a encontrarse en un sentimiento profundo y común de hermandad». Y el duelo se representa con formas de colores donde la espátula y las pinceladas así como los excesos de color que rebosan ofrecen una visión especial que se va distribuyendo a lo largo de las piezas para darles un sentido sugerente y emotivo sobre la madera del aglomerado.

Amador P. Calvet se adentra en los paisajes castellanos donde los tonos ocres de las tierras de labor contrastan con las casas, los árboles y los tejados de los pueblos, en los que la vida se va perdiendo poco a poco. Es otro tipo de duelo y él mismo así lo manifiesta: «el paisaje castellano es un ritual de ausencia y silencio, lo pintamos para superar el duelo que nos produce», esa tierra sin apenas gentes va muriendo poco a poco, las casas se arruinan y no tienen a nadie que les llore, todos se han ido.

Concha Sáez presenta una obra sugerente que trata de acercarse a la realidad de los momentos difíciles, pues, como ella misma dice: «Si contemplamos la vida como un viaje de experiencias nueva, de emociones continuas y de sentimientos diversos, entendemos que la enfermedad, al igual que el arte, puede llegar a ser un componente más en nuestra existencia, una fuente de renovación al alza de nuestras vivencias». Y sus obras son eso, un conjunto de latidos, de fisuras o gritos que van llenando los sueños de la vida de arte y de belleza.

'El duelo y el arte' es una gran exposición para admirar en Palat del Rey hasta el 15 de enero.
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