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La arquitectura tradicional

09/06/2022
 Actualizado a 09/06/2022
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La peculiar estructura social de la provincia de León ha propiciado la conservación de gran cantidad de viviendas tradicionales. Es la aldea concejil, una sociedad de pequeños propietarios, la que facilitó que hayan llegado hasta nuestros días numerosos ejemplares, que retratan en sus hechuras la familia que los habitó.

Una sociedad constituida por familias que poseían la casa donde vivían y trabajaban, como la leonesa, garantizó su mantenimiento, aunque fuese hogar continuamente adaptado y modernizado. En otros lugares, como Tierra de Campos o en los frecuentes colonatos de foreros en Asturias y Galicia, una parte de la población eran trabajadores por cuenta ajena, que no poseían la vivienda, o foreros, familias que habitaron durante generaciones una casa que no era suya, a excepción del hórreo. Esto empujó hacia la emigración y la pérdida de las raíces en el interior gallego y asturiano hasta 1926, año de abolición de los foros; pero sobre todo impactó en el espacio terracampino, cuando los polos de desarrollo industrial del siglo pasado ofrecieron empleo en las ciudades. Tierra de Campos experimentó un desplome de su censo sin precedentes, hasta el 80 % en los núcleos más afectados, pueblos a los que sus antiguos vecinos no volverían jamás, porque ya nada les ataba a ellos.

Por el contrario, en León todas las familias eran propietarias de su casa y de algún terreno. A ello se sumaba la disponibilidad de abundantes bienes comunales –otra singularidad identitaria leonesa–, lo que garantizó su subsistencia. De ahí vino que las pérdidas de población fuesen más progresivas y menos cuantiosas. Las familias mantuvieron y mantienen un fuerte vínculo con su pueblo de origen, del que se sienten partícipes cuando vuelven en verano a la casa familiar. Por eso también, la comarca de Sahagún ni es, ni ha sido Tierra de Campos, si no ‘el Páramo’. Su estructura concejil lo delata.

Gracias a esa singularidad perviven las ‘pallozas’ en el extremo noroccidental de León, más que en otros lugares. En este cosmos económico y cultural leonés abundan todavía las ‘casas de horcón’ en el extremo nororiental, aunque fuesen frecuentes en otras comarcas donde ya no quedan. Aún vemos ‘casas de teito’, con el tejado de paja, en el norte y a los pies de los Montes de León. También menudean las ‘casas terrenas de sombrao’ en el tercio llano de la provincia. Eso por no hablar de las casas de corredor, evolución de las anteriores. La arquitectura vernácula leonesa pervive, aunque sea de mala manera, gracias a la identidad económico-cultural de León, una huella que nos define y condiciona, como individuos y como sociedad actual.
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