José María Diez: "Creo que es el movimiento el que nos trae luz"

El autor asturiano estuvo el pasado fin de semana en León para firmar ejemplares de su último libro, la divertida e íntima historia de alguien corriente viviendo un momento especial

Félix Díez Medina
23/03/2021
 Actualizado a 23/03/2021
El biólogo asturiano José María Diez Díaz con la publicación con la que el pasado sábado acudió a León. | FACEBOOK
El biólogo asturiano José María Diez Díaz con la publicación con la que el pasado sábado acudió a León. | FACEBOOK
La vida nos presenta en ocasiones obstáculos, o incluso nos golpea con dramas y tragedias. Pero también nos agasaja con la abundancia de bonitos momentos, cotidianas alegrías y maravillosas relaciones. Todo ello es parte de la fortuna de vivir. Y al igual que no existe día sin noche, u océano sin agua, tampoco hay bien sin mal, ni vida sin muerte. Cada fracción forma parte de un todo. De todo ello habla el autor asturiano José María Diez Díaz, quien el pasado sábado estuvo firmando ejemplares de ‘Historia de unos pasos’ en la Librería Universitaria de la capital leonesa, la divertida e íntima historia de alguien corriente viviendo un momento especial. Alguien dispuesto a salir de su casa con tan solo una mochila y descubrir qué hay unos pasos más allá. Ese alguien que no conoces, o que perfectamente podrías ser tú.

– Como dices en el prólogo de libro, «esta es la divertida e íntima historia de alguien corriente viviendo un momento especial…» ¿Estamos ante una historia personal? ¿Cómo surge la idea?
– Efectivamente, se trata de una historia que surge de la necesidad de compartir y superar diversos momentos personales. Los hechos dan comienzo hace tres años con el fallecimiento de mi madre, debido a un cáncer. A partir de aquí, se dan otras situaciones complicadas, rompiéndose la homeostasis de mi día a día. En ese preciso momento, entra en juego el Camino de Santiago, que me ayuda, a través de los pasos y las vivencias que en él tengo, a encontrar de nuevo un sendero, equilibrio.

– ¿Ha sido entonces el Camino, o el libro lo que te ha ayudado?
– Han sido ambos. Por una parte, el Camino de Santiago me ofreció el tiempo y el espacio necesarios para pensar, para indagar dentro, para conocerme más a mí mismo y comprender mis necesidades vitales: eso fue un viaje hacia mi interior. Al mismo tiempo, las personas con quienes crucé mis pasos fueron providenciales para la recuperación de mi estado anímico. Personas sencillas y humildes, personas como tú y como yo, que luchamos cada día por seguir adelante y tratar de disfrutar de este viaje que es la vida. Eso fue un viaje hacia el exterior. Por otra parte, lo del libro fue quizá más curioso, pues inicialmente pretendí hablarle al mundo de las bondades del Camino, de la necesidad de transitar por senderos desconocidos y dedicarnos a nosotros mismos tiempo y atención. Así, tratando de hacer esto y sin pretender otra cosa, también me ayudé a mí mismo. Pues al plasmar en papel todas mis ideas y pensamientos arranqué de mis entrañas el dolor. Fue un proceso del todo curativo.

– Una de las decenas de contundentes frases del libro es: «muévete, que tu naturaleza no se convierta en piedra». ¿Crees que el movimiento es la solución a los problemas?
– La vida es algo muy complejo. Vivir conlleva enfrentarse a un sinfín de variables que pueden afectar al individuo, a su estado emocional. Si bien es cierto que la espera es en algunos casos una necesidad, creo firmemente que es el movimiento el que nos trae luz. Por lo general, los problemas no desaparecen por sí solos, debemos hacer algo para sobreponernos a ellos, evolucionar.

– Hablas de evolución… quizá aquí se muestre tu formación en Ciencias Biológicas. Imagino que te refieres a una evolución emocional. ¿Has evolucionado con la escritura?
– (Chema ríe). ¡Sin lugar a dudas, lo he hecho! Siempre se evoluciona, es un hecho sin discusión. Desde que nacemos hasta que fallecemos estamos en constante cambio, no solo fisiológico sino emocional. Esto segundo es, además, producto de lo primero, puesto que cada día se destruyen y forman en nuestro cerebro miles de sinapsis que modifican nuestro comportamiento. Estamos constantemente sometidos a agentes externos que nos obligan a adaptarnos, y cuando no lo hacemos, sufrimos.

– Te escucho hablar y… me parece que estamos ante un libro de autoayuda. ¿Es así?
– ¡No, por favor! (Chema vuelve a reír). Debo de hace un inciso y un matiz, aquí. El inciso es que, últimamente, —hablo ya de años atrás— hay un gran furor tras los gurús y la literatura de la autoayuda, pero no es una corriente que yo siga o con la cual comulgue. Considero que todo parte de la educación: si esta es coherente y acertada durante la infancia y adolescencia, desembocará en adultos emocionalmente más inteligentes, más capaces, más sabios. Mucha de la autoayuda que se nos vende es más un negocio que un recurso. No pueden decirnos que querer es poder, pues no siempre es así, ni mucho menos. Los problemas llegan, los dramas… la muerte también. A veces hay que llorar, y hacerlo con ganas. El matiz es que este libro ayuda —o eso dicen sus lectores— por el hecho de que todos podemos ser ese protagonista. Nos ponemos en su piel, en mi piel. Empatizamos. Cualquier lector pasará a lo largo de la vida por los problemas de nuestro peregrino, pues estos son universales. Solo necesitamos los recursos para sobrevivir, seguridad, amor… Maslow lo deja bien claro en su pirámide. Lo demás es viento.

– Entonces, ¿Cuál dirías que es la temática del libro?

– Esa es la pregunta que una lectora respondió por mí durante una entrevista. «Es un libro espejo», dijo. En él se tratan, a través de los Caminos de Santiago, diversas temáticas: la vida, la salud, el amor, la sociedad moderna, la muerte, el concepto del bien y el mal, las fronteras… Sin embargo, el lector navega en ese mar de ideas, centrándose en las que a él o a ella más le preocupan. Se refleja en las palabras.

– Pero hablamos de una novela, ¿verdad? No de un ensayo.
– Efectivamente, hablamos de una novela. Pero es que la vida no deja de ser una novela, ¿no? O, al menos, frecuentemente se novela (Chema ríe una vez más). Es una historia muy divertida, en la que se tratan temas profundos de un modo sucinto, dejando que la imaginación del lector vuele y llegue, de este modo, a sus propias conclusiones. Yo no he pretendido demostrar si sabía o no escribir, si mi retórica estaba a la altura de los libros que habitualmente leo, si alcanzaría fama mundial: soy biólogo, por Dios, no escritor. Trataba de transmitir emociones y, sorprendentemente, lo he conseguido. Los lectores me contactan para contarme que han llorado, pero, sobre todo, que han reído a carcajadas. ¿Podría recibir una crítica mejor?

– Volviendo al Camino de Santiago. ¿Cuántos caminos has realizado? Comentabas, además, algo sobre sus valores ¿Cuáles son estos?
– El 14 de marzo de 2020, día en el que se confinó a la población española por primera vez, yo me encontraba realizando el Camino Francés. Había partido desde Saint Jean Pied de Port (el 22 de febrero), hallándome en Astorga y debiendo regresar a Asturias, llevándome conmigo a tres alemanes que «no tenían dónde caerse muertos», y que permanecieron conmigo hasta que pude llevarlos al aeropuerto de Bilbao para que regresaran a sus hogares. Este era el cuarto camino que realizaba, todos ellos distintos, y a cada cual más increíble. En cuanto a los valores… son, muchos de ellos, justamente los que faltan en nuestra sociedad moderna. Entre ellos destacaría el compañerismo, la solidaridad, la bondad… en el Camino todo esto ocurre sin la búsqueda de una contraprestación. Yo lo llamo el «efecto Camino». Creo que, la sociedad, de algún modo, se opone a todo ello, debiendo luchar para mantener todas estas enseñanzas en nuestro día a día. Un buen amigo me preguntaba: —¿Y qué haces si el efecto se pasa?— Mi respuesta es clara: —volver al Camino— (Risas).

– ¿Crees que ‘Historia de unos pasos’ está contribuyendo a difundir el Camino de Santiago?
– ¿Sabes?, el otro día me dijeron algo que me hizo mucha gracia. «Chema, este libro está contribuyendo al Camino, más que la publicidad de la Xunta de Galicia». (Más risas). Fue un comentario muy gracioso, y es cierto que, personas que jamás se habían interesado por el Camino de Santiago, e incluso habían cogido el libro a regañadientes por estar ambientado en él, una vez leído, me han escrito para decirme que en cuanto abran nuestras «fronteras» se echan a andar. Sin ir más lejos, la semana pasada asesoré a una lectora que quería comprarse ya la equipación. (carcajada).

– Para concluir, después de todos estos pasos, ¿podrías afirmar que el «fin» del Camino es llegar a Santiago?
– El «fin» de la vida… ¿es, acaso, la muerte? A mi juicio el fin del camino es el propio camino. «Caminante… sí, hay camino».
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