21/01/2021
 Actualizado a 21/01/2021
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No hay nada peor para aquellos que nos dedicamos cada día al cada vez menos noble oficio de juntar letras –y me atrevería incluso a afirmar que para cualquier otra persona– que perder la capacidad de sorpresa ante lo que ocurre a nuestro alrededor. Y a quien suscribe se le está agotando por momentos, puesto que a estas alturas de la película hay ya muy pocas noticias que me dejen sumido en la perplejidad.

Y para muestra, unos cuantos botones. Que iba a haber gente que se creyera que está por encima del bien y del mal para intentar colarse a la hora de recibir el pinchazo de la vacuna contra este infecto bicho que nos jode la salud y la cartera era tan previsible como que algunos finalmente lo iban a conseguir y como que el ‘jetismo’ –mal en endémico de esta maltrecha y vieja piel de toro– no entiende de colores y experimenta un vertiginoso y perpetuo repunte de contagios entre rojos y azules.

Y esa curva sí que no hay quien la doblegue, porque el ‘jetismo’ –que se puede confirmar sin necesidad de PCR– afecta también a infinidad de compatriotas que, pese a no haberlo logrado, en algún momento han presumido de contactos para tratar de salir los primeros al ruedo y lucir antes de lo debido en sus brazos la divisa de Pfizer o de Moderna. «Déjame que llame a fulanito, que es amigo de menganito y ese seguro que sí tiene mano para hacerse con la vacuna», sería más o menos la conversación en las barras de los bares si estuvieran a disposición de los contagiados de ‘jetismo’.

Y es que en este nuestro terruño nos gusta ser los primeros en todo. Nada nos ilumina más la mirada a los correveidiles leoneses que poder encajar la palabra «pionero» en un titular. Por eso no me sorprendió que retorciéramos el decreto del estado de alarma para debutar en el adelanto del toque de queda dentro de esa estrategia de sumar esfuerzos con la boca y restarlos con el pie dándole una patada en el culo al de enfrente.

Por eso tampoco me ha sorprendido que la Mesa por León saldase su reunión sin avance concreto alguno pero con mucha narrativa de todo lo que nos queda por avanzar. Y así seguimos desde que tengo uso de razón, predicando en demasía y dejando el silo sin un grano de trigo para quienes tengan que comer cuando hayamos muerto de ‘jetismo’.
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