Secundino Llorente

‘Je suis prof’

29/10/2020
 Actualizado a 29/10/2020
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Un profesor ha sido decapitado en la tarde del 16 de octubre, en plena calle, cerca de un colegio en la periferia de París. El asesinado trabajaba en una escuela secundaria como profesor de historia y geografía y se encargaba también de la educación cívica. Varios padres de alumnos le habían denunciado por mostrar caricaturas de Mahoma en clase el pasado 5 de octubre, ‘día del docente’, cuando se trataba en clase el tema de la libertad de expresión.

Al oír esta trágica noticia fui inmediatamente a mi Whatsapp para recordar el mensaje que me había enviado, no hace mucho tiempo, un amigo que da clase en un instituto también en la periferia de su ciudad. Me contaba su enfrentamiento en el aula con un alumno musulmán. Aquello me impresionó en su momento y ahora le he pedido permiso para transcribirlo aquí literalmente: «Me ha pasado esta mañana en clase: hablábamos de la fiesta del Cordero. He recordado que el relato original que dio pie a esta tradición musulmana está en la Biblia, el Génesis, el ‘sacrificio de Isaac’. Un chaval lo ha negado. Yo he insistido. Se ha mosqueado. He explicado cuándo se escribió el Corán y cuándo el Génesis. Se ha irritado aún mucho más. Y me ha chillado: Alá te castigará y yo me reiré y disfrutaré con tu sufrimiento».

Le respondí a mi amigo, lógicamente, que no se preocupase porque yo consideraba esas amenazas quiméricas e imposibles. Pero hoy hemos visto que las amenazas pueden cumplirse. Esta vez, un refugiado checheno de 18 años decapitó en plena calle al profesor al que padres y alumnos habían amenazado. Me asustan los detalles de sadismo, crueldad y saña con que llevó a cabo su plan: pasó la tarde de ese mismo día preguntando en los alrededores del colegio a los alumnos quién era el profesor que había exhibido en clase las caricaturas de Mahoma, cinco horas antes del asesinato metió en su teléfono una foto de la víctima reclamando para sí la autoría del crimen y, finalmente, colgó en su cuenta de Twitter una imagen con el cadáver del profesor yel mensaje: «Ejecuté a uno de tus perros del infierno, que se atrevió a menospreciar a Mahoma», dirigido al presidente Macron, al que llama «el líder de los infieles».

Esta provocación hizo salir de sus casas a millones de franceses de todo el país, sin miedo y con el grito escrito en cartones ‘Je suis prof’. Este era el eslogan unánime de los asistentes a las manifestaciones, entre los que abundaban profesores que ensalzaban a la víctima y a su trabajo docente en la formación de los jóvenes en los valores democráticos. Por un día, en el mundo entero, ‘todos somos profesores’ que reivindicamos la importancia de nuestra profesión y nos sentimos orgullosos de ella.

He dedicado toda mi vida a este trabajo de profesor y me siento también orgulloso de ello y, a pesar de las alegrías, dificultades, inconvenientes, obstáculos, contrariedades, conflictos, problemas, insultos, agravios, elogios o alabanzas que he padecido o disfrutado, el balance final es mi satisfacción y orgullo por haber sido un afortunado ejerciendo mi vocación de profesor. Podría apoyar mi opinión en muchas personas ilustres, prestigiosas y célebres, pero hoy quiero resaltar las palabras que el Papa Francisco nos ha dedicado en este principio de curso: «Yo les invito a ustedes, profesores, a no perder los ánimos ante las dificultades y contrariedades, ante la incomprensión, la oposición, la desconsideración, la indiferencia o el rechazo de sus educandos, de sus familias y hasta de las mismas autoridades encargadas de la administración educativa... Este sacrificado servicio pasa desapercibido para muchos. Probablemente, ustedes no podrán ver el fruto de su labor cuando éste aparezca, pero estoy convencido de que gran parte de sus alumnos valorarán y agradecerán algún día lo sembrado ahora. No confundan nunca el éxito con la eficacia. En la vida no siempre lo eficaz es exitoso y viceversa. Tengan paciencia, mejor, esperanza. No olviden que la clave de toda obra buena está en la perseverancia y en ser conscientes del valor del trabajo bien hecho, independientemente de sus resultados inmediatos. Sean fuertes y valientes, tengan fe en ustedes y en lo que hacen». Se puede decir más alto, pero no más claro y mejor. En este día tan triste para los profesores me quedo con esta última frase: «Sean fuertes y valientes, tengan fe en ustedes y en lo que hacen».

Somos muchos, millones, los profesores que nos sentimos orgullosos hoy de poder gritar con el profesor de Historia francés: ‘yo soy profesor’. Estamos orgullosos de haber dedicado la vida a la formación de nuestros alumnos. Os aseguro que nuestra única recompensa es precisamente el reconocimiento y cariño de estos alumnos que nos devuelven ‘con creces’ todo lo que habíamos sembrado.
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