"Intentábamos tranquilizar, escuchar y resolver las dudas. Impactaba el silencio del Hospital"

María José, jefa de unidad de trabajadores sociales, analiza cómo vivieron los peores momentos en este colectivo que sirvió de enlace con las familias

Jesús Coca Aguilera
31/05/2020
 Actualizado a 31/05/2020
María José García, jefa de unidad de trabajadores sociales. | SAÚL ARÉN
María José García, jefa de unidad de trabajadores sociales. | SAÚL ARÉN
En una situación como la del coronavirus, en la que el paciente está aislado sin que ningún ser querido pueda pasar a verle, el contacto con las familias cobra aún más importancia. Y ahí, multiplicándose y estirando sus horarios desde el primer día, han tenido una participación vital las trabajadoras sociales.

María José García Fernández, que tras 35 años en el Sacyl acababa de estrenar el cargo el 1 de marzo y ha tenido un estreno de máxima dificultad, era una de las cuatro que estaban en el Hospital de León.

¿En su labor? Explica que se sumó «otro tipo de trabajo diferente. Vamos a valorar a las plantas, a hablar con los pacientes y sus familias... pero con el aislamiento lo que se nos multiplicó a mayores y se nos desbordó al principio fueron las llamadas. Claro, los pacientes venían solos a urgencias y las familias llamaban muchísimo, preguntando dónde y cómo estaban, con crisis de pánico, una ansiedad incontrolada y una gran carga emocional... trabajamos de 8 a 3 normalmente y con esto empezamos a llevar los buscas también por las tardes y los fines de semana».

«Los familiares llamaban y tenían crisis de pánico, ansiedad incontrolada y una gran carga emocional» Unas consultas telefónicas, con ingresados o personas ya fallecidas, en las que «intentábamos fundamentalmente escucharles, porque a veces simplemente lo que necesitaban era hablar, tranquilizarles, saber cuáles eran susdudas e intentar resolvérselas. Si acaba de ingresar pues explicarles que no se preocupen, que luego se les dirá en qué planta están, que aunque no podáis venir alguien os va a mantener al día, dejarles llorar porque te llamaban en tal estado que no podías más que dejar los tiempos, según pasaban los días darleslos recursos que se podían encontrar a la salida, analizar las tragedias que algunos tenían detrás que si los veías muy mal ya te quedabas el teléfono para hacer el seguimiento...».

Eso durante la estancia, la cual por desgracia a veces acababa en fallecimiento. «Ahí las principales dudas eran sobre quién podemos ir a despedirnos, quién no, qué tenemos que hacer, se iba dando unos plazos... », reconoce María José, señalando que «era muy importante que sintieran que no se encontraban tan solos, que siempre iba a haber alguien que les fuera a acompañar en el proceso».

«A la gente le ponemos un 10. Nos pareció responsable, con nosotras no descargaron de forma negativa nunca» En cualquier caso, pese a que la situación era propicia para nervios extra y situaciones desagradables, las trabajadoras sociales destacan que «la parte positiva, que hemos hablado mucho entre nosotras, es que al final todo el mundo aunque fuera llorando te decía que gracias, que me habéis escuchado y dado tranquilidad. No encontramos a nadie desagradable, la gente me pareció tremendamente responsable dentro de esa emotividad, los usuarios y familiares nunca descargaron de forma negativa, fueron muy amables, a la gente le ponemos un 10».

«Somos el enlace con la familia y con todos, son situaciones que si nos pasan a nosotros también querríamos tener respuesta,así quete quedabas muy encogida pero no tenías otra», insiste María José, que reconoce que «ahora que empezamos a aflojar estamos emocionalmente más tocadas, ya que en esos momentos no te da tiempo porque es lo que tienes que hacer y no puedes pensar» y recuerda especialmente problemáticas las salidas de personas en situación de vulnerabilidad, ya que a que «hay pacientes que están solos y no pueden volver a casa, necesitas buscar recursos, residencias libres de Covid... En ese aspecto nos sentimos bastante solas a nivel de recursos en cierto periodo».

«Emocionalmente estamos más tocadas ahora que aflojó. En esos momentos no te da tiempo ni a pensar» Aunque, más allá de situaciones concretas, cuando una echa ahora la vista atrás, le vienen «múltiples momentos que no se borraban, casi cada día nos pasaba alguno de esos», destacando los de «gente que se le ha muerto un familiar y no podían acercarse por estar todos en el mismo domicilio. Recuerdo uno, casi al principio, que había tres hijas, las tres afectadas y en un domicilio, la madre con situación de vulnerabilidad que se aislaron de ella por eso, y el padre aquí, que acabó falleciendo. Es duro siempre y al principio más que no había despedidas, luego ya se hizo un plan de humanización».

Más allá de situaciones concretas, María José revela también cómo «una cosa que nos impactó mucho fue el silencio del Hospital. Tenemos servicios en los dos, en Virgen Blanca y en Princesa, así que estamos todo el día por los pasillos y acostumbradas a mucho ruido por las consultas, la gente que viene a citación.... Eso se nos va a quedar grabado siempre, en todos los años que llevamos trabajando siempre bullicio por la mañana, y en esos días total silencio».

Sensaciones y vivencias de un grupo vital para sobrellevar los peores momentos de la epidemia.
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